La baja productividad, el último comodín de la patronal para rechazar la reducción de jornada

Dos trabajadores en una obra en Madrid.

Una cosa son las horas de trabajo, y otra lo que cada una de esas horas aporta a la generación de rentas de la empresa. Esto último, la productividad, es un argumento habitual en los desencuentros que mantienen las patronales con los sindicatos y el Ministerio de Trabajo. “Los países que trabajan más horas no son los más productivos”, le espetaba Pepe Álvarez la semana pasada a CEOE y Cepyme, tras su negativa a acordar la jornada de 37,5 horas. La patronal respondía diciendo que esta variable sigue en España por debajo de los niveles prepandemia y que, mientras no mejore, no se debería plantear una reducción en las horas de trabajo.

Pero lo que está en la raíz de este debate no son los datos macroeconómicos, es si una medida como la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) o la reducción de la jornada laboral van a empeorar el desempeño de este indicador. España crece aquí por debajo de la media europea, es el quinto país que más despacio avanza en productividad, según el Consejo General de Economistas.

Por su parte, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo ha señalado en varias ocasiones que una jornada más corta mejoraría el rendimiento y, por tanto, impulsaría este indicador. “Hoy se presume que todas estas medidas son eficientes económicamente […] Y me parece que con esta medida va a pasar exactamente igual. Mejora la productividad, la vida de los trabajadores y las trabajadoras, la economía”, señalaba Yolanda Díaz esta semana en una entrevista concedida a ElDiario.es.

Para los sindicatos este argumento tampoco debería esgrimirse para esquivar reformas en el mercado de trabajo. “Desde el 2018 hasta el 2023, la productividad subió un 36% y los salarios un 3,8%. Esto no parece un reparto equitativo”, explica Fernando Luján, vicesecretario general de política sindical de UGT. “La pregunta que hay que hacer a la patronal es hasta dónde, cuál es el parámetro a partir del que se podrían subir los salarios o reducir la jornada laboral, porque no han dado ninguna cifra. Si ha de hacerse mirando a los países europeos, nos estamos comparando con economías cuyo salario mínimo ronda los 2.000 euros”, concluye.

Para Luján, las horas de trabajo no se pueden relacionar directamente con el desarrollo de la productividad. “He estado este mes de diciembre en México, allí tienen el mismo debate que nosotros, pero ellos quieren reducir de 48 horas semanales a 40 su jornada ¿alguien puede pensar que México es más productivo que Dinamarca por trabajar más horas?”.

En la misma línea apunta el Ministerio de Trabajo en la memoria elaborada para analizar el impacto de la reducción de jornada, a la que ha tenido acceso infoLibre. El documento señala que en países como Dinamarca, Suecia, Países Bajos, Noruega o Bélgica, con elevada productividad, “la jornada pactada está por debajo de las 38 horas semanales”. Por otro lado, señalan que en ámbitos como la industria hay evidencia de que la productividad por hora “disminuye cuando las jornadas laborales son más largas”.

Desde el otro extremo del terreno de juego, CEOE y Cepyme argumentan que la jornada reducida comprometerá la evolución de las empresas más pequeñas. “La reducción de la jornada, para no conllevar un menoscabo de la actividad de las empresas ni de su organización, debe estar acompañada de una ganancia de productividad”, detallan en un informe. “Cabe tener en cuenta que la pyme española está registrando una disminución continuada de su productividad”, concluyen.

Cautela entre los expertos

En el lado de los expertos, las opiniones difieren. Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, señala que el impacto de la reducción de jornada “puede provocar una reducción por persona ocupada, en la medida en que van a trabajar menos horas”, pero matiza que hay factores que pueden compensar ese efecto automático. “Si la reducción se realiza de manera negociada, sabemos que esto ha llevado a experiencias positivas. Puede conllevar una mejora de la eficiencia productiva porque sencillamente mejora la organización de trabajo”, explica. El otro punto a favor es, a ojos del experto, que una implantación gradual ayude a encontrar “nuevos nichos de eficiencia productiva”, es decir, nuevas formas de trabajar.

En el lado de quiénes creen que trabajar menos comprometerá la productividad está Josep Ginesta, profesor de OBS Business School. “La reducción de jornada va a implicar que se necesiten personas para cubrir las horas de trabajo que se reducen”, esto en un contexto, explica, donde a las empresas les cuesta fichar profesionales. “Si entendemos la productividad como la eficiencia del mercado de trabajo, habrá que ver cómo evoluciona nuestra economía y el impacto de la medida, porque solo la mejoraríamos produciendo más con las mismas personas trabajando y eso es difícil”, concluye.

¿En qué posición está España?

Para responder a esta cuestión también hay que ponderar la posición de España en la media europea. Mientras que el incremento de este indicador ha sido del 0,8% anual en el promedio de la Unión Europea entre 2013 y 2022, en España fue de solo el 0,4% por ejercicio durante los mismos 10 años, según los datos del Consejo General de Economistas. La lista de los mejor posicionados la encabezan Irlanda, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Francia o Países Bajos.

En octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) avisó a España de que la productividad era su asignatura pendiente, pese a que ponía en valor el “fuerte crecimiento” de su economía. Alfred Kammer, director del departamento europeo, alentaba a realizar reformas políticas destinadas a crear un mercado europeo más sólido que aumentara la competitividad de las empresas del continente y a invertir más en tecnología.

¿Qué se puede hacer?

No suelen existir acuerdos unánimes para problemas macroeconómicos. Sin embargo, en el caso de la productividad hay múltiples elementos interactuando que pueden ayudar a valorar el panorama. “El capital humano es uno de los más importantes. Una buena formación tanto de los empleados como de los empresarios”, explica Torres. Algo que va ligado al desarrollo de la tecnología, es decir, a la capacidad para integrar esos avances en el terreno de lo laboral.

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Sobre este punto en concreto, la innovación, trata también el Banco de España. “Cualquier política integral de crecimiento sostenible ha de estimular este tipo de actividades”, sostiene el texto, que además incide en que en España el porcentaje de empresas innovadoras “es más bajo que en otros países de nuestro entorno”, se queda en el 31% frente al 49% de la UE.

Finalmente, el tamaño de las empresas es otro de los puntos que condiciona la productividad. “Las empresas grandes tienen una productividad más alta porque son de un tamaño suficiente para aprovechar e invertir más en capital y tecnología”, explica el director de Coyuntura de Funcas. Y aquí España también se queda un poco atrás, ya que según el Banco de España un 76,8% de las empresas españolas tenían en 2023 entre uno y cuatro empleados.

Por el momento, las medidas propuestas por el Ministerio de Trabajo para reducir la jornada laboral se limitan a un acuerdo con los sindicatos. Aunque muy probablemente, serán estos debates los que inauguren 2025, puesto que su tramitación se espera para el año que viene.

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