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Tus ganas tienen que ganar

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Llegué a su relato de vida muy tarde, casi en el último capítulo. Había visto su imagen en muchas fotos, pero no había seguido su día a día en redes. Solo empecé a darle al botón de seguir cuando colgó ese vídeo en el que hablaba sin miedo, mirando a cámara, desde la cama de un hospital, de que las cosas no iban bien, que las noticias que le habían dado los médicos eran las peores, las que nunca hubiera querido escuchar. Contó con total franqueza que aquello empezaba a pintar realmente mal pero que, a pesar de todo, ella había ganado. Aquel mensaje me impactó. Una chica, tan joven, con esa sonrisa, hablando sin tapujos de una enfermedad y de la muerte, con total serenidad.

Elena solo tenía 20 años. Sus últimos 4 años los vivió entre hospitales, quimio, sondas nasogástricas, diagnósticos, alegrías y mazazos

A partir de ese momento vi cada una de sus publicaciones, sus fotos, sus días buenos y sus no tan buenos. Cómo daba las gracias una y otra vez por las muestras de cariño, cómo había pasado la Nochevieja. Solo 3 días antes de morir se sentó a la mesa, una mesa llena de familiares, de tíos, de primos, una mesa como la suya o la mía. Una mesa llena de vida que ella quiso compartir, aunque confesaba que no se encontraba demasiado bien. 

Elena solo tenía 20 años. Sus últimos 4 años los vivió entre hospitales, quimio, sondas nasogástricas, diagnósticos, alegrías y mazazos. Y nunca perdió la sonrisa. No eligió ser ejemplo de nada, la vida le puso ahí y ella decidió hacer de su enfermedad un reto, darle visibilidad, enseñar lo que ocurre, la falta de esperanza de los enfermos cuando saben que no hay mucho más que hacer excepto seguir investigando. Invertir, invertir e invertir en descubrir por qué el cáncer actúa así, por qué la enfermedad de Elena afecta sobre todo a niños y adolescentes, por qué la cura es tan difícil. En eso se empeñó Elena durante estos 4 años: en lanzar esa llamada de auxilio. Sabía ya al final que para ella llegaba tarde pero quizás para otros no. Elena hablaba con total franqueza del miedo que tenía, de lo difícil que estaba siendo volver a asumir la recaída de su enfermedad, sin edulcorarla, ni tampoco el tratamiento… Elena supo pararse a valorar las pequeñas cosas, las más sencillas, la brisa en la cara, el sol cegándole…Y ese fue su gran ejemplo. Ejemplo para la gente de su edad, para los que vivimos acelerados y preocupados con todo, para quienes no son felices con nada, para quienes tienen miedo, para quienes sufren…

Elena supo pararse a valorar las pequeñas cosas, las más sencillas, la brisa en la cara, el sol cegándole…Y ese fue su gran ejemplo. Ejemplo para la gente de su edad, para los que vivimos acelerados y preocupados con todo

 Su muerte nos ha impactado a todos, a quienes la conocían y a quienes no tuvimos esa suerte. No compartimos con ella un concierto, o una tarde de charla, pero no hacía falta. Su historia llegó a miles de personas. El martes los políticos, todos, se apresuraron a colgar mensajes en redes agradeciéndole el ejemplo y enviando un mensaje de apoyo a la familia. Pero más allá del mensaje rápido de reacción, deberían tomar nota de lo que ella pidió durante todos estos meses: investigación. Destinar dinero público a la ciencia. No es tan complicado. Desde LaSexta llevamos años pidiendo que el 2% del PIB se destine precisamente a eso, a investigar. Un pacto de Estado entre todos los partidos para llegar a ese porcentaje, el mínimo, el que nos equipararía al resto de Europa. Suena fácil, pero viendo el percal, hablar de Pactos de Estado en este momento parece una quimera: en pleno año electoral se antoja muy difícil que los partidos quieran aparecer juntos en nada, ni siquiera en esto. Pero las ganas de Elena eran exactamente ésas, que sus ganas ganaran. Que no nos olvidemos de su lucha, y no utilizo la palabra lucha para hablar de su enfermedad, sino de su empeño en conseguir algo tan básico como que reajustemos nuestras prioridades y entendamos que solo la investigación nos puede salvar. Sabemos que es así: en la pandemia fue la ciencia y la investigación la que nos sacó de aquel confinamiento. Solo la ciencia podrá evitar que haya más casos como el de Elena. Que sepas que muchos seguiremos empujando para que tus ganas, ganen. Descansa, pequeña.

 

Llegué a su relato de vida muy tarde, casi en el último capítulo. Había visto su imagen en muchas fotos, pero no había seguido su día a día en redes. Solo empecé a darle al botón de seguir cuando colgó ese vídeo en el que hablaba sin miedo, mirando a cámara, desde la cama de un hospital, de que las cosas no iban bien, que las noticias que le habían dado los médicos eran las peores, las que nunca hubiera querido escuchar. Contó con total franqueza que aquello empezaba a pintar realmente mal pero que, a pesar de todo, ella había ganado. Aquel mensaje me impactó. Una chica, tan joven, con esa sonrisa, hablando sin tapujos de una enfermedad y de la muerte, con total serenidad.

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