Los gatos hechos con IA son tóxicos: así se oculta el discurso ultra en los vídeos que triunfan en redes

Por increíble que parezca, la escena que se describe a continuación está protagonizada por gatos con apariencia humana. Un pequeño minino blanco mancha su cama. Otro felino adulto, muy musculado, se enfurece y le pega al ver el desastre. Una gata anaranjada, que suponemos que es su madre, acude a su rescate. Ambos son echados, literalmente, a patadas de casa. Madre e hijo se ven abandonados en la calle, durmiendo al raso, con sus pijamas rotos y comiendo de la basura. Pero su suerte cambia cuando aparece otro felino trajeado, rico y regordete. Él se hace cargo de ellos, les da de comer y un hogar y, sobre todo, no entra en cólera cuando el pequeño vuelve a manchar la cama entre los aplausos y los besos de la gata.
Este es solo un ejemplo de los miles de vídeos de animales generados con inteligencia artificial que actualmente inundan las redes sociales, sobre todo Instagram y TikTok. En cuentas como @mpminds_, @talesofaicats o @lazycatking1 su único contenido son prácticamente este tipo de publicaciones de escasos 30 segundos de duración y que acumulan millones de reproducciones y miles de likes. A todos los unen cuatro elementos en común.
El primero, obviamente, es el uso de la inteligencia artificial. La proliferación de herramientas como Sora de Open AI, Google Gemini o Midjourney junto programas de edición de video cada vez más profesionales, como CapCut, permite que este nuevo género florezca amparado en los algoritmos de las redes sociales. "A priori, hacer el vídeo no cuesta mucho", reconoce Lucía Ortiz de Zárate, investigadora en Ética y Gobernanza de la Inteligencia Artificial en la Universidad Autónoma de Madrid, que señala que también dependerá de "lo diestro que sean las personas que están haciendo" este trabajo.
Aunque sea fácil, la utilización de uno u otro programa es clave para el resultado final del vídeo. "En función de con qué datos haya sido entrenada esa inteligencia artificial, se van a generar un tipo de contenido u otro y dependerá de qué imágenes de animales son más frecuentes", explica esta experta que destaca la importancia del promt, las órdenes, que reciba la herramienta. "Por ejemplo, un gatito con pelo probablemente resulte más simpático o genere más ternura que los que no tienen pelaje", sostiene Ortiz de Zárate.
"El peligro que tiene usar inteligencia artificial es que aprende imitando datos humanos", defiende Rosa Márquez, doctora en Estudios de Género y realizadora audiovisual. Esto provoca, por tanto, que se reproduzcan "nuestros sesgos, nuestros estereotipos y nuestros engaños porque miente cuando no sabe cómo responder". Tal y como apuntan diferentes estudios, esta tecnología es machista, racista, con prejuicios sociales y también tienen ideología.
El segundo elemento que todos tienen en común es su repetitiva y pegadiza musiquita de fondo. La melodía que acompaña a la práctica totalidad de estos vídeos se trata es una versión de Bongo Cat con maullidos en vez de letra de What Was I Made For de Billie Eilish, una de las canciones de la banda sonora de Barbie.
El poder del gato
La tercera característica que comparten estos vídeos es su estética. Todos los protagonistas son animales, mayoritariamente gatos, con aspecto, características y ropa humanas, en la mayoría de los casos hipersexualizados. Esto tiene una explicación. "Cuando vemos un animalito haciendo algo tierno o divertido, nuestro cerebro libera dopamina y oxitocina casi al instante, provocándonos esa sensación cálida de bienestar", asegura Oliver Serrano, psicólogo especializado en comunicación digital y director del Máster en Psicología General Sanitaria de la Universidad Europea de Canarias, preguntado por el éxito que tiene la fauna en Internet.
Además, según reconoce Ortiz de Zárate, al "introducir animales o cualquier tipo de dibujo que sea agradable" lo que se busca es "distanciarse de una realidad que si estuviese representada por humanos, generaría muchísimo más rechazo". Además, sostiene esta experta, suelen ser animales que "generan ternura y dulzura" como es el caso de los gatos o de los perros.
Por esto, no es para nada casual que uno de los animales más elegidos para este tipo de vídeos generados por inteligencia artificial sean los felinos. A pesar de su mala fama por su carácter supuestamente independiente y agrio —aunque esto daría para otro tipo de debate que no vamos abrir ahora—, los gatos han inspirado contenido viral desde los inicios de internet. Es más, uno de los primeros memes fue el business cat, un gato con corbata.
Para Oliver Serrano, su éxito en Internet responde a "un encanto enigmático que combina autonomía con momentos de ternura muy puntuales". "Cuando deciden acercarse a ronronear o dejarse acariciar, sentimos que hemos logrado algo especial, casi como si hubiéramos desbloqueado un logro de afecto", asegura. Además, "sus rasgos faciales, sus ojos grandes y su hocico pequeño, despiertan nuestro instinto de cuidar, al igual que sucede con un bebé".
Mensajes ideológicos
Y, por último, en todos estos vídeos todo es muy visual, con estética inocente y con unas tramas muy simples pero con mensajes muy preocupantes, aunque ya totalmente habituales en redes sociales. "Están reproduciendo un mensaje claramente ideológico", explica Ortiz de Zárate, que apunta que así se está "dulcificando contenidos terriblemente nocivos" o "reforzando ciertas formas tóxicas de masculinidad".
Tal y como destaca Rosa Márquez, todas estas historias "siempre reproducen el mismo esquema". "Hay un drama y eso desencadena la historia que siempre suele ser de venganza o de superación que, en el caso de los personajes femeninos, suele implicar un proceso de adelgazar", sostiene.
Así, en algunos vídeos, una madre rescata a su hijo de un padre cruel encontrando otro progenitor cariñoso, mientras que en otros el progenitor comienza a robar para salvar a su pequeño enfermo. También hay muchos en los que una versión infantil del animal sufre bullying y una figura paterna le ayuda a vengarse.
En algunos, el personaje femenino engorda, su pareja le engaña o le pega y ella se va, y finalmente ella se pone a hacer ejercicio, adelgaza y encuentra a otra pareja mejor. En otros, el personaje masculino gordo es rechazado por su pareja, cambia de vida y adelgaza y se convierte en millonario para rechazarla a ella cuando se interesa por su versión mejorada. Y en un par de ellos incluso aparecen personajes famosos como Cristiano Ronaldo o Donald Trump como clave en el cambio o en la venganza.
"Lo que buscan es distanciarse de una realidad que si estuviese representada por humanos, generaría muchísimo rechazo", asegura Ortiz de Zárate. Esta experta señala además que así se busca "normalizar y blanquear conductas" que "son absolutamente reprochables" para así quitarles "importancia".
Drama basado en venganza, maltrato o gordofobia
Es decir, de una manera más o menos sutil según el vídeo, repite sistemáticamente un discurso reaccionario apelando a valores conservadores y a la tradición junto con clichés y estereotipos misóginos, machistas y sexistas aderezado de discursos gordofóbicos y racistas. Curiosamente, el personaje malvado suelen ser de color negro.
"Aunque representan animales, tienen comportamientos humanos muy estereotipados", recuerda Márquez. Según detalla esta experta, "los personajes masculinos suelen tener trabajo y un papel de salvador, y en el caso de los femeninos son madres o amas de casa y su historia gira en torno a su rol de madre o a la belleza". Así la moraleja que encierran estos vídeos es "una superación personal" que pasa por "por hacer ejercicio, buscar otra pareja para que ofrezca ayuda o ganar dinero".
La tecnología que usan, su música pegadiza y su estética exitosa logran así esconder todas estas ideas ultras. "Es una vuelta al esencialismo de género. Estamos asistiendo a una sociedad cada vez con más conciencia feminista pero que, por otro lado, consume masivamente estos contenidos retrógrados que vuelven a los roles tradicionales de género y a la hipersexualización femenina", alerta Márquez.
La generación alfa, su audiencia principal (pero no la única)
Y todo escondido por unos ingredientes de éxito para una viralidad casi asegurada gracias a los algoritmos de las redes sociales que jalean los discursos de odio para mantener a los usuarios enganchados. Porque, aunque parezcan vídeos absurdos, consiguen que no podamos dejar de consumirlos al aparecer una y otra vez en nuestros feed de Instagram o TikTok. "Aparecen machaconamente una y otra vez porque las redes premian estos contenidos", apunta la experta.
¿Por qué? "La magia reside en su brevedad y en lo imprevisible: un minuto de imágenes sin sentido aparente, que cambian de forma sutil en bucle, nos permite desconectar de la avalancha informativa", explica Serrano. Para este experto, este tipo de contenido, suele exigirnos "muy poco esfuerzo mental" y terminan convirtiéndose "en un remanso de alivio frente al bombardeo de noticias o multitareas".
Este éxito que empuja la viralización de estos vídeos generados por inteligencia artificial tiene un riesgo intrínseco al darle voz a mensajes claramente ultras: su audiencia. Su público objetivo son los más jóvenes, sobre todo la generación alfa —los nacidos después de 2010— que comienza a aterrizar en redes sociales y normalizan con estos contenidos comportamientos claramente ultras.
¿Son las películas Disney de las nuevas generaciones?
Ante la moraleja que trasladan estas publicaciones, la comparación más cercana, y quizás más simple, puede ser la del mito del príncipe azul, popularizado por los cuentos de hadas de Disney para aquellas generaciones que crecieron en los 80, los 90 y principios de los 2000. Estas películas, que beben de muchos cuentos clásicos, se refieren siempre a la idea de un hombre perfecto, un príncipe guapo y valiente que rescata a la damisela en apuros y con quien vivirá feliz para siempre. Un mensaje que muchos de estos vídeos de animales hechos con IA también trasladan.
"Todas las historias, aunque nos parezcan originales, siempre son las mismas", reconoce Márquez. No obstante, para esta experta la comparación, aunque entendible, es cuestionable ya que estos vídeos de animales son "más perjudiciales": "En las historias de Disney se dulcifica todo porque los cuentos clásicos eran más vengativos. Pero ahora, lejos de ser buenista, también hay venganza y ese objetivo de resarcirse, de quedar por encima".
Aunque las películas Disney y estos vídeos de animales hechos con inteligencia artificial puedan tener el mismo leitmotiv, lo cierto es que, tal y como destaca Márquez, "el mensaje final es más violento". "Y aquí aparece otro problema. Como el consumo es tan rápido, necesitamos más y así el contenido se vuelve más violento y más radical para seguir enganchando al espectador", sostiene esta experta.
El auge de los vídeos que "pudren el cerebro"
Al hacerse más violento y más radical, en muchas ocasiones y con la multiplicación, se termina provocando lo que se conoce como "basura de IA". Es decir, publicaciones de baja calidad generadas en grandes cantidades que rozan ya lo absurdo al perder cualquier parecido con la realidad.
"Si abusamos de este tipo de contenidos podemos acostumbrar al cerebro a recompensas muy rápidas y superficiales, lo que termina dificultando la atención prolongada", reconoce Serrano que señala que "al priorizar lo inmediato y lo trivial, perdemos cierto gusto por el análisis profundo y la complejidad". "Esto puede infantilizarnos en el sentido de que buscamos estímulos sencillos como si fuéramos niños pequeños", admite este experto para el que "este visionado pasivo puede intensificar la sensación de soledad y desconexión con el mundo real".
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Esto, según muchos investigadores, tiene una traducción directa en un efecto que ya se conoce en inglés como italian brain rot, contenido que "pudre el cerebro". Estas publicaciones reciben su nombre de aquellos vídeos absurdos con situaciones muy extrañas y particulares protagonizadas por personajes que rozan lo absurdo, como un tiburón con zapatillas, una taza de cappuccino con tutú o un cocodrilo convertido en bombardero militar, mientras suena de fondo el "tralalero, tralalá" al ritmo de prácticamente cualquier canción exitosa como el Waka Waka de Shakira.
Para Oliver Serrano, hablar de "cerebro podrido" tiene "un componente deliberadamente sensacionalista" y apunta a que por ahora "la investigación que relaciona el consumo masivo de clips muy breves y de baja complejidad con un deterioro cognitivo real es todavía incipiente". "Es cierto que hay estudios que sugieren que la sobreexposición a estímulos veloces y fragmentados puede influir en nuestra capacidad de mantener la atención prolongada, pero hablamos de moderaciones en el rendimiento, no de daños irreversibles, y casi siempre en contextos de consumo excesivo sin contrapesos", explica.
Es decir, para este experto, aún no estamos ante "un efecto comparable a intoxicar literalmente el cerebro, sino ante un posible sesgo de hábito". "Si pasamos horas y horas viendo contenido muy sencillo, nuestro umbral de estímulo se acostumbra a lo inmediato y cuesta más engancharnos a experiencias que exijan concentración o reflexión. El remedio no es demonizar por completo estas dosis de entretenimiento rápido, sino equilibrarlas con actividades que estimulen funciones ejecutivas como la lectura pausada, debates, aprendizaje de nuevas habilidades", defiende Serrano para que así nuestro cerebro siga ejercitando "distintos músculos cognitivos".