El Gobierno de Pedro Sánchez ha creado un Alto Comisionado para la Agenda 2030. Dependerá directamente del Presidente del Gobierno y, según el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 19 de junio, "se encargará de la coordinación de actuaciones para el cumplimiento" de los Objetivos de Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible. Es una gran noticia, ya que es una gran idea darle un alto valor administrativo a un objetivo tan importante y permitirá la coordinación de todas las actuaciones del Ejecutivo para que todas sigan la senda de la sostenibilidad. Según el mismo BOE, sus funciones serán las siguientes:
- Realizar el seguimiento de las actuaciones de los órganos competentes de la Administración General del Estado para el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible y la Agenda 2030.
- Impulsar la elaboración y desarrollo de los planes y estrategias necesarios para el cumplimiento por España de la Agenda 2030.
- Evaluar, verificar y difundir el grado de avance en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2030.
- Colaborar con el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación en la interlocución internacional de España en materia de implantación global de la Agenda 2030.
- Impulsar la elaboración de los sistemas de información y estadística necesarios para acreditar los avances en la consecución de los objetivos de la Agenda 2030.
Hasta aquí perfecto. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible se han puesto extraordinariamente de moda. Las empresas, las administraciones, las escuelas, los institutos o las ONGs se preguntan cómo poder cumplir con unos objetivos de grado planetario, que son escalables y que sirven para mejorar el mundo.
Hasta aquí, también, perfecto. Ahora pasemos a la letra pequeña, tomando como ejemplo un objetivo cualquiera: el ODS 1, lucha contra el cambio climático. Vemos que España ha aumentado sus emisiones de gases de efecto invernadero un 4,5% entre 2017 y 2016. Empresas que ponen el logotipo de los 17 ODS en sus actuaciones han aumentado sus emisiones un 15%. Tan solo 10 empresas emiten el 27% de todo lo que se emite en España y algunas de ellas, como las petroleras, emiten lo mismo desde hace décadas. Vemos que muy pocas administraciones han iniciado acciones de adaptación al cambio climático o de aumento de la resiliencia, la capacidad de adaptarse a los cambios.
Respecto al ODS15, biodiversidad, vemos que se acaban de separar los montes y los ecosistemas forestales de las competencias de biodiversidad, lo que nos lleva a pensar que el Gobierno pretende conservar las especies fuera de sus hábitats (?). España sufre el declive de anfibios y reptiles y la carencia de asignaciones para la planificación e espacios protegidos, así como la persistencia de la caza de especies emblemáticas como los lobos, incluso en Parques Nacionales, o las 170 mil hectáreas que ardieron en incendios forestales durante el año pasado.
Veamos otro objetivo, por ejemplo el ODS 7, relativo a la Energía. Tenemos la energía más cara de Europa, con empresas con beneficios económicos que duplican a las europeas, y un muy elevado nivel de dependencia energética del 80%, que con precios muy altos de combustibles fósiles lastran nuestra economía y suponen una elevada salida de divisas. Las renovables se han boicoteado hasta hace muy poco tiempo. Sigue existiendo un impuesto al sol en las instalaciones mayores de 10 KW y en las instalaciones menores es tal la complejidad burocrática y las trabas administrativas que de hecho nadie pone tejados solares. Ni siquiera los Ayuntamientos del cambio. Los saltos hidroeléctricos que están en régimen de concesión de las compañías eléctricas no se reclaman por parte de las administraciones, en actuaciones que disminuirían el precio de la energía para todos.
Otro objetivo más, por ejemplo el ODS 10, de desigualdad, deja datos preocupantes. Según los datos del Banco de España se observa que los más ricos acumularon el 53% de la riqueza total en España durante la crisis y que la última recesión provocó un "aumento notable de los indicadores de desigualdad de la renta y la riqueza". El 10% de la población más solvente económicamente hablando, pasó de acumular de un 44% de la riqueza neta total de los hogares en 2008 al 53% en 2014. La evolución de las pensiones medias en España respecto a las rentas derivadas del empleo generó una reducción de la desigualdad de la renta total de los hogares durante los años de crisis económica.
El objetivo relativo al Empleo –ODS 8–, relacionado con el trabajo digno, tampoco sale muy bien parado de cualquier análisis. No hay que insistir en brutal temporalidad y en los bajos salarios que existen en España. La enorme tasa de paro provoca una elevada desigualdad en términos de la renta bruta per cápita. Dicha desigualdad, además, es muy alta en nuestro país en comparación con otros países, incluso en tiempos de bonanza económica. España obtiene también malos resultados en porcentaje de ninis (personas que ni estudian ni trabajan) en 2017: con un 16,4% de personas en esta situación en el grupo de edad entre 15-29 años, el país ocupa la tercera peor posición en la UE-15, tras Italia y Grecia. España mantenía la tercera peor posición en la UE-28 en personas que trabajando continúan siendo pobres en 2016, la cuarta si contamos a Turquía.
