Trump perderá su 'aforamiento' en Twitter pero lo conservará en Facebook

Cuando Donald Trump arrancó su carrera electoral en 2015, contaba con tres millones de seguidores en Twitter y diez millones en Facebook. Cinco años y un mandato presidencial después, el actual líder de EEUU cuenta con casi 89 millones en Twitter, 32 millones en Facebook y 24 millones en Instagram. Sin embargo, estos números podrían modificarse notablemente a partir del 20 de enero cuando Joe Biden jure el cargo. La salida del actual presidente de la Casa Blanca, además del menoscabo de todos los privilegios que lo han acompañado durante los últimos cuatro años, también se podría traducir en una pérdida de su aforamiento en redes sociales.

¿Podrían estas plataformas suspender sus cuentas personales una vez deje de ser presidente? "Sí, rotundamente", asegura Ferran Lalueza, director del Máster universitario de Social Media de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigador del grupo GAME, que también señala que "no actuar así supondría incurrir en una incoherencia flagrante". En EEUU, prácticamente, todos los medios y expertos dan por hecho que Twitter lo hará sin lugar a dudas, otra cosa bien distinta puede ser un Facebook que siempre se ha amparado en la libertad de expresión. "Hay ciertas afirmaciones que pueden quedar más o menos amparadas por la libertad de expresión pero que puestas en boca de alguien con responsabilidades políticas y con una extraordinaria capacidad de movilización resultan infinitamente más dañinas", admite este experto.

El tratamiento especial de Twitter

En Twitter, la cuenta de Trump recibe un tratamiento especial como cuenta de interés público cuando viola las reglas de la red social sobre contenido ofensivo o engañoso dentro de su política de integridad cívica: "No se pueden utilizar los servicios de Twitter con el fin de manipular las elecciones o interferir en ellas", a no ser, evidentemente, que se sea un político. "Nuestro enfoque hacia los líderes, candidatos y cargos públicos del mundo se basa en el principio de que las personas deberían poder elegir ver lo que sus líderes dicen en un contexto claro", explica la tecnológica a preguntas de infoLibre. Asimismo, también señala que "esto significa que podemos aplicar advertencias y etiquetas, y limitar la interacción con ciertos tuits".

Esto es lo que está haciendo la red social con el presidente de EEUU, sobre todo desde el pasado 3 de noviembre. "Twitter define con notable precisión aquellas casuísticas en las que contenidos que no respetan las normas de la plataforma se mantienen visibles en lugar de ser eliminados, y la condición sine qua non para que se produzca este trato preferente y excepcional es que el contenido haya sido difundido por un cargo electo", reconoce Lalueza.

En concreto, desde que se cerraron los colegios electorales hasta este viernes 13 a las 18 horas, Trump ha compartido 156 mensajes, sin contar retuits directos, de los cuales 51 contienen algún tipo de aviso de la plataforma. Es decir, el 32,7% de sus publicaciones contienen información errónea o falsa sobre los comicios. En el mismo periodo de tiempo, ni Joe Biden, ni Kamala Harris, ni su compañero de campaña republicana, Mike Pence, han tuiteado ningún mensaje que haya sido etiquetado con ninguna alerta. Aunque otros mandatarios mundiales, como el brasileño Jair Bolsonaro, también han sufrido en sus carnes esta política, en su caso por comentarios sobre el covid-19.

Timeline de Twitter del presidente Trump días después de las elecciones.

Eso sí, una vez que se nombró oficialmente como ganador a Biden el pasado sábado 7 de noviembre, Twitter ya no esconde los tuits de Trump explicando que "alguna parte o todo el contenido compartido puede ser engañoso respecto a cómo participar en una elección u otro proceso cívico". Ahora, ya sólo coloca advertencias que van desde "obtenga más información sobre los esfuerzos de seguridad electoral de EEUU", pasando por "votar por correo es seguro y está protegido", hasta "esta afirmación sobre fraude electoral está en disputa".

