La cumbre del clima de Egipto se inauguró rodeada por un clima de pesimismo que se acentúa a medida que avanzan las negociaciones. Durante la primera semana no se logró ningún avance significativo y las organizaciones medioambientales que supervisan la cita exigieron este lunes un mayor compromiso a los países ricos, que por el momento solo han puesto unos pocos cientos de millones de euros sobre la mesa.
"Llega la hora de la verdad. Entramos en la segunda semana y estamos muy preocupados con las negociaciones del mecanismo de pérdidas y daños. Vemos que los países ricos se ofuscan y tratan de posponer el acuerdo", criticó este lunes en una rueda de prensa Rachel Cleetus, de la Union of Concerned Scientist, una ONG estadounidense.
Las naciones más expuestas a los desastres naturales son precisamente las más pobres del planeta y reclaman desde el primer día que la COP27 se centre en la financiación de la reparación de las pérdidas y daños, un mecanismo que comprometa a Estados Unidos, Europa, Canadá y Australia a cubrir las reparaciones de los desastres naturales.
Esta discusión figura por primera vez en una cumbre de la ONU y tiene el apoyo de más de un centenar de gobiernos, pero tras ocho días de conversaciones todavía no se han fijado las bases del acuerdo y los ecologistas temen que el foro acabe sin consenso y las conversaciones se retomen el año que viene.
"Los países desarrollados presionan para que se llegue a un acuerdo antes de 2024, pero eso es demasiado tarde", denunció Rachael Simon, de Climate Action Network Europe, una red que aglutina a más de 1.800 ONG. La experta en políticas climáticas afirmó este lunes que la Unión Europea debe tomar las riendas del debate y que países como Alemania o Suecia deben aumentar su compromiso, mientras que acusó a Francia de "bloquear" la negociación. "La UE tiene una responsabilidad histórica con el cambio climático y debe llegar a un acuerdo para remediarlo en la COP27", añadió.
Lograr un pacto y crear un mecanismo de pérdidas y daños –loss and damage, en inglés– es crucial para que los países en desarrollo puedan hacer frente a los eventos extremos de este siglo, según sus promotores. Las islas del Pacífico señalan que sus ciudades literalmente van a quedar bajo el agua, mientras que África soportará una sequía que pondrá en peligro la agricultura y el sudeste de Asia sufrirá aguaceros cada año más agresivos, según las previsiones del panel de expertos de la ONU.
Estos gobiernos, junto a los observadores internacionales, reclaman por ello la creación de un gran fondo que permita cada año reconstruir la destrucción de estos desastres, ya que ninguna aseguradora les protegerá de estas pérdidas y por supuesto no pueden afrontarlas con sus presupuestos nacionales. "Este año hemos visto una enorme pérdida de vidas en Pakistan, en el Cuerno de África y en Nigeria, por eso debemos presionar este mecanismo hasta la prioridad número uno en esta COP", recalcó Rachel Cleetus.
Los países ricos, sin embargo, evitan hablar de este sistema como un mecanismo de compensación forzosa que les obligue año tras año a ayudar a las decenas de regiones que sucumbirán al cambio climático. "Es un hecho bien conocido que Estados Unidos y muchos otros países no establecerán algún tipo de estructura legal que esté ligada a la compensación o a la responsabilidad. Eso no va a ocurrir", enunció el sábado el enviado de Estados Unidos para el clima, John Kerry.
Es por ello que las potencias occidentales han tratado estos días de buscar mecanismos alternativos para donar dinero destinado a la reconstrucción climática. El G7 lanzó este lunes en Egipto el llamado Global Shield –escudo global– un fondo de por ahora 210 millones de euros para reparar daños de inundaciones o tornados en los países más vulnerables, como Pakistán, Senegal o Fiji.
Los activistas presentes en la COP reconocieron que es un movimiento positivo, pero temen que sea una estrategia para dejar al fondo del cajón el mecanismo de pérdidas y daños, y evitar así un acuerdo que comprometa a las naciones ricas a facilitar financiación repetidamente durante las próximas décadas bajo la supervisión de la ONU.
También critican que hasta ahora que las grandes potencias solo han comprometido unos pocos cientos de millones en ayuda climática, cuando la semana pasada se estimó que los países en desarrollo necesitan en este momento unos 500.000 millones de dólares al año para cubrir sus pérdidas, cifra que aumentará hasta el billón en 2030.
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La cumbre de Sharm el-Sheij tampoco revela avances en materia de reducción de emisiones, pese a que los compromisos actuales dirigen al mundo a un calentamiento de 2,5 grados frente a la época preindustrial, según la ONU. Todos los países se comprometieron el año pasado a actualizar sus promesas de reducción de emisiones, pero solo lo han hecho 29 de ellos. Noruega, Singapur, Tailandia y México lo hicieron en las últimas dos semanas, a las puertas de la COP.
Los negociadores de conferencia no han reportado esta semana avances hacia un compromiso global de descarbonización en la cita de este año, aunque la India ha anunciado este lunes una senda para las cero emisiones en 2070, una noticia positiva por parte del tercer mayor emisor de CO₂ del mundo. También ha dado una dosis de optimismo la reunión de este lunes en Singapur de los líderes de Estados Unidos y China, donde han acordado dar más poder a sus delegados climáticos en la COP27, lo que abre la puerta a rápidos avances esta semana.
A la falta de entendimiento entre países se suma la mala coordinación de los organizadores egipcios, lo que ha desencadenado un retraso de dos días en la feria. Según el calendario, este lunes estaba previsto que comenzase la fase ministerial de la cumbre, donde no son los técnicos sino los propios ministros de medioambiente de cada país los que negocian los pormenores de los acuerdos, pero se ha tenido que posponer porque todavía no se han cerrado los borradores iniciales. Esto deja solo dos días para cerrar los pactos de alto nivel debido a que el viernes acaba la cumbre, salvo que finalmente se alargue como ha ocurrido otros años.
La cumbre del clima de Egipto se inauguró rodeada por un clima de pesimismo que se acentúa a medida que avanzan las negociaciones. Durante la primera semana no se logró ningún avance significativo y las organizaciones medioambientales que supervisan la cita exigieron este lunes un mayor compromiso a los países ricos, que por el momento solo han puesto unos pocos cientos de millones de euros sobre la mesa.