El 23-F y el inexplicado retraso en emitir el mensaje del rey

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Los hechos del 23-F de 1981 mantienen, 32 años después, amplias zonas de sombras, de aspectos poco, mal, o falsamente explicados, a pesar de los centenares de libros dedicados al acontecimiento. Quizás uno de los más significativos, porque a él se hace referencia continúa, sea el del mensaje del rey emitido por televisión en las primeras horas del día 24 y, que, según el aserto comúnmente aceptado (o al menos publicado), paró el golpe de Estado, y otorgó a Juan Carlos I el apelativo de “salvador de la democracia”, por más que en la secuencia temporal aparezcan vacíos inexplicables, y nunca aclarados. En las siguientes líneas explico lo que he podido saber tras hablar con los protagonistas de TVE que vivieron los acontecimientos. Una tarde de sobresaltos y una larga noche, que fue llamada “la noche de los transistores”, ya que la radio ocupó la vigilia, aunque fuera la televisión quién decidiera el fracaso del golpe de Estado.

Era una grabación de rutina. La votación de investidura para la Presidencia del Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo en el Congreso no se estaba emitiendo en directo y el ambiente en la unidad móvil de TVE era relajado. Pepe Marín es el responsable del operativo y las cámaras estaban instaladas desde la semana anterior y recogen la imagen de la presidencia y de los escaños. El secretario de la Cámara dice el nombre de los diputados para que expresen de viva voz su voto. A las 18.24, llega el turno del miembro del Grupo Socialista Manuel Núñez Encabo. "¡No!", dice, pero apenas se le escucha. Entra gente al hemiciclo por una de las puertas laterales, cerrada durante la votación. "¡Son guardias civiles!", dice uno de los compañeros, y otro corrobora "¡Es Tejero, es Tejero, el de la operación Galaxia!". Uno de los guardias se dirige a la zona donde se encuentran situadas varias cámaras y ordena, mientras las aparta de su enfoque, que las apaguen. A los mandos de una de ellas está Pedro Francisco Martín, que apaga el chivato rojo, pero no la cámara que sigue captando imágenes. chivato rojo"Sigue grabando, tu sigue grabando”, ordena Pepe Marín al auxiliar que recoge en cinta en la señal que llega desde el interior del hemiciclo. Pero esa señal está llegando también en directo a Prado del Rey y aparece en los monitores por circuito interno. Alguien desde allí –nunca se ha averiguado quién– avisa a los asaltantes y un guardia civil sube de nuevo a la zona. Primero dirige el objetivo al suelo y después la inutiliza con un golpe. A partir de ese momento, solo está operativa la que capta la imagen del patio interior. En el control central de Prado del Rey también se graba en cinta la señal que se ve en los monitores y que muestra los primeros minutos del asalto al Congreso, con el conato de agresión a Gutiérrez Mellado, los gritos conminatorios de Tejero, y las ráfagas de ametralladora contra el techo del hemiciclo, que hemos visto con vergüenza ajena docenas de veces.

El director general, Fernando Castedo, acaba de salir de una reunión con los directores de los principales periódicos, que se ha desarrollado en el despacho de Juan Luis Cebrián en El País. Se ha discutido una postura común en cuanto a la publicación, o no, de los puntos principales de la Alternativa KAS, que exige ETA. Al llegar a su coche, Castedo oye en la radio lo que está ocurriendo en el Congreso y se dirige a toda velocidad a su despacho.

A poco de llegar, se presenta en las instalaciones un destacamento militar que acude, desde el vecino acuartelamiento, a “tomar” Prado del Rey. Desconocedores los militares del orden jerárquico interno, el capitán al mando se persona, en un primer momento, en el despacho del director de TVE, Miguel Angel Toledano, mientras en el del director general, Fernando Castedo, se instala un sargento, pistola en mano que ordena que en Radio Nacional suene música militar (a falta de ella ponen conciertos de Bach, y se queda tan conforme) y que en televisión pongan “películas o lo que sea, pero nada de informativos”. No obstante, y pasados los primeros momentos de tensión, a Castedo no se le impide que siga con su trabajo, lo que facilita el que, a través de su secretaria y entre los habituales papeles, pueda establecer comunicación con el subdirector general, Jesús Picatoste y hablar por teléfono, a medias palabras, primero con el director de TVE y después con el secretario general de Zarzuela y hombre de confianza del rey, Sabino Fernández Campo. “En la primera llamada –me recordaba Castedo en una larga entrevista a mediados de los años 80– me pide que mande a alguien que filme a su majestad, y le digo a Toledano que prepare dos equipos y que se pongan al mando Picatoste y Erquicia, para ver cuando pueden salir hacia Zarzuela. En una conversación posterior, Fernández Campo me pide que se ponga al teléfono el capitán que manda a la fuerza militar y le conmina, desde su grado de general, a que abandonen las instalaciones de televisión. En un primer momento el oficial niega obedecer otras órdenes que las de su inmediato superior, pero tras conectar con su unidad, deciden por fin retirarse de Prado del Rey. Eran poco más de las nueve de la noche e inmediatamente digo a Iñaki Gabilondo, que era el director de Informativos, que se ponga delante de la cámara e informe de lo que está pasando, mientras los equipos salen hacia Zarzuela en dos coches, ya que entonces no teníamos enlace fijo con el Palacio”.

