Esta semana confluyen la cumbre de cambio climático de Naciones Unidas, la agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) y, algo menos percibido, un cambio de la consciencia. Esta ola emergente de 2019 difiere del movimiento estudiantil de 1968; no sólo por ser mujeres adolescentes en lugar de hombres jóvenes. Se trata de una “rebelión infantil” que no busca un cambio ideológico sino de consciencia. La sueca Greta Thunberg está siendo la imagen mediática de Fridays for Future (FFF) que, junto a Extinction Rebellion (ER) y otras organizaciones, convocan la huelga global por el clima. El plato fuerte tendrá lugar el viernes 27.
Los tertulianos que inundan los platós de televisión parecen anclados en las viejas coordenadas del siglo XX, el eje horizontal de izquierda-derecha. Interpretan, por ello, que las últimas elecciones el voto se polariza. Es una imprudencia y error. Arrastran a los partidos a tensionar y dividir la sociedad. Si en lugar de seguir anclados en el siglo XX miraran la realidad con ojos del siglo XXI verían un cambio de eje: el eje horizontal –izquierda-derecha– es desplazado por el eje vertical –abierto-cerrado–.
En las elecciones europeas, a pesar del incremento de voto, socialdemócratas y democristianos –en otro tiempo partidos mayoritarios– ni siquiera suman para repartirse el poder. El eje horizontal entra en colapso. Con los votos liberales y de extrema derecha los estados se han vuelto a repartir el poder.
En las recientes elecciones regionales alemanas en Sajonia y Brandenburgo el SPD y CDU estuvieron a punto de ser superados por Alternativa por Alemania. El voto útil los salvó del descalabro. Los Verdes, mientras, triplicaban votos. Es el único partido que se posiciona claramente a favor de luchar contra el cambio climático. Son imprescindibles en la formación de gobiernos; en octubre iniciaran las negociaciones para una coalición Kenia entre CDU, Verdes y SPD. Alternativa por Alemania lanza una agresiva campaña calificando el cambio climático de fake o bulo.
El gobierno federal de la GroKo (Gran Coalición) con su Klimapaket (70 medidas) muestra que carece de fuelle para abordar el cambio climático. No solo ha cosechado criticas de ONG ecologistas, institutos de clima y los Verdes; Karl Lauterbach, candidato a presidir el SPD considera que “el paquete de protección climática de la GroKo podría ser demasiado decepcionante para la credibilidad a largo plazo del SPD entre los jóvenes… se alejan cada vez más de nosotros”.
En Europa del sur, más castigada por el cambio climático, no ha habido esas movilizaciones por el clima como en Estados Unidos, Europa central y nórdica. Tampoco un auge de los Verdes. Aún PSOE y PP tendrían mayoría. Es evidente el colapso, también, del eje horizontal. Situarse más a la izquierda, como sería la opción de Die Linken en Alemania, no permite pescar más votos sino menos. El éxito inicial de Podemos se desinfla en la medida que abandona el eje vertical por el horizontal. El PSOE opta, como táctica arriesgada, por polarizar su discurso para ser el “partido de la moderación”. Jugar con el miedo. Ese miedo que le ha permitido obtener buenos resultados en abril.
Hay países que se están abriéndose al futuro. Ese cambio de consciencia tiene líderes emergentes: Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, Carlos Quesada en Costa Rica, Jokowi en Indonesia y, pronto, los Verdes alemanes. Pero también candidatos refrescantes demócratas como Alexandria Ocasio-Cortez; por qué no, el tándem a dirigir el SPD: Nina Scheer y Karl Lauterbach.
Íñigo Errejón se ha dado cuenta de que los partidos de masa son del siglo XIX y XX; el siglo XXI se requiere una nueva gobernanza. Por ello los Verdes se definen como “partidos de alianzas”; pueden condicionar gobiernos basados en “apertura” –tanto con SPD como con CDU–. Y algo que se nos escapa: Baviera y Baden-Wurttemberg es para Alemania lo que Texas es para Estados Unidos; el sur ultraconservador en el que triunfan los Verdes o el demócrata Robert Francis Beto O'Rourke.
Es una descripción breve del cambio axial que el cambio climático provoca en la política. Yuval Harari en dos pinceladas describe la historia del siglo XX: en 1933 había tres ideologías: socialismo, fascismo y capitalismo; en 1945 dos: socialismo y capitalismo; en 1989 una: capitalismo; en 2011 ninguna: el Yo. Define el cambio de eje: no el egoísmo, individualismo, obsesión por el corto plazo, etc., sino una nueva consciencia.
El discurso de Greta Thunberg es un revulsivo. Despierta la consciencia profunda. Quizá excesivamente dramatizado. “Quiero que tengáis miedo”, “estamos al borde de una extinción masiva y ustedes solo hablan de dinero”, “si eligen fallarnos no se lo vamos a perdonar", etc., tiene un alta carga emocional. Es activista del clima con Asperger, lo que le lleva a tomarse tomar las palabras por hechos; literalmente. Lo que está teniendo lugar no es una extinción del mundo sino sólo la imagen que tenemos de él. El cambio climático, sin embargo, se convierte en un supermercado de tesis apocalípticas; cuando lo interesante es que surgen nuevos relatos, nuevos comienzos, nuevas normas, nuevos horizontes normativos, una profunda metamorfosis de la política.
Ver másEl IPCC alerta del impacto de la crisis climática en los océanos: crecidas del nivel del mar, muerte de la vida marina y peores fenómenos extremos
La preguntas descriptivas –¿qué hacer frente al cambio climático?– ofrecen respuestas decepcionantes. Si cambiamos la pregunta por otra analítica –¿cómo el cambio climático está modificando nuestra percepción del mundo?– surgen respuestas emocionantes. Estamos ante una metamorfosis de la dimensión de una nueva era axial. Cometemos el error de la oruga que no sabe de su metamorfosis en mariposa y se aferra al capullo. El eje horizontal, sea este neoliberal o keynesiano, se orienta, erróneamente, al crecimiento. No sólo nos lleva al borde de la ruina, es un pensar dual que divide ideológica y sociológicamente la sociedad.
¿Por qué el eje vertical inferior tiene una fuerza de atracción? No existe el alma reaccionaria sino el alma decepcionada. El sistema les ha fallado a quienes se refugian en el pasado votando Alternativa por Alemania, Trump o Vox. Insultar diciéndoles que son de extrema derecha no ayuda. Esperan otra cosa: un vértice superior creíble. El PSOE no ha sabido liderar esa posición de “apertura” con todo a su favor. Otra enorme fuerza de atracción reside en el oportunismo demoscópico que orienta las decisiones políticas. La verdadera amenaza no sería el cambio climático, señala Carlos Álvarez Pereira, del Club de Roma, sino unos cambios tecnológicos acelerados que nos impiden desprendernos de conocimientos y marcos normativos caducos a pesar que el cambio climático los corroe. Esa es la verdadera amenaza para nuestra supervivencia.
Jordi Ortega es profesor en la UPC.
Esta semana confluyen la cumbre de cambio climático de Naciones Unidas, la agenda 2030 para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (2015-2030) y, algo menos percibido, un cambio de la consciencia. Esta ola emergente de 2019 difiere del movimiento estudiantil de 1968; no sólo por ser mujeres adolescentes en lugar de hombres jóvenes. Se trata de una “rebelión infantil” que no busca un cambio ideológico sino de consciencia. La sueca Greta Thunberg está siendo la imagen mediática de Fridays for Future (FFF) que, junto a Extinction Rebellion (ER) y otras organizaciones, convocan la huelga global por el clima. El plato fuerte tendrá lugar el viernes 27.