A pesar del privilegio de interés público, Twitter matiza en su página dedicada a este asunto que los líderes mundiales no pueden compartir cualquier tipo de contenido. Y también advierte que si sobrepasan ciertos límites pueden ver suspendidas sus cuentas al promover el terrorismo, realizar amenazas violentas contra personas o glorificar la violencia, promocionar actividades ilegales, incitar al suicidio o a las autolesiones, publicar información privada o imágenes íntimas de algún usuario o compartir mensajes sobre explotación sexual infantil, desnudez no consensuada o agresión sexual violenta.

¿Qué pasaría si estas mismas afirmaciones que ha hecho el mandatario de EEUU las hubiese hecho un usuario cualquiera de la red social? Desde la compañía, explican que "este marco político se aplica a los actuales líderes mundiales y candidatos a cargos públicos, y no a los ciudadanos privados cuando ya no ocupan esas posiciones". Es decir, "en el mismo instante en que Trump deje de ser presidente de EEUU, Twitter dejará de aplicarle esta excepcionalidad y eliminará sin contemplaciones los contenidos inapropiados que eventualmente comparta el expresidente", asegura Lalueza.

Sin embargo, según publica Business Insider, muchos estarían pidiendo ya a Twitter que le quitara sus privilegios antes incluso de que llegue la investidura de Biden. Las organizaciones de derechos civiles The Lawyers' Committee for Civil Rights Under Law y Common Cause han solicitado a la red social a través de una carta dirigida a su CEO, Jack Dorsey, que suspenda la cuenta del presidente por "socavar la integridad de las elecciones" y por su reincidencia: "Esta conducta no es nueva sino que continúa con su abuso repetido de la plataforma para difundir desinformación durante las elecciones y la pandemia de covid-19".

Esta pérdida de privilegios a partir de enero sólo afectaría a la cuenta personal del republicano. Las cuentas específicas como @Potus, @Flotus o @WhiteHouse serán transferidas a la nueva Administración Biden. Las actuales, si siguen el ejemplo de lo que pasó con las del gobierno de Obama en 2016, se almacenarán como @Potus45, @Flotus45 o @TrumpWhiteHouse. Lo cierto es que el presidente actual prácticamente no ha usado el perfil corporativo y se ha limitado a retuitear lo que compartía desde la personal.

Facebook no penaliza el discurso político… aunque sea de un expolítico

A Facebook, por su parte, tampoco le tembló el pulso tras el cierre de los colegios electorales el pasado 3 de noviembre y etiquetó todos los post del presidente con una alerta en la que explicaba que "los votos aún se están contando" y que, por tanto, aún no había un vencedor oficial incluyendo un enlace a su centro de información sobre los comicios. Esta advertencia fue incluida en la red social y en Instagram en todos los mensajes de Trump pero también en los Biden, en los de los dos candidatos a vicepresidentes y en los de sus equipos de campaña, tal y como recogía la plataforma en una nota sobre estos comicios. Asimismo, recientemente, anunciaron que no sólo aplicarán estas etiquetas a los candidatos tanto a nivel estatal como en general, sino que también lo harán con el resto de la ciudadanía.

Facebook no está llevando a cabo además ningún tipo de discriminación: lo están haciendo con todos los mensajes que hablen sobre las elecciones, sin importar cuál sea el contenido. Y lo han seguido aplicando después de anunciar al demócrata como ganador, aunque ahora alterna dos mensajes según el contenido: o bien "EEUU tiene leyes, procedimientos e instituciones establecidas para garantizar la integridad de las elecciones", o "Joe Biden es el ganador pronosticado de las elecciones presidenciales" con un enlace a su página los resultados. "Penalizaremos ese contenido, mostraremos una advertencia y rechazaremos su inclusión en los anuncios", asegura la red social sobre qué sucede cuando un político comparte contenido que ha calificado un verificador de información.

