Todos se quejan, pero muy pocos lo dejan: X sigue siendo esencial para los políticos

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Ada Colau, por entonces alcaldesa de Barcelona, decidió abandonar Twitter en 2021: "Deforma la realidad" y "te acaba casi convenciendo de que la humanidad es mala, desconfiada, egoísta". Dos años después, a finales de 2023 y ya convertida en X gracias a la irrupción de Elon Musk, el paso lo dio la regidora de París, Anne Hidalgo: "Es un arma de destrucción masiva de nuestras democracias". El pasado fin de semana, fue el turno de Jaume Collboni: "Es un pozo de fake news, falsedades e intransigencia". Menos llamativo fue el paso atrás de Ion Antolin, director de comunicación del PSOE, que el pasado 13 de agosto publicó su último tuit ante "las condiciones de toxicidad y desinformación actuales".

No son los únicos. En Reino Unido, la diputada laborista de Leigh, Jo Platt, abandonó totalmente X antes de las elecciones británicas del pasado julio después de presenciar el "deterioro" de la plataforma tras pasarse a Threads, una de las alternativas a Twitter junto a Mastodon y Bluesky. El pasado agosto, después de que grupos de extrema derecha inundaran las calles de odio racista y xenófobo alentados desde X, dos parlamentarios laboristas abandonaron la app: Josh Simons, que ha desactivado su cuenta, y Noah Law, que lleva sin tuitear desde el 8 de agosto. Según publicó The Guardian, muchos otros laboristas comenzaron entonces a examinar alternativas e incluso la ministra de Interior, Jess Phillips, con más 700.000 seguidores, dijo que quería reducir el uso que hace de la red social porque es "un lugar de miseria". 

En Australia, la senadora independiente Jacqui Lambie cerró su cuenta de X después de que Musk negase la solicitud del gobierno de Anthony Albanese de eliminar contenido gráfico del atentado del pasado abril en un centro comercial de Sídney. Tras llamar al boicot a todos sus colegas, aseguró que el multimillonario era "un fanático de las redes sociales sin conciencia social". El empresario, dueño también de SpaceX y Tesla, le respondió a la parlamentaria de Tasmania que era "un peligro para el pueblo australiano". 

Son pocos casos y quizás son anecdóticos, pero sus ejemplos han provocado que se vuelva a abrir el debate alrededor de Twitter por tratarse de figuras públicas de primer nivel que renuncian de un plumazo a grandes comunidades con decenas de miles de seguidores —Anne Hidalgo mantiene aún millón y medio de seguidores tras casi un año de silencio—. En una sociedad digital en la que parece que el político de turno en primera línea, y sea del color ideológico que sea, va con una cuenta de X bajo el brazo, a todos estos ejemplos les une el mismo hilo común: la crítica a la plataforma y, ahora, a Musk. 

En estos casi dos años que lleva el hombre más rico del mundo al frente de la tecnológica ha logrado escorar la red social claramente hacia la alt-right o la derecha alternativa poniendo en jaque las bases de las democracias. El cóctel para conseguirlo es de sobra conocido con solo asomarse a la plataforma cinco minutos: la desinformación, los discursos de odio, la pornografía y las estafas pululan ahora a sus anchas y sin ningún tipo de control. 

¿Por qué no se van de X?

A pesar de las críticas, la sensación que se transmite de puertas para fuera es que, a pesar de todos sus defectos y problemas, son más los que deciden resistir que saltar del barco a pesar de la ola de bulos o de los insultos que reciben a diario. "Es la red política por excelencia, donde la ciudadanía comenzó a tener una relación bidireccional con los líderes políticos, donde también se ha movilizado y se ha informado", recuerda Teresa Ciges, periodista y consultora de comunicación política y estrategia digital, que apunta que asimismo ha jugado un papel fundamental a la hora de "marcar la agenda". "A día de hoy y a pesar de su descrédito, aún lo hace y sigue movilizando al núcleo duro de votantes", explica esta experta. 

Consultados por infoLibre, PP, PSOE, Sumar y Podemos esgrimen razones diferentes para mantenerse en estas cuentas. Desde Génova, trasladan que no comentan la decisión de Collboni, que tiene su propia actividad en redes y que partido, diputados y resto de cargos tienen las cuentan que quieren. 

Desde el PSOE aseguran que tampoco ejercen ningún poder sobre las intervenciones en estas aplicaciones de sus cargos públicos y militantes. Lo que está claro es que, según un informe interno de los socialistas de balance sobre redes al que tuvo acceso infoLibre el pasado enero, X sigue siendo la que tiene más alcance para la formación. Fuentes socialistas trasladan a este medio que entienden la decisión de Collboni ante una plataforma que lleva a cabo una "política reaccionaria, de enfrentamiento y a favor de ideas absolutamente conservadoras". Sin embargo, como partido no pueden abandonar esta herramienta ya que "los periodistas y los medios siguen viviendo de ella y con el contenido generado ahí al igual que otros partidos y personalidades".

Desde Sumar, su secretaria de comunicación, Elizabeth Duval, detalla que España es "uno de los países que más utilizan X a nivel europeo" por lo que "esto coloca a cualquier formación progresista en una tesitura complicada" ya que "Musk lo ha convertido en una herramienta para sus fines empresariales y personales" entre los que se encuentra, por ejemplo, apoyar y financiar a Donald Trump. "Pero sigue siendo uno de los lugares de discusión fundamentales y un campo al cual una parte de la población está muy atenta, aunque siempre se parte en desventaja por los contenidos que fomenta el algoritmo", reconoce. 

X tiende a llevar a cabo una política reaccionaria, del enfrentamiento y a favor de ideas absolutamente conservadoras

Y desde Podemos reiteran que aunque X se ha convertido en un lugar "cada vez más irrespirable" sigue "teniendo repercusión y hay que contrarrestar el discurso de odio desaforado que Elon Musk premia y alienta". "La batalla que se pierde es la que se abandona", aseguran fuentes de la formación morada. 

Más allá, también están las razones que comparten con el resto de usuarios de una red social que es muy de nicho para periodistas, políticos y generadores de opinión. Entre las causas de que aún no se haya producido el gran éxodo se encuentran el encanto del viejo Twitter que mantiene aún el punto de adicción de todas estas herramientas; la costumbre ya que a los usuarios les cuesta dejar una plataformas por los contactos generados y el miedo a no encontrarlos en el lugar de escape; el FOMO o el miedo a perderse algo; o la propia vida profesional que impone prácticamente tener presencia en esta aplicación. 

¿Están obligados a estar en X? Díaz dice que sí

Le pasa a los periodistas, tal y como relató a infoLibre la periodista Carmela Ríos hace unas semanas ya que es una herramienta más de trabajo, y también a los políticos. Lo explicó la propia Yolanda Díaz el pasado lunes tras abrirse cuenta en Bluesky, propiedad del creador de Twitter, Jack Dorsey: como vicepresidenta tiene la "obligación y la responsabilidad de estar en los espacios que construyen cotidianamente la opinión pública global". 

¿Va el cargo asociado a la cuenta? "Como aún tenemos vinculado Twitter con la comunicación política, es inevitable pensar que un representante político, o el partido o la institución que representa, debe estar en ella para hacer llegar a la ciudadanía sus mensajes y las acciones que lleva a cabo", sostiene Ciges. No obstante, esta experta recuerda que X tan sólo lo usan el 58% de los internautas, frente al 91% de WhatsApp, el 87% de Youtube o el 76% de Instagram. "Hay otros canales con mucho más alcance en el que sería más idóneo trabajar la comunicación política para llegar a una audiencia más transversal y no tan segmentada", reconoce esta consultora que apunta que, sin embargo, esta red social "aún es la reina" marcando agenda a pesar de su clima "hostil y tóxico". 

Eso sí, cabe destacar, por poner varios ejemplos que, del actual Consejo de Ministros con 22 carteras, Margarita Robles es la única que no tiene perfil en X. Félix Bolaños abrió su cuenta en mayo de 2023, dos años después de asumir su primera cartera. Jordi Hereu y Ana Redondo se abrieron sus respectivos perfiles en noviembre de 2023, justo después de ser nombrados ministros. Y, en el caso de los regidores, de las 30 alcaldías de los municipios con más de 200.000 habitantes sólo Collboni se ha bajado de X.

El amor-odio de los políticos con X

A pesar de esta simbiosis entre políticos y X, lo cierto es que últimamente las críticas hacia la plataforma no han dejado de crecer. En el caso español, sobre todo después del caso del niño Mateo, asesinado el pasado agosto en Toledo y que provocó un tsunami de bulos racistas en X. Las últimas críticas llegaron esta misma semana de la propia Yolanda Díaz que aprovechó su estreno en Bluesky para criticar desde su nueva cuenta "la infraestructura digital de la 'internacional del odio'" que ha configurado Elon Musk. 

Musk ha convertido X en una herramienta para sus fines empresariales y personales

¿Es hipócrita criticar a Musk pero resistir en X? "Porque la siguen considerando imprescindible para marcar agenda mediática y también para movilizar a los suyos", reconoce Ciges. Eso sí, esta experta destaca que, a pesar de la toxicidad, el propio funcionamiento de la plataforma permite la existencia de "burbujas con cámara de eco", es decir, cuando los usuarios consumen información que confirma sus opiniones". "Esto, visto desde una formación política, puede ser beneficioso para implantar marcos en los núcleos duros y hacer llegar argumentarios. Ahora bien, difícilmente servirá para convencer a nuevos votantes", apostilla. 

