Todos los estudios pre y postelectorales conocidos señalan una fortaleza (obvia) de Ciudadanos: aparece como opción limpia y regeneradora en la derecha frente a un Partido Popular encharcado en la corrupción y pendiente aún de varios procesos judiciales. Al menos así ha sido hasta la moción de censura que ganó Pedro Sánchez y que condujo a la espantada final de Mariano Rajoy y a la disputa por su sucesión en el PP que este sábado concluye (o no, que diría el expresidente y registrador). El caso es que Albert Rivera viene cabalgando su éxito político a lomos de un discurso basado en la lucha contra la corrupción, en la defensa de la transparencia y en el compromiso de liquidar de inmediato el menor asomo de irregularidades en sus filas. Pero le ha surgido un problema grave: se llama Carlos Cuadrado y es su tesorero, la mano que maneja las finanzas del partido desde su fundación hasta hoy, el Luis Bárcenas de Ciudadanos, salvando todas las distancias (o no tantas).
Desde el pasado 22 de mayo, infoLibre ha venido desvelando múltiples irregularidades protagonizadas por Cuadrado, sobre las que Rivera se ha limitado a decir que se refieren a “la esfera personal” del tesorero y que no tienen “nada que ver con la política”. Una argumentación tan sorprendente como arriesgada, y que ha llevado al PP a lanzar una pregunta en el Senado: “¿Qué sabe el tesorero que impide a Rivera su cese fulminante?”
Lo que sí sabemos ya es lo que nuestro compañero Manuel Rico ha documentado en estas mismas páginas:
1.- Sabemos que Carlos Cuadrado mintió ante la comisión de investigación del Senado sobre financiación de los partidos políticos. “No tengo ningún procedimiento judicial ni en España ni fuera de España”, respondió a preguntas del senador del PP Luis Aznar. Ocultó Cuadrado que tenía tres causas judiciales pendientes en Brasil, entre ellas una por impago de una deuda de 74.000 euros con el Banco Itau, y otra de carácter laboral por incumplimiento de la legislación brasileña, y por la que la justicia de aquel país ordenó el bloqueo de dinero de las cuentas del tesorero de Rivera. Mentir ante una comisión parlamentaria es un delito señalado por el artículo 502.3 del Código Penal y castigado con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses. Lo sabe Cuadrado y lo sabe Rivera. Y lo sabe el PP, que ya anunció su intención de trasladar a los juzgados el informe de conclusiones que se redacte al término de esa comisión de investigación.
2.- Sabemos que Carlos Cuadrado recibió pagos del partido durante la precampaña electoral de 2015 a través de una empresa de su propiedad, Damei Europe S.L., dedicada desde su fundación en el año 2000 a la fabricación y comercialización de máquinas para el sector textil. Muy oportunamente, Cuadrado registró ante notario el 30 de julio de 2015 una ampliación del objeto social de su empresa para que incluyera “servicios de consultoría y asesoramiento económico”. El propio Cuadrado confesó a infoLibre que desde aquella fecha tuvo un único cliente al que asesorar: Ciudadanos. Al partido de Rivera le parece algo normal y corriente que su tesorero cobrara a través de una empresa interpuesta, aunque fuera una textil reconvertida en consultoría fiscal y financiera. Quizás porque el propio número dos de la formación, José Manuel Villegas, también utilizó una sociedad interpuesta para pagar menos impuestos por sus trabajos de asesoría que hacía para C’s en 2011 y 2012, siendo ya mano derecha de Rivera.
3.- Sabemos que las cuentas de la empresa que Carlos Cuadrado usó para cobrar de Ciudadanos contienen múltiples falsedadescontienen múltiples falsedades, entre otras la de ocultar la compra de un inmueble valorado en medio millón de euros o una hipoteca de 380.000. Además, durante al menos cuatro años el tesorero-empresario (o viceversa) declaró falsamente en el Registro que no percibía remuneración alguna como administrador de Damei Europe. Dice Cuadrado que fue “un error”. Cuatro años seguidos estuvo equivocándose sobre esa minucia de si uno cobra o no cobra como administrador de una empresa. (¡A quién no le pasaría lo mismo!)
4.- Sabemos que Carlos Cuadrado tiene cierta tