Ana Blanco, ejemplo de las contradicciones de TVE

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Con los telediarios del domingo aún más átonos por la ausencia de los líderes en los actos de campaña, buena parte de la atención mediática se centra en el debate del lunes; bien lo demostró TVE en su informativo de las tres, en el que destacó el asunto en portada, y del que ofreció directos y declaraciones. Por cierto, resulta curioso que buena parte de los especialistas otorguen una influencia menor en las urnas a esos encuentros, mientras los cabezas de lista –excepto Albert Rivera (Ciudadanos)– hurtan su presencia en público, enclaustrados 48 horas para preparar su intervención.

Volviendo a TVE, hay una presencia contradictoria y relevante en la noche del lunes: la televisión pública ha designado a Ana Blanco para moderar, junto a Vicente Vallés (Atresmedia) y Pedro Piqueras (Mediaset), la confrontación política. Y es relevante porque supone un reconocimiento a la trayectoria de una periodista que, desde hace más de 25 años, personaliza de manera ininterrumpida los informativos de esa cadena. Blanco, siempre tan contenida como cercana, otorga una credibilidad que la actual dirección parece empeñada en arruinar. Lejos de los protagonismos tan queridos por muchos presentadores, Blanco se empeña, día a día, en la misión de ser una mera intermediaria entre la información y el espectador. Una presencia nada arrolladora en los inicios, pero que ha calado en la audiencia hasta considerarla imprescindible.

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Y es, sobre todo, contradictoria con el papel que esa misma dirección otorga a esta profesional, marginada en las últimas convocatorias electorales, en las que se ha preferido otorgar la dirección y presentación a profesionales más cercanos políticamente. Sin embargo, ante el compromiso de representar a TVE en el debate, los responsables han tenido que renunciar a sus habituales prejuicios y designar a quien ofrece una imagen a la altura de los elegidos por el resto de grupos televisivos.

Con la llegada del Partido Popular, TVE prescindió de, o arrumbó a, periodistas como Pepa Bueno, Ana Pastor, o Xabier Fortes. Cuatro años después, y ante el compromiso profesional que supone el debate, un mínimo de sensatez ha obligado a sus rectores a dar prioridad al mérito y olvidar, al menos por un día, sus predilecciones.

P.D. Puertas afuera de la sede del debate, los sindicatos UGT, CCOO, y CGT han convocado una concentración para exigir a los partidos políticos mayoritarios que integren en sus programas una vuelta a la profesionalización, viabilidad, e independencia de RTVE.

Con los telediarios del domingo aún más átonos por la ausencia de los líderes en los actos de campaña, buena parte de la atención mediática se centra en el debate del lunes; bien lo demostró TVE en su informativo de las tres, en el que destacó el asunto en portada, y del que ofreció directos y declaraciones. Por cierto, resulta curioso que buena parte de los especialistas otorguen una influencia menor en las urnas a esos encuentros, mientras los cabezas de lista –excepto Albert Rivera (Ciudadanos)– hurtan su presencia en público, enclaustrados 48 horas para preparar su intervención.

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