La red social explica que la filosofía de la plataforma e Instagram es dejar que los políticos puedan hablar y, si incluyen información errónea, incluir una advertencia de que parte o la totalidad del contenido es falso. Es más, en su política sobre verificación de datos, deja claro que "las opiniones y los discursos de los políticos no cumplen los requisitos para verificarse". ¿La razón? "Nuestra perspectiva se basa en la defensa fundamental de Facebook de la libre expresión, el respeto por el proceso democrático y la creencia de que, sobre todo en democracias maduras con libertad de prensa, el discurso político es el que se somete a mayor escrutinio", admite la compañía, que también apunta que si hiciera lo contrario "estaríamos restringiendo la información que llega a las personas sobre lo que dicen sus funcionarios electos, eximiendo así a los políticos de la responsabilidad sobre sus palabras". Eso sí, si Trump o cualquier otro representante político fuera más lejos, como incitar a la violencia o al daño físico, no habría excepción y se eliminaría.

¿Y qué pasa cuando ese político deja el cargo? "Los anteriores candidatos para cargos públicos o los anteriores titulares de cargos públicos siguen incluyéndose en nuestro programa de verificación de información a través de terceros", explica en su política sobre verificación de datos. Es decir, a partir del 20 de enero seguirá sometido a la misma vara de medir, por lo que es más que probable que la red social no tome medidas contra su cuenta. "Facebook no ha explicitado nunca una excepcionalidad como la de Twitter, lo cual no es óbice para que pueda aplicarla de facto", matiza Lalueza. Sin embargo, este profesor también deja claro que las aplicaciones del imperio de Mark Zuckerberg se han mostrado "bastante más timoratas y acomodaticias a la hora de enfrentarse al poder". "Además, su permisividad respecto a los contenidos que se mueven al límite de lo aceptable en el ámbito político también ha sido tradicionalmente bastante más laxa que la de Twitter", reconoce este experto.

La filosofía de la tecnológica de dejar hablar libremente a los políticos apela a la explicación que ofreció Zuckerberg en mayo ante las críticas de sus empleados después de un mensaje de Trump, en el marco de las protestas por el asesinato de George Floyd, que aseguraba que "cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos". En aquel momento, el líder del imperio dejó claro a sus trabajadores que no iban a eliminar el post porque la plataforma no se quería erigir como "árbitro de la verdad".

Seis meses después, la política sigue siendo la misma y por ello han seguido adelante con los anuncios políticos, a pesar de que Twitter decidió ya a finales de 2019 no permitir este tipo de publicidades. Desde la compañía de Zuckerberg siempre han defendido la transparencia de la red social con respecto a este asunto por la implantación de su Biblioteca de Anuncios en mayo de 2018 (en España y en el resto de Europa llegó en marzo de 2019). Este archivo público permite a cualquier persona ver todos los anuncios que los políticos están publicando en Facebook e Instagram y conocer cuánto se han gastado.

A pesar de que siempre se han escudado en el ejercicio de transparencia que permite esta biblioteca en comparación a otras plataformas dónde se colocan anuncios, durante estos últimos meses, la tecnológica ha ido introduciendo pequeños matices para frenar las críticas. Además de permitir a los usuarios de Facebook e Instagram elegir si ver o no los anuncios políticos durante la campaña, a mediados de octubre anunció que desde una semana antes de las elecciones, es decir desde el pasado día 27, no aceptaría nuevas publicidades. Un veto que, según informó la propia empresa el pasado miércoles, se extendería durante 30 días más, "aunque es posible que exista la oportunidad de reanudar estos anuncios antes".

Aunque la compañía no lo cita explícitamente, esta decisión podría ser producto, según publica The Verge, de la negativa de Trump de aceptar los resultados y buscaría evitar que el presidente usase los anuncios para declarar, de nuevo, su falsa victoria. "Sabemos que la gente está decepcionada de que no podamos habilitar inmediatamente anuncios para las elecciones de segunda vuelta en Georgia y en otros lugares", explica en Twitter Rob Leathern, director de gestión de producto, en relación a las dos carreras senatoriales que están abiertas aún en EEUU y que se celebran el 5 de enero. Pero, reconoce que "se han necesitado años para construir la infraestructura que respalda la biblioteca de anuncios de Facebook" y la red social no cuenta ahora mismo con "la capacidad técnica a corto plazo" de "habilitar anuncios políticos por estado o por anunciante".

Esta decisión de Facebook parece, según Lalueza, "una improvisada reacción de autodefensa ante los pasos que en esta dirección ya habían dado previamente otras plataformas", como es el caso de Twitter. Este experto asegura que duda mucho que esta medida tenga continuidad: "La publicidad política constituye una suculenta fuente de ingresos a la que Zuckerberg no va a querer renunciar sin más".

¿Han funcionado las medidas?

Mientras las redes sociales siguen muy atentas a los movimientos de Trump, poco a poco se van conociendo si las medidas que aplicaron en la noche electoral han funcionado. Después de lo sucedido en 2016, cuatro años más tarde estaban en el punto de mira e, inicialmente, superaron la prueba con nota por su rapidez al reaccionar a las publicaciones iniciales del presidente. "En realidad, no han sido medidas tan excepcionales sino que, en esencia, se han aplicado con mayor esmero y diligencia medidas que ya estaban activas", explica Lalueza, que señala que su buen funcionamiento demuestra que "cuando estas plataformas ponen los recursos necesarios al servicio del rigor y la veracidad y en beneficio de la ciudadanía, tienen la capacidad de alcanzar resultados bastante más positivos que los que alcanzan de forma ordinaria". Ahora, más de diez días después, se empiezan a conocer los primeros datos sobre su repercusión.

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Twitter, según publica Bloomberg, asegura que consiguió disminuir la difusión de fake news en su plataforma. En concreto, apunta que colocó etiquetas en 300.000 publicaciones, el 0,2% del total, entre el 27 de octubre y el 11 de noviembre, por violar sus reglas sobre desinformación electoral. Asimismo, reconoce que la puesta en marcha del nuevo sistema de retuits (ahora se necesitan dos pasos) limitó en un 20% la propagación de mensajes confusos o engañosos.

Facebook explicó también esta misma semana que el contenido político representa aproximadamente el 6% de lo que los usuarios ven en la red social. Con respecto a las elecciones, y según publica The Guardian con análisis de NewsWhip y CrowdTangle, las afirmaciones sobre irregularidades en la votación fueron de los contenidos más compartidos. Las tres más relevantes fueron de Trump: la de los "votos falsos" en Nevada, la de que en Georgia logró una "gran victoria presidencial" y en la que denuncia que el umbral por el cual los estados aceptan papeletas por correo es demasiado bajo. Todas afirmaciones sobre el supuesto fraude electoral en las que lleva insistiendo sin pruebas desde el pasado 3 de noviembre y marcadas con las famosas etiquetas.

A pesar de las flores que se están lanzando las redes sociales por su reacción durante estas elecciones tras el desastre ocurrido en 2016, Lalueza se muestra prudente: "No está de más recordar que el escándalo de Cambridge Analytica no saltó a la opinión pública hasta el año 2018, es decir, dos años después de que sus malas artes se emplearán en las elecciones que convirtieron a Trump en presidente".

Cuando Donald Trump arrancó su carrera electoral en 2015, contaba con tres millones de seguidores en Twitter y diez millones en Facebook. Cinco años y un mandato presidencial después, el actual líder de EEUU cuenta con casi 89 millones en Twitter, 32 millones en Facebook y 24 millones en Instagram. Sin embargo, estos números podrían modificarse notablemente a partir del 20 de enero cuando Joe Biden jure el cargo. La salida del actual presidente de la Casa Blanca, además del menoscabo de todos los privilegios que lo han acompañado durante los últimos cuatro años, también se podría traducir en una pérdida de su aforamiento en redes sociales.

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