Con respecto al tercer objetivo, de Salud y Sanidad, vemos que el gasto público por habitante en Sanidad en España continúa siendo uno de los más bajos de Europa en 2015 (último dato de Eurostat): con 2.122 € per cápita, España se sitúa en la 13ª peor posición de la UE-15, solo por delante de Portugal y de Grecia. El gasto público en relación al PIB en sanidad sitúa a España en el último lugar en la UE-15 al dedicar el 6,2%. Según el estudio de 2018 de la Bill and Melinda Gates Foundation, publicado en The Lancet, España ha pasado de estar entre los diez primeros en 2015 al puesto 19 en el ranking de 2016 entre 195 países analizadosranking. No obstante, España obtiene excelentes puntuaciones en esperanza de vida, tasa de suicidio, autopercepción de la propia salud y dotación de médicos, lo que nos sitúa según los indicadores seleccionados por Eurostat en posiciones intermedias en la UE-15.
Respecto al ODS 5, de Igualdad de Género, nos encontramos con que las responsabilidades por cuidado y atención a personas que lo necesitan (niños, ancianos, enfermos…) está pésimamente repartida entre sexos en España. La diferencia entre sexos alcanza el los 37,2 puntos porcentuales (las mujeres se ocupan más), valor solo superado por los de Chipre, Irlanda y Malta. La brecha en ingresos por género –nuevo indicador sintético de Eurostat, que considera además de la remuneración otras diferencias de género en el empleo– es en España del 35,8% que la sitúa en el puesto 14 de un total de 31 países; una posición intermedia, lejos de los valores de Holanda, Alemania, Italia, Austria o el Reino Unido. La distribución de tiempo en las tareas de casa también es muy diferente, etcétera.
Se podría alargar más este análisis, pero solo esto ya indica la magnitud de los retos a los que nos enfrentamos. Toda esta letra pequeña ya no es tan graciosa. Y el elegante y multicolor logotipo que se debe extender por todas partes, desde administraciones, empresas, sociedad civil, debería llevar asociados compromisos muy claros y actuaciones muy concretas y medibles.
El Observatorio de Sostenibilidad por tercer año consecutivo ha realizado el informe Sostenibilidad en España 2018, que incluye una evaluación del estado actual y de las tendencias de 151 indicadores que alimentan los objetivos de desarrollo sostenible utilizando las baterías de Naciones Unidas y Eurostat. Se publicará por entregas en Objetivo: Sostenibilidad, el nuevo suplemento de infoLibre.
A continuación presentamos las calificaciones de los 17 ODS, según el informe Sostenibilidad 2018.
Estado de la Sostenibilidad en España, según el análisis del OS de la Agenda 2030 en el país.
Se observa que hay muy pocas razones para ser optimista, excluyendo que va a ser relativamente fácil mejorar un cuadro tan negativo. También es cierto que la evaluación de las tendencias, incluida en el informe SOS18, mejora algo este cuadro.
Si a la creación del Alto Comisionado de cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible se le añaden funciones de diseño y evaluación de políticas y de seguimiento real mediante indicadores de forma independiente –es decir, de rendición de cuentas– y se incluyen todas las políticas que están dentro de los 17ODS para conseguir coherencia, se habrá conseguido, esta vez sí, un gran avance hacia un futuro más sostenible.
Hubo un tiempo que a la Responsabilidad Social Corporativa se le llamaba retórica social corporativa. Sería muy bueno que al desarrollo sostenible no se le llamara desarrollo retórico sostenible. En definitiva, enhorabuena a una gran iniciativa que habrá que analizar para, como dice el decreto, "evaluar, verificar y difundir el grado de avance en el cumplimiento de los objetivos". El futuro de todos está en juego.
El Gobierno de Pedro Sánchez ha creado un Alto Comisionado para la Agenda 2030. Dependerá directamente del Presidente del Gobierno y, según el Boletín Oficial del Estado (BOE) del 19 de junio, "se encargará de la coordinación de actuaciones para el cumplimiento" de los Objetivos de Naciones Unidas de Desarrollo Sostenible. Es una gran noticia, ya que es una gran idea darle un alto valor administrativo a un objetivo tan importante y permitirá la coordinación de todas las actuaciones del Ejecutivo para que todas sigan la senda de la sostenibilidad. Según el mismo BOE, sus funciones serán las siguientes: