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La noche en la que Uri Geller paralizó España: Julia Otero regresa a TVE para hacer historia... de la televisión

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El 6 de septiembre de 1975, mientras el dictador Francisco Franco entraba en una larga agonía, la audiencia televisiva, prácticamente total, del Directísimo sabatino se asombraba con la intervención de un israelí, desconocido hasta esa noche. Uri Geller; ante los ojos de sorpresa –real o fingida– de José María Iñigo, hacía que las cucharillas se partieran en dos tras frotarlas levemente con dos dedos de su mano, y pedía que los espectadores sacaran en sus casas del olvido relojes viejos y en desuso y los frotaran durante unos instantes para comprobar si funcionaban de nuevo y llamaran a TVE si así ocurría. Los periodistas que estaban allí en la sala de invitados –entre ellos quien firma este artículo– para cubrir habitualmente las peripecias del programa fueron inmediatamente informados por sus espías en la casa de que la centralita telefónica de Prado del Rey estaba colapsada por cientos, miles, de llamadas que aseguraban que sus abandonados relojes funcionaban de nuevo.

Ante lo llamativo del suceso, los periodistas concretaron esa misma noche con el representante del invitado israelí una entrevista a Uri Geller en la mañana del domingo en el hotel Eurobuilding. La sorpresa fue en aumento cuando, al ir abandonar las instalaciones de TVE, los informadores comprobaron que una multitud de alrededor de dos mil personas se había desplazado hasta las inmediaciones de Prado del Rey para ver y hablar con Geller, que tuvo que salir camuflado en un coche de producción del programa. El impacto fue de tal calibre que, en los días siguientes, los periodistas fueron convocados por el ilusionista Juan Tamarit y el presidente de la Asociación de Parapsicología, Ramos Perera, a sendas ruedas de prensa para explicar que todo era trucos de magia y no un producto de los inexistentes poderes de Uri Geller.

Pues bien, de aquel suceso televisivo arranca en la noche de este martes, bajo el título de El día que nos la colaron por primera vez, el estreno del nuevo programa de Julia Otero, Días de tele, en el que estará acompañada por la humorista y podcaster Carolina Iglesias , el catedrático en Ciencias de la Comunicación José Miguel Contreras y el periodista Pablo González Batista, que reflexionarán sobre la verdad y la mentira hasta nuestros días. También estará en el estudio el actor y director Paco León, la cantante Lolita, el actor Juan Echanove, el ilusionista Adolfo Masyebra, o el presentador Arturo Valls y, para concluir, un artista en esto de la mentira: el pequeño Nicolás. 

El espacio, producido por TVE en colaboración con LaCoproductora, de PRISA Media, discurrirá en las próximas semanas por fenómenos televisivos como el Chanelazo o Grand Prix, el encendido del pebetero para los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, y otros tantos hitos catódicos, y siempre con la presencia de invitados que aportarán su punto de vista o sus recuerdos. "Les invitamos a un viaje creado por y para gente apasionada por la televisión –ha dicho la propia Julia Otero– , esa gente para la que la tele es parte fundamental de la vida". Otros acontecimientos que se recordarán serán la victoria de Rosa López en la primera edición de Operación Triunfo, la caída de las Torres Gemelas, la muerte de Chanquete en Verano Azul o el sketch Encarna de Noche, que protagonizaron Martes y Trece en la Nochevieja de 1986.  

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Casi cincuenta años en la profesión 

Otero, que había nacido en 1959 en la gallega Monforte de Lemos, se trasladó con sus padres a Barcelona con tan solo tres años, y se introdujo en la radio, de una manera casual, a los diecisiete, con Protagonista, el cine, en radio Sabadell, espacio que poco después dirigiría; pasó por Radio Juventud y llegó a Radio Miramar, una de sus emisoras fetiche en aquellos años iniciales, en la que presentó y más tarde dirigió diversos programas, antes de recalar en Onda Cero, donde llenó toda la década de los noventa con La radio de Julia, que terminó abruptamente siendo líder de audiencia cuando Telefónica compró la emisora a la Once. No obstante, en 2007, retornó a esa cadena de emisoras con el espacio Julia en la onda", hasta la fecha.

En paralelo, en 1987 debuta en La 2 de TVE con el programa de debate Una historia particular para un año después pasar a presentar su primer gran éxito televisivo 3X4. Hace unos días, tras la muerte de su creador, Sergi Schaaff, Julia describía así el momento: "Yo hice un par de castings, como tantos otros compañeros de la radio, y no me escogieron. Recuerdo que un día me llamó Sergi y me dijo: 'Jovencita, los directores de esos programas están ciegos, pero a la tercera va la vencida y sin casting'. Y ahí surgió 3x4, porque él había decidido que yo era una buena candidata para presentar su nuevo formato. Luego llegó también La luna, también, de la que él fue creador y director". Este espacio se emitió primero en el circuito catalán y luego para toda España, al que sucedieron Telepasión española y La Ronda ; en esa década de los noventa compaginó su trabajo en Onda Cero, ya citado, con incursiones en Antena 3, Telecinco y durante cuatro temporadas en TV3, para retornar ya en 2005 a La 1 de TVE con el espacio Las cerezas, y en 2012 el programa Entrevista a la carta, al que sucedió un largo paréntesis, que se romperá este martes con Días de tele.   

El 6 de septiembre de 1975, mientras el dictador Francisco Franco entraba en una larga agonía, la audiencia televisiva, prácticamente total, del Directísimo sabatino se asombraba con la intervención de un israelí, desconocido hasta esa noche. Uri Geller; ante los ojos de sorpresa –real o fingida– de José María Iñigo, hacía que las cucharillas se partieran en dos tras frotarlas levemente con dos dedos de su mano, y pedía que los espectadores sacaran en sus casas del olvido relojes viejos y en desuso y los frotaran durante unos instantes para comprobar si funcionaban de nuevo y llamaran a TVE si así ocurría. Los periodistas que estaban allí en la sala de invitados –entre ellos quien firma este artículo– para cubrir habitualmente las peripecias del programa fueron inmediatamente informados por sus espías en la casa de que la centralita telefónica de Prado del Rey estaba colapsada por cientos, miles, de llamadas que aseguraban que sus abandonados relojes funcionaban de nuevo.

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