No obstante, lo que están haciendo muchos políticos de ideologías progresistas, tanto nacionales como internacionales, es comenzar a abrirse cuentas en otras aplicaciones similares como son Threads o Bluesky. Lo hizo, como comentamos más arriba, Yolanda Díaz este lunes. También Sumar ha seguido este miércoles el ejemplo de su líder. "Abandonar X por completo cuando es una de las principales herramientas de comunicación tanto del periodismo como de la política es complicado, pero sí que hace falta no alimentar al troll", defiende Elizabeth Duval que señala que ante, un escenario en el que el antiguo Twitter "se están traspasando líneas rojas", es necesario "apostar por otras redes para construir una esfera pública menos tóxica". 

Podemos cuenta ya con perfiles en Threads o Bluesky. Mientras, conservan su actividad en X intentando "publicar contenido honesto que explique las verdades, aunque en ocasiones eso pueda ponernos las cosas un poco más difíciles", explican fuentes de la formación morada. 

La batalla que se pierde es la que se abandona

El PSOE aún no ha dado el paso con Bluesky, pero sí con Threads. "Sabemos que X es un lugar hostil para nosotros y donde no está nuestro público objetivo, que suele propagarse por otras aplicaciones como Instagram o TikTok. Aun así, llevamos nuestros mensajes con orgullo en todas las plataformas posibles", sostienen fuentes socialistas. 

Por qué deberían seguir el ejemplo de Collboni

A pesar de ser la red política por excelencia y todas sus ventajas a nivel comunicativo, con los ejemplos de salidas, la pregunta es obligada. ¿Deberían seguir el ejemplo reciente de Collboni y dejar X? "Es una pregunta complicada de responder", reconoce Ciges que explica que "todo depende de los objetivos de su comunicación digital y de si la balanza está compensada" con otras aplicaciones como pueden ser Instagram, TikTok o incluso LinkedIn

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No obstante, para Ciges, los casos de Collboni, Colau y Hidalgo, siendo en el momento de su marcha aún alcaldes de grandes capitales, son una excepción ya que siguen teniendo su disposición "grandes altavoces" con todos los canales de comunicación institucional junto con los de su partido a su alcance para "amplificar sus acciones y mensaje". "Se aseguran que, a pesar de cesar la actividad en esta plataforma, tendrán capacidad de marcar agenda", apunta esta experta que recomienda no dar este paso si no tienen "unas comunidades potentes y bien trabajadas en Instagram o WhatsApp, por ejemplo". 

Porque, al final del día, y como llevamos repitiendo hasta la saciedad durante los últimos 23 meses, razones no les faltan. Aunque el Twitter que abandonó Colau en 2021 no era perfecto por mucho que ahora lo idealicemos, la llegada de Musk lo puso todo patas arriba. El multimillonario usó su poder para influir en la mecánica de X cambiando a su antojo y beneficio el algoritmo para promover sus ideas y, por tanto, las de la extrema derecha. Además, se cargó las insignias azules de verificación tal y como se conocían y se entendían —como símbolo de estatus y no de pago como ahora—, fulminó a gran parte del equipo de moderación de contenidos, y cerró la el acceso libre a su API, la interfaz que permitía estudiar y recopilar los datos que circulan por la plataforma y su comportamiento. 

A pesar de la falta de transparencia que reina en la tecnológica con Musk como único portavoz, existen alguna que otra investigación que demuestra el estado actual de X. En junio de 2023, un estudio científico de las universidades de Cornell y de California en Berkeley señaló que desde la llegada del empresario el algoritmo amplifica la ira, la hostilidad y la polarización. Y, en marzo de 2023, una investigación de Poynter Institute señaló que la desinformación había aumentado un 44%. 

Ada Colau, por entonces alcaldesa de Barcelona, decidió abandonar Twitter en 2021: "Deforma la realidad" y "te acaba casi convenciendo de que la humanidad es mala, desconfiada, egoísta". Dos años después, a finales de 2023 y ya convertida en X gracias a la irrupción de Elon Musk, el paso lo dio la regidora de París, Anne Hidalgo: "Es un arma de destrucción masiva de nuestras democracias". El pasado fin de semana, fue el turno de Jaume Collboni: "Es un pozo de fake news, falsedades e intransigencia". Menos llamativo fue el paso atrás de Ion Antolin, director de comunicación del PSOE, que el pasado 13 de agosto publicó su último tuit ante "las condiciones de toxicidad y desinformación actuales".

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