Los ‘pellets’ evidencian una crisis en la producción de marisco en la última década por el cambio climático

1

Más de un centenar de asociaciones relacionadas con el mar salieron este fin de semana a las calles de Santiago de Compostela para reivindicar la protección de la pesca y el marisqueo. La excusa fue la llegada de millones de pellets de plástico a las costas gallegas por el vertido ocurrido en diciembre, pero las pancartas y los lemas subrayaban que el problema es mucho más profundo: el volumen capturado de marisco ha caído en picado en una década, obligando a miles de trabajadores a migrar de sector. En 2023, la recogida de bivalvos en Galicia fue un 36% inferior a la de la década 2011-2020. En el caso del berberecho, la caída llegó hasta el 75% frente a la década pasada, y la de la almeja babosa, del 77%.

Las cofradías denuncian desde hace una década el declive de la producción de marisco en las rías gallegas, especialmente en las Rías Baixas. El problema es que los años siguen pasando, el impacto es cada vez más grande, y todavía no está claro cuál es el origen del problema. Los diferentes afectados culpan al cambio climático y a la contaminación del agua, pero el gobierno autonómico —el competente sobre las rías por tratarse de aguas interiores— todavía no ha desarrollado un plan para revertir la situación. "La Xunta está interesada en sacarnos de los bancos para que sean grandes empresas privadas las que los exploten porque les dan menos problemas", señala Miguel Iglesias, patrón mayor de Rianxo (A Coruña).

En esta cofradía la recogida de almeja babosa era de 1.200 kg diarios en 2014, su récord, mientras que el año pasado, "con suerte" llegaban a 200 kg por jornada, según explica Iglesias. Reconoce que las cantidades que se cogían hace diez años eran exageradas, pero desde entonces ellos mismos han recortado la producción basándose en las recomendaciones de los técnicos que les asesoran. "Somos los primeros que no queremos sobreexplotar el recurso", garantiza el patrón. De hecho, esta cofradía fue la primera de Galicia en acordar en noviembre un parón para la marisquería a pie, y no recogerán hasta junio para intentar que los bancos se repongan en la medida de lo posible.

Aunque la situación ya preocupa desde hace una década, el cambio climático ha agravado el problema original, que era la contaminación del agua por la industria y la minería. Mai Carril es biólogo y asistente técnico en la cofradía de Cambados (Pontevedra), otra de las zonas gravemente afectadas por la caída de la producción de marisco y culpa al calentamiento del agua, que altera la reproducción de los bivalvos. "Pensamos que el cambio climático está detrás, pero no sabemos exactamente cómo. Una explicación es la temperatura del agua. Los moluscos no pueden regular su temperatura corporal, toman la que tiene su entorno, y una variación de décimas de grados en el agua ya alteran sus funciones fisiológicas", resume. Si antes las almejas o las vieiras desovaban entre abril y mayo, ahora lo hacen entre enero y febrero, y su probabilidad de sobrevivir es menor porque hay menos plancton en el mar. 

En todo caso, el técnico descarta que la caída de producción se siga prolongando en los próximos años, ya que a este ritmo algunos mariscos desaparecerían en menos de una década de las rías. "El impacto del cambio climático no puede ser tan rápido, quiero pensar que no es así. Yo creo que es un ciclo de productividad muy baja, aunque es cierto que ya se está alargando siete años", dice.

Además del factor temperatura, en 2023 —el peor año de recogida de berberechos y almejas, según los registros de la plataforma Pesca de Galicia— se registraron fuertes lluvias en otoño que obligaron a desembalsar multitud de presas para evitar que desbordasen, y los torrentes desalinizaron los bancos de bivalvos, provocando la muerte masiva de estos animales. El cambio climático también está detrás de estos cambios en las precipitaciones, concentrando las lluvias en periodos cortos de tiempo y extendiendo las sequías.

La Xunta mantiene los mismos controles sobre el pescado capturado en Galicia pese a elevar el nivel de alerta

Ver más

Más allá de estos cambios, hay otras variables en la ría que citan los expertos, pero que son más complejas de medir. Por ejemplo, varios afectados inciden en que la llegada de viento del noroeste es cada vez más suave, un temporal que en primavera y verano produce los llamados "afloramientos" de aguas profundas, una renovación del agua que llena las rías de nutrientes todos los años. Los mariscadores también culpan a la histórica contaminación del agua por las minas que hay ría arriba, y a que el aumento de los incendios durante este siglo también ha empeorado la calidad del agua.

La Xunta inició en 2022 el proyecto Redemar para estudiar las causas de la caída de la producción, pero todavía no tiene resultados. "Estuvimos haciendo un estudio con biólogos y científicos de la Xunta, pero todavía no podemos definir las causas del problema", señala José Antonio Pérez,  presidente de la Federación Gallega de Cofradías de Pescadores. 

Hay que señalar que no todo el marisco se ve afectado por los cambios que sufre la costa gallega, ya que cada variedad tiene su propio ritmo reproductivo, y es más o menos sensible a las temperaturas y la salinidad de la ría. Por ejemplo, en 2023 la producción de crustáceos fue la habitual en Galicia. Dentro del grupo de los bivalvos, incluso se dio una recogida récord de navajas, con 560.000 kilos, y de vieiras, con 170.000 kilos.

Más de un centenar de asociaciones relacionadas con el mar salieron este fin de semana a las calles de Santiago de Compostela para reivindicar la protección de la pesca y el marisqueo. La excusa fue la llegada de millones de pellets de plástico a las costas gallegas por el vertido ocurrido en diciembre, pero las pancartas y los lemas subrayaban que el problema es mucho más profundo: el volumen capturado de marisco ha caído en picado en una década, obligando a miles de trabajadores a migrar de sector. En 2023, la recogida de bivalvos en Galicia fue un 36% inferior a la de la década 2011-2020. En el caso del berberecho, la caída llegó hasta el 75% frente a la década pasada, y la de la almeja babosa, del 77%.

Más sobre este tema
>