Para qué sirven las alertas

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Cuidado con cómo activamos las alarmas. Cuidado con cómo alertamos a la población de que está en peligro. Y cuidado con cómo se traducen esas alarmas. Porque visto lo visto, el sistema de alertas no está funcionando.

Los avisos de la AEMET estaban activados desde hacía días, mucho antes de que la dana demostrase todo su potencial destructivo. Muchos alertaron de que lo que se nos venía encima era potencialmente peligroso. Pero nos relajamos, todos. Las autoridades y los ciudadanos.

No somos conscientes de lo que supone un aviso por alerta meteorológica, lo comprobamos durante Filomena. Muchos, la misma tarde de aquella nevada histórica, cogieron el coche para hacer recados y se vieron atrapados en mitad del temporal. Y en Valencia ha pasado algo parecido. Sabían que iba a llover, pero siguieron haciendo lo de siempre. Ir a trabajar, ir a recoger a los niños, hacer los cuatro recados de turno… Y eso ha supuesto la muerte para muchos. Las empresas no dejaron irse a los trabajadores antes de tiempo. Protección civil no activó la alerta hasta las 8 de la tarde cuando la situación ya era muy crítica en muchos puntos de la provincia.

Todo falló en Valencia y todo ha seguido fallando también después. Las alertas se han ido activando cuando el agua ya estaba en el suelo, como dice nuestro meteorólogo. Un ejemplo: en Jerez de la Frontera. La tromba de agua del miércoles cayó sobre las 12 del mediodía. Fueron 10 minutos de aguacero torrencial. Vimos imágenes de una madre intentando cruzar con sus hijos una calle, con sus mochilas, y cómo uno de ellos se cae, su mochila sale arrastrada por el agua y casi el niño o la niña detrás. La madre tiene que sujetarle por la capucha del abrigo para que no se lo lleve la corriente. Pues bien. La AEMET activó la alerta roja en esa zona sobre las 3 de la tarde, cuando lo peor ya había pasado y cuando la ciudad empezaba a ver los destrozos que estaban dejando las inundaciones.

Que te suene un pitido ensordecedor en tu teléfono asusta. Pero es tremendamente efectivo. Lo es si, de verdad, sirve para avisar, es decir, para que puedas tomar las decisiones correctas, prepararte y ponerte a salvo. De nada sirve si ese sonido te llega cuando ya tienes el agua a la altura de la rodilla o estás subido desde hace horas al tejado de una nave esperando a ser rescatado.

Que te suene un pitido ensordecedor en tu teléfono asusta. Pero es tremendamente efectivo

Lo que hemos visto en Valencia estos días jamás lo hubiéramos imaginado. Estamos acostumbrados a verlo en las zonas del Caribe, en el sur de Estados Unidos, con el paso de los huracanes. Imágenes de agua que cubre hasta los tejados, de rieras desbordadas, de huracanes que levantan trailers pesados… pero nunca imaginamos que podía pasar aquí.

Ha pasado. Y al margen de la vergüenza política que puede haber supuesto ver a los políticos completamente fuera de juego, a lo suyo, aislados más que nunca de la realidad en sus sillas de diputados, urge repensar qué decisiones se están tomando y qué consecuencias tienen. Desde luego, si se siguieron los protocolos, como defiende Mazón, está claro que no sirven. Esos protocolos llegaron tarde para mucha gente en la provincia de Valencia y llegaron también ayer tarde en Castellón.

Habrá que revisar cómo vamos a hacer frente a este tipo de fenómenos meteorológicos. Si hay que ampliar el sistema de alertas, hacerlas de otro modo, más directas, informando de otra forma, concienciándonos todos de lo que significan, porque esto, desgraciadamente, volverá a pasar, quizás no con la fuerza destructora que hemos visto, pero vamos a vivir más episodios así.

Cuidado con cómo activamos las alarmas. Cuidado con cómo alertamos a la población de que está en peligro. Y cuidado con cómo se traducen esas alarmas. Porque visto lo visto, el sistema de alertas no está funcionando.

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