El Mar Menor colapsó por primera vez hace seis años tras recibir durante décadas toda clase de vertidos orgánicos y fertilizantes. Y tras perder la mayor parte de su vegetación y miles de sus peces, continúa a la espera de una solución. La situación se ha agravado aún más este verano debido al calor excesivo del agua, que crea el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de algas que se comen el oxígeno de la albufera.
San Javier, en la costa norte del embalse, sufrió el mes de junio más cálido desde que hay registros, y en julio se han superado la mayoría de días los 30 grados centígrados, una anomalía climática extrema que ha llevado el agua del Mar Menor hasta los 29,5 grados, más de un grado por encima de la media de los últimos cinco años en estas fechas.
Óscar Esparza, coordinador del área de Aguas Marinas de la ONG ecologista WWF, explica que el calentamiento de la albufera es un elemento más que pone en peligro la recuperación del Mar Menor, que este verano vuelve a tener una concentración alta de nutrientes, aunque las aguas son menos turbias que en el pasado.
"Es un ecosistema extremadamente sensible, si suben las temperaturas y se acelera la eutrofización −la aparición de algas−, la laguna puede desestabilizarse en cualquier momento", afirma.
Cuando habla de nutrientes, Esparza se refiere a los niveles de químicos como el nitrato, el fósforo y el amonio, sustancias empleadas como abono en los cultivos de los alrededores que acaban en la cuenca porque se filtran a las aguas subterráneas, las arrastran la lluvia o las transportan las tuberías de desagüe.
Según explican los expertos, cuando estos nitratos alcanzan niveles muy altos, las algas y el fitoplancton crecen a sus anchas y terminan por absorber el oxígeno que antes respiraba la fauna y la flora autóctona, y enturbia el agua impidiendo que los rayos de luz lleguen a las plantas del fondo. Esta situación tocó techo en 2016 y provocó la muerte repentina del 85% de sus praderas. También en 2019 y 2021, cuando perecieron toneladas de peces y crustáceos, una catástrofe medioambiental sin precedentes.
Cómo solucionar el problema
Los estudios medioambientales demuestran que la mayor parte de los químicos que llegan al Mar Menor proceden del campo, y el Gobierno está en proceso de sacar adelante 20 millones de euros para transformar los alrededores de la laguna y ayudar a los agricultores a adaptar sus plantaciones para frenar la contaminación de las aguas, un dinero que esperan que esté listo "a finales de este año".
Joris de Vente, investigador del CSIC, se ha dedicado durante cuatro años a hablar con unos y con otros para buscar una salida al problema del Mar Menor, y reconoce que aunque es un tema muy sensible, porque muchas familias viven de la albufera, cree que hay una voluntad de todas las partes de recuperar el ecosistema.
"No se trata de prohibir la agricultura, porque acabaríamos con una actividad económica y cultural de la zona, y eso no es lo que promueve el desarrollo sostenible", explica el geógrafo.
En su opinión, lo primordial es transformar los cultivos de la región, que en la década de 1990 pasaron a ser de regadío, en una zona sometida a una sequía extrema y además contaminan las aguas subterráneas con fertilizantes.
De Vente propone, por ejemplo, el cultivo mixto de la leguminosa y el cereal –la leguminosa produce un fertilizante natual al absorber el nitrógeno del aire− o la apuesta por el tomate de alta calidad, que permitiría cultivar menos –y gastar menos agua− y dar mayores beneficios a los vecinos.
"Todo esto combinado por una apuesta por el agroturismo, donde los visitantes puedan ir a una finca a pasar el día y probar productos locales, ayudando además a crear un turismo más sostenible que no masifique la zona", añade.
Los agricultores prefieren modernizar sus cultivos
Los agricultores de la zona, que se sentaron esta semana con el Ministerio de Transición Ecológica para buscar soluciones a la albufera, explican que ven con buenos ojos el dinero que el Gobierno ha puesto sobre la mesa, pero insisten en que están cansados de que se les criminalice.
"También son responsables la minería, el urbanismo y los puertos deportivos", argumenta José Miguel Marín, presidente de COAG en Murcia, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos.
El representante del sector asegura que están abiertos a colaborar, pero también dice que el Mar Menor no está tan mal como lo pintan: "La zona no está sufriendo ningún deterioro, esto es más lo que nos quieren hacer creer, con noticias negativas", dice Marín.
En todo caso, él asegura que los agricultores han hecho ya un esfuerzo enorme por reducir el uso del agua y de fertilizantes con medidores y radares que han instalado en sus tierras, y pide que el Gobierno central apruebe cuanto antes las ayudas para modernizar aún más el campo.
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La parte que más discute es la posible creación de un cinturón verde que rodee el Mar Menor y que ejerza de barrera natural contra la llegada de nitratos a la albufera, ya que ocuparía tierras que en este momento se usan como cultivo.
Óscar Esparza, de WWF, explica que esos humedales semi naturales serían una solución muy efectiva, puesto que estarían formados por plantas con una gran absorción de nutrientes que filtraría las aguas antes de que llegasen al Mar Menor.
Pese a que los agricultores se resisten a cambiar radicalmente su modo de vida, José Miguel Marín reconoce que sus compañeros ya se ven afectados los estragos del cambio climático y las temperaturas extremas de este año. “Muchos están sufriendo estrés hídrico y algunos cultivos –como el olivo, el almendro y los viñedos−, especialmente los que están en floración, tendrán seguramente pérdidas cuando llegue la cosecha”.
El Mar Menor colapsó por primera vez hace seis años tras recibir durante décadas toda clase de vertidos orgánicos y fertilizantes. Y tras perder la mayor parte de su vegetación y miles de sus peces, continúa a la espera de una solución. La situación se ha agravado aún más este verano debido al calor excesivo del agua, que crea el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de algas que se comen el oxígeno de la albufera.