Los termómetros españoles que funcionan desde hace 100 años: "Somos el principal testigo del cambio climático"
Como cada verano, llegan los récords de temperatura, y con ellos los escépticos que ponen en duda el trabajo de los meteorólogos. En esta época se escuchan cosas como "siempre ha hecho calor", "cuando era joven recuerdo veranos mucho peores" o "los registros solo tienen 40 años". Pero en España hay nada menos que cinco estaciones meteorológicas activas desde hace más de un siglo que demuestran el aumento imparable de las temperaturas con datos que son irrefutables, recogidos a mano con papel y lápiz, incluso desde la década de 1880.
Alfons Puertas, responsable de Meteorología del Observatorio Fabra-Racat de Barcelona, saca pecho del trabajo que muchos otros hicieron antes que él. Este centro comienza su serie histórica de temperaturas en 1914 y el investigador explica que sus registros demuestran claramente el impacto del cambio climático. "Las temperaturas empezaron a subir suavemente a comienzos del siglo pasado, hubo un pequeño parón entre 1950 y 1970, y desde entonces han repuntado de manera brusca. No hay margen de error porque seguimos midiéndolos con los mismos termómetros que entonces", afirma el meteorológico.
El verano pasado midieron por primera vez en 110 años 40ºC de temperatura en el observatorio barcelonés, aunque Puertas pide no guiarse por picos puntuales de calor, ya que el récord anterior es de hace cuatro décadas, cuando alcanzaron los 39,8ºC. "Lo que de verdad importa es la tendencia de la temperatura media, y si vemos los récords de temperatura de los doce meses del año, nueve son de los últimos cinco años. Este es nuestro gran valor, que estamos comparando con datos de cien años, somos el mayor testigo del cambio climático", añade.
En realidad, el Observatorio Fabra se construyó unos años antes, en 1905, pero el termómetro estaba en el tejado y no cumplía con los estándares internacionales de medición, así que en 1913 el meteorólogo Eduard Fontserè i Ribase decidió bajarlo al jardín, donde permanece intacto desde entonces. En la pequeña caseta sigue habiendo un termómetro de mercurio y alcohol, como hace un siglo, del que se toman mediciones diarias a mano, aunque a su lado hay ahora uno moderno que permite recoger datos en tiempo real y en remoto.
Pese a su larga historia, el centro barcelonés no es el más antiguo del país —en funcionamiento—. Esa marca la tiene oficialmente el observatorio del Parque del Retiro (Madrid), fundado en 1 de marzo de 1893. No obstante, una década antes ya habían comenzado una serie de mediciones oficiosas por parte de los jesuitas españoles, que dieron forma desde dos facultades universitarias de Tortosa a lo que terminaría siendo el Observatorio del Ebro, fundado en 1904 en Tarragona. Allí hay un registro de temperaturas casi ininterrumpido desde 1880 que aporta todavía más evidencias sobre el incremento de las temperaturas medias por el cambio climático.
El director del Observatorio del Ebro, German Solè, se sorprende porque todavía hay quien cuestiona los efectos del cambio climático. "Precisamente ahora estamos digitalizando datos históricos de la estación, y si miras cuántos días al año se superaban los 30ºC hace un siglo, había uno o dos como mucho, ahora son más de 60", resume. En su observatorio tienen uno de los registros más precisos que hay en España, con una serie de 117 años de temperaturas, con solo un año incompleto por la Guerra Civil. Solè confirma además que todavía mantienen la filosofía de los jesuitas que fundaron la institución, el estudio del impacto del sol en la Tierra, aunque hace años que los misioneros salieron del patronato y ahora se financian principalmente através de la Generalitat.
"La base sobre la que fundaron el observatorio era la idea de llegar a dios a través de la ciencia; siempre han sido una orden muy científica y en esa época había bastantes observatorios en el mundo fundados por los jesuitas", introduce este experto en geofísica. "Lo que perseguían era entender cómo el sol afecta a la Tierra, y crearon un departamento para fotografiar la superficie solar que todavía funciona. De hecho, estudiaban esto que hoy está tan de moda, el space weather, medir las radiaciones y las manchas solares y su impacto sobre nosotros", recuerda. Como curiosidad, los jesuitas también montaron un equipo sísmico porque entonces se pensaba que el sol era el causante de los terremotos, y aunque con el tiempo se demostró que no era así, la estación sísmica sigue funcionando.
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La Organización Meteorológica Mundial (WMO, en inglés) reconoce en España cinco estaciones meteorológicas centenarias: Tortosa (1880, que culmina en el Obs. del Ebro en 1904), Madrid (1893), Igueldo-San Sebastián (1905), Daroca-Zaragoza (1909) y el Observatorio Fabra de Barcelona (1913). Aitor Anduaga, investigador del Museo Vasco de la Historia de la Medicina y de la Ciencia, ha investigado los orígenes de la meteorología en España y apunta de lleno a los colegios jesuitas, ya activos a mediados del siglo XIX. Estos apóstoles, "con obediencia plena a sus superiores, pero, a la vez, libertad operativa para la encomienda dada, pudieron labrarse carreras científicas notables, ganándose incluso un respeto de la comunidad científica internacional, como pocos lograron en España", recoge el físico vasco en su publicación Los jesuitas, las ciencias de observatorio y su evolución en España y ultramar, 1855-1905.
La carrera científica de estos religiosos despegó en la década de 1860 en Cuba y Filipinas, y después trajeron ese conocimiento a colegios de toda España. Los primeros registros continuos de temperaturas en la península, según Anduaga, se hicieron en San Marcos de León (1859), Tortosa (1880), La Guardia (1881), Oña (1882) y Orduña (1883), que fueron la piedra fundacional de los observatorios de La Cartuja (1902) y del Ebro (1904). Poco después, en 1902, crearon la primera red de intercambio de datos meteorológicos del país, con un centro principal en el colegio madrileño Nuestra Señora del Recuerdo.
Los datos observados por las estaciones centenarias de España son una de las mejores herramientas contra la desinformación climática, pero es que los registros históricos no solo se remontan a finales del siglo XIX, sino que hay mediciones fidedignas mucho más antiguas por todo el mundo. La WMO reconoce una quincena de observatorios que se remontan al siglo XVI. El más antiguo es el registro de temperaturas del puerto de Brest, en el extremo occidental de Francia, que comienza a medir temperaturas en 1711, hace más de 300 años. De hecho, las primeras mediciones de ese enclave datan de 1679, cuando comenzaron a anotarse las horas de subida y bajada de las mareas.