España tiene todas las papeletas para ser el líder europeo en energías renovables. Tiene la ubicación perfecta para recibir sol durante todo el año, en algunos puntos corre tanto viento como en el norte del continente, tiene muchísimo terreno disponible y ya figura como uno de los mejores países para invertir del mundo. Daniel Pérez Rodríguez, de 36 años y director de la compañía energética pública de la Generalitat, L'Energètica, defiende en La superpotencia renovable (Arpa Editores) cómo la península solo necesita tomar las decisiones correctas para producir electricidad limpia y barata a gran escala para ayudar a los hogares y empresas, y en el mejor de los casos incluso logrará atraer a la industria extranjera que en el pasado buscó cobijo en el centro de Europa.
Pérez, que es también patrono en la Fundación Renovables y trabajó en la patronal fotovoltaica Unef, se estrena con su primer libro reconociendo ante el lector que él es "juez y parte" del mundo de las renovables porque se dedica a ellas desde hace una década. Aun así, ha tratado de ser equidistante y reconoce a infoLibre que aún es pronto para dar a España como ganadora de la carrera por la electricidad limpia. "No es que seamos ya esa superpotencia renovable, sino que lo podríamos ser".
¿A qué altura de ese camino estamos? Muy avanzados, según las muchas cifras que da el libro. La más importante es que España es el país con mayor recurso solar de la Unión Europea, y si se monta aquí un panel solar, a lo largo de un año habrá generado un 12% más de energía que en Italia, un 31% más que en Francia o un 53% más que en Alemania. En lo que respecta al viento, que es el recurso estrella del norte de Europa, el libro recuerda que en Galicia, la cuenca del Ebro o Algeciras hay tanta potencia eólica como en Dinamarca.
Liderar la carrera de las renovables ayuda a que las familias tengan una factura de la luz más barata y a mantener apagadas las centrales contaminantes de gas, pero Daniel Pérez insiste en que también son la mejor baza para atraer a la industria europea. Las compañías que se dedican al sector servicios apenas gastan en luz entre un 1% y un 5% de su presupuesto, pero para las fábricas de coches, de cemento o de acero puede suponer más del 20%, y ahí es donde hay margen para atraer empresas al país.
El autor también señala que en este punto no estamos hablando de futuribles, y es una realidad que la península ya genera para las empresas uno de los kilovatios más baratos del mundo. En España se cierran el 35% de los acuerdos privados de venta de luz de toda la Unión Europea, siendo el país número uno, seguido de Suecia con un 12%, y de Alemania y Países Bajos, con un 8%. Estos contratos de venta a diez años se cierran en España a 48 euros por MWh, frente a los 93 euros de Francia o los 92 de Alemania. Es decir, estas compañías tienen energía a mitad de precio solo por mudarse a la península.
"Si esta energía asequible no se exporta al exterior por falta de interconexiones, al final esta industria terminará viniendo a España", señala Pérez. También es cierto que los países del centro de Europa tienen más músculo presupuestario y pueden permitirse subvencionar a la industria con menos impuestos a la energía y apoyos para pagar las facturas.
Con los ciudadanos pasa lo mismo. El precio de la luz subió drásticamente con la guerra de Ucrania y todavía se vende al doble que en 2019, pero a media que las energías limpias ganan peso forzarán el coste de la electricidad a bajar. "Habrá muchas más horas más baratas y habrá algunas horas caras donde funcionen menos renovables, pero el precio medio se reducirá prácticamente a la mitad de lo que estamos ahora", opina el experto. Los mercados de futuros, aunque no son 100% fiables, ya reflejan esa bajada. "El año que viene la luz cotiza a 120 euros por megavatio hora en España, el 2027 ya está a 60 euros y en 2030 a 47 euros, aunque todo dependerá del ritmo al que construyamos las renovables", añade Pérez.
Vistos los pros, el libro también aborda los obstáculos que tiene el país por delante. La burocracia para instalar el autoconsumo, la falta de modernización de la red, el respeto a la biodiversidad, la reforma del mercado eléctrico europeo, el acceso a mano de obra y materiales o la competencia por liderar el sector con el norte de Europa.
En los últimos años, el choque entre las renovables y los ecologistas y el sector primario ha sido uno de los grandes frenos a su expansión. La eólica ha despertado muchas críticas entre las ONGs verdes porque los molinos son un peligro para las aves, mientras que los paneles solares ocupan grandes extensiones y en el sector agrícola se ve a sus promotores como una especie de ladrones de tierras.
Por una parte, Pérez explica que la mejor manera de proteger la naturaleza es mediante la promoción de la energía limpia: "Hay que proteger la diversidad y los paisajes, por supuesto, pero como dice el IPCC [el panel de expertos de la ONU] para luchar contra el cambio climático hay que hacer renovables".
Ver másLa UE acuerda elevar al 42,5% el objetivo de consumo de renovables para 2030
Por otra parte, hay que lograr un equilibrio entre comprar tierras para instalar fotovoltaica y el desarrollo rural. El autor calcula que cumplir con los objetivos a 2050 de energía limpia solo tendrá un impacto sobre el 0,84% de España, pero fal mismo tiempo afirma que hay que respetar si unos terrenos municipales son importantes para los vecinos o es un suelo sensible para la agricultura. "Y también compensar a la zona. Compensación no puede ser rebajar dos euros a la factura a la gente durante un tiempo. Eso no es una compensación, eso son migajas. La mejor compensación que pueden hacer las renovables es abaratar el precio de la industria del pueblo", señala.
En su libro recoge distintos proyectos donde las renovables han servido para impulsar las manufacturas en zonas poco pobladas, como la fábrica de diamantes que se está levantando en Trujillo o la gigafactoría de Volkswagen en Sagunto. Estas dos, y otras tantas, están ligadas a la construcción de plantas solares y eólicas. "Y, como han dicho las empresas, si esas plantas no se llegan a construir, no abrirán la fábrica", recuerda el libro.
Aunque los contras no son pocos, Pérez pide huir del catastrofismo y de compararse siempre con los objetivos últimos, que pueden parecer inalcanzables. Se refiere a la foto global, donde las energías limpias solo suponen el 11% de la demanda energética del planeta. Si se mira la electricidad, solo el 28% es renovable. "¿Qué más da si podemos o no llegar a generar un 100% de energía renovable en el mundo? Lo que importa es cómo podemos llegar al 29% e ir pensando en el 30%", escribe en uno de los capítulos. "En 1996, nadie hubiera apostado por la energía solar, por ejemplo. De esto hace veintisiete años, los mismos que van desde 2023 hasta 2050".
España tiene todas las papeletas para ser el líder europeo en energías renovables. Tiene la ubicación perfecta para recibir sol durante todo el año, en algunos puntos corre tanto viento como en el norte del continente, tiene muchísimo terreno disponible y ya figura como uno de los mejores países para invertir del mundo. Daniel Pérez Rodríguez, de 36 años y director de la compañía energética pública de la Generalitat, L'Energètica, defiende en La superpotencia renovable (Arpa Editores) cómo la península solo necesita tomar las decisiones correctas para producir electricidad limpia y barata a gran escala para ayudar a los hogares y empresas, y en el mejor de los casos incluso logrará atraer a la industria extranjera que en el pasado buscó cobijo en el centro de Europa.