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La energía hidráulica será clave este año para reducir la quema de gas, pero antes tendrá que llover

La sequía sin precedentes del año pasado hundió la producción hidroeléctrica en España y buena parte de Europa, lo que obligó a muchos países a disparar la quema de gas y carbón para asegurar energía a los hogares. De cara a 2023, los analistas pronostican que estas turbinas serán clave para reducir la dependencia de combustibles fósiles que la Unión Europea compra al exterior, aunque está por ver si las precipitaciones acompañarán y las previsiones meteorológicas son muy vagas. 

La producción hidroeléctrica en Europa cayó el año pasado un 19%, especialmente en zonas como los Alpes o en la costa Mediterránea: en España se desplomó un 37%, en Italia un 34% y en Francia un 23%, según la consultora británica Ember. La carencia hidroeléctrica, unido al agujero que dejaron las reparaciones del parque nuclear francés, obligaron a aumentar el uso de carbón y gas en un año marcado por los altísimos precios de las materias primas. 

Pero en sus previsiones para 2023, los analistas de Ember estiman que la nuclear volverá a la normalidad y los embalses turbinarán con fuerza en toda Europa. Esta situación, unida a la instalación récord de paneles solares y molinos de viento, desplomará la quema de gas y carbón un 20% frente al año pasado, una buena noticia para el medio ambiente y para el bolsillo de los europeos, ya que es probable que los combustibles suban de precio con la reactivación de China

Estos cálculos se basan en un escenario en el que la generación hidroeléctrica funciona al 80% de lo normal, aunque todavía está por ver que se cumpla. "Las posibilidades de que vuelva a darse la peor sequía en 500 años como ocurrió en 2022 son extraordinariamente escasas. Así que está claro que debemos asumir cierto rebote, pero cuantificarlo es difícil", explica Dave Jones, director del estudio y analista del mercado eléctrico. 

El mes de diciembre fue especialmente húmedo en España y también la primera mitad de enero, pero las previsiones meteorológicas no son capaces de adelantar qué ocurrirá ni siquiera de aquí a primavera. "Los modelos chocan entre sí y no hay un pronóstico claro", explica Rubén Campo, portavoz de la Agencia de Meteorología. 

Por ahora solo hay una pequeña evidencia de que la zona de Levante será algo más húmeda."Desde el punto de vista meteorológico no es posible afirmar que los embalses vayan a rellenarse a lo largo del año", añade. 

Las lluvias de los últimos dos meses han mejorado mucho el nivel de los pantanos, que hace tres meses estaban a un tercio de capacidad y hoy superan el 50%, aunque se mantiene siete puntos por debajo de la media de los últimos diez años. Mucho mejor están los embalses hidroeléctricos, que alcanzan el 74% frente al 66% de la media de la década.

Estas cifras apuntan al optimismo, y eso que aún falta el agua que aportará la nieve que se acumula ahora en las montañas cuando se descongele en primavera, como recuerda Rubén Campo. Pero el ritmo de llenado debe mantenerse hasta mayo, cuando se alcanza normalmente el pico de reservas en los pantanos españoles.

Otro informe publicado este jueves por el centro de estudios Bruegel, afincado en Bruselas, apunta en la misma dirección y señala a la lluvia como uno de los factores que determinarán la capacidad de Europa para hacer frente al próximo invierno energético.

El bloque de 27 países no podrá este año rellenar sus reservas de gas natural mediante las tuberías que conectan con Rusia, por lo que cada partícula de gas que evite quemar ayudará a abaratar la factura de los hogares. Lo primero será ahorrar energía, y las familias y la industria tendrán que apretarse el cinturón y consumir menos electricidad y calefacción, pero otra de las claves será generar la máxima electricidad posible con tecnologías limpias. 

"El rápido despliegue de las energías renovables, el uso de calefacción eléctrica y la eficiencia energética pueden acelerarse para que la industria no tenga que reducir tanto su demanda", se lee en el informe liderado por Simone Tagliapietra, especialista en política energética. 

Desde Bruegel dibujan diferentes escenarios sobre cuánto gas natural podría llegar este año en función del avance de la guerra, pero en todos los casos proponen reducir el consumo de este combustible respecto al año pasado entre el 7% y el 26%. 

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A eso habría que sumar una situación excepcional: si vuelve a fallar el parque nuclear francés, el continente necesitará comprar 43 teravatios hora de gas natural extra para cubrir ese agujero. Y si la sequía vuelve a afectar a España e Italia, habrá que hacerse con 29 teravatios más. "En resumen, otro periodo de debilidad tanto de la energía nuclear como de la hidráulica exigiría reducir un 2% adicional de la demanda de gas", zanjan los autores. 

Según argumentan desde la Agencia de Meteorología, tampoco es posible saber cómo evolucionarán las lluvias en el sur y centro de Europa porque los modelos también dan resultados contradictorios. Por ahora solo se esperan meses más húmedos en el extremo norte del continente. 

Aun así, Rubén Campo recuerda que hace un año solo se esperaba una primavera parcialmente lluviosa en la costa mediterránea, y terminó lloviendo tres veces más que en un año normal en las cuencas del Júcar y el Segura, lo que permitió rellenar los embalses y echar una mano a los agricultores, el otro sector que mirará con atención al cielo durante los próximos meses.

La sequía sin precedentes del año pasado hundió la producción hidroeléctrica en España y buena parte de Europa, lo que obligó a muchos países a disparar la quema de gas y carbón para asegurar energía a los hogares. De cara a 2023, los analistas pronostican que estas turbinas serán clave para reducir la dependencia de combustibles fósiles que la Unión Europea compra al exterior, aunque está por ver si las precipitaciones acompañarán y las previsiones meteorológicas son muy vagas. 

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