Curiosamente, en esta primera parte de la entrevista con el director general, me comenta que, mientras estaban los militares, él estaba sentado sobre la cinta que contenía el mensaje del rey. Cuando le hago notar mi extrañeza, me dice que tiene comprometido un almuerzo inaplazable y que podemos seguir la conversación a las cinco de la tarde. Así lo hicimos, y en esa segunda charla me aclara que lo de la cinta había sido un error suyo. Que la película sobre la que estuvo sentado era la de la entrada de Tejero en el Congreso, que no se emitió, por prudencia, hasta que no concluyó el asalto a la mañana siguiente.

Por cierto que las primeras informaciones en TVE fueron ofrecidas bastante antes de que Gabilondo realizara el especial informativo, tal y como recuerda el periodista Joaquín Arozamena: "A las ocho de la tarde me senté en el plató del informativo de la segunda cadena, con Manuel Portillo e Isabel Tenaille, y les dije 'si veis entrar a los militares en el estudio me dais una patada y ya veré lo que hago'. Nuestro informativo fue la primera información sobre el golpe que se dio; contamos la irrupción en el Congreso de los Diputados, que en Valencia habían sacado los tanques, y que el resto del país estaba en calma”.

Noche en Zarzuela

En este punto, conviene pasar el protagonismo del relato a Pedro Erquicia, al mando de una de las unidades desplazadas hasta Zarzuela: “Al llegar al palacio, nos hicieron el reconocimiento habitual, y cuando pasamos el control salía en televisión Iñaki Gabilondo dando las primeras noticias del asalto…. En la Zarzuela había mayor vigilancia que en otras ocasiones en las que yo había estado. Dentro del palacio se notaba también bastante trajín y más actividad. …. Posteriormente, nos pasan al despacho del Rey, que vestía de paisano. Yo eché una rápida ojeada a la estancia y el Rey salió para cambiarse. A los pocos minutos volvió vestido de capitán general y se sentó en la mesa de trabajo, con sus papeles. Me dan una copia del discurso y preparamos todo rápidamente, mientras su majestad habla con Jesús Picatoste y se interesa por el vídeo de la irrupción de Tejero en el Congreso. Los electricistas ayudan a montar los focos, dos de ellos justo detrás del rey, con la finalidad de evitar las sombras. Todo esto se hacía con gran rapidez, mientras al rey se le veía tranquilo y sereno”.

“Limpiamos la mesa de papeles –continúa Erquicia– , para que no existieran elementos distorsionadores de la imagen e hicimos una primera prueba de sonido, y luego le dije a su Majestad: 'Señor, cuando le haga una señal, puede comenzar'. Estábamos grabando con una cámara de vídeo y otra de cine. Una vez acabada la filmación, comprobamos que había salido bien, y el rey nos dijo que saliéramos corriendo que había que dar el mensaje cuanto antes. Durante la grabación, por detrás de las cámaras, estaban la reina, el príncipe Felipe, las infantas Elena y Cristina… otro detalle es que se paró el aire acondicionado, para que no existieran ruidos y que se movió la hora del reloj, para evitar se dieran las campanadas en mitad de la grabación”.

“En dos coches, y escoltados –termina Pedro Erquicia–, regresamos a Prado del Rey. Entramos al sótano de la Casa de la Radio y se emitió el mensaje”.

Era la una y ocho minutos en la madrugada del 24 de febrero de 1981. Los representantes de la soberanía popular estaban secuestrados en el Congreso por un teniente coronel de la Guardia Civil; en Valencia, los tanques dominaban las calles desiertas; estaba reunida la comisión de subsecretarios, como un gobierno bis, ya que el titular seguía retenido; nadie dormía a la una y ocho minutos de la madrugada en España, el transistor en el oído y la vista en la televisión a la espera del mensaje del rey, que habían ido a grabar a las nueve y media de tarde-noche desde Prado del Rey a la Zarzuela, sin tráfico ni distancia que hicieran perder tiempo. A la una y cuarto, paliada en parte la inquietud, muchos españoles se fueron por fin a la cama. Y yo pregunté "¿Por qué tanto tiempo de retraso –casi cuatro horas– para emitir el mensaje más importante de la historia de la televisión. “Nada que comentar”, me dijo uno de los protagonistas. “No hagas caso de historias”, me contestó otro con sonrisa condescendiente; “El mensaje del rey se emite tan pronto vuelven Picatostes y Erquicia… lo que pasa es que tardan en llegar porque no existía el enlace directo que pusimos inmediatamente después de esos días”, asevera el máximo responsable de RTVE.

Hasta aquí los datos que he podido comprobar. Pero hay otra historia. Una historia que yo no he vivido ni contrastado, pero que sí lo hizo un grandísimo (y desconocido para el gran público) periodista. Una historia, nunca publicada, en que se reconstruyen esas horas de Zarzuela tras muchas horas de conversación con un importante, decisivo y discreto, personaje, que estuvo en esa sala del palacio donde se grabó el mensaje. Una historia que habla de dudas y vacilaciones del rey, de llamadas telefónicas de ida y vuelta, sin presencia del príncipe y las Infantas; de momentos de depresión, y vuelta a cambiarse de ropa… hasta la frase atribuida a la reina: “Acuérdate de mi hermano”, en referencia al rey Constantino de Grecia, que se alineó con el golpe de los coroneles en su país que, al cabo, le haría perder la corona tras la vuelta de la democracia.

Pero, ya digo, esa otra historia, que desmentiría el papel de Juan Carlos I como “salvador de la democracia”, no la he vivido, no he podido comprobarla. En cualquier caso, nadie ha aclarado la incógnita principal: ¿Por qué cuatro horas para un recorrido tan corto y un mensaje tan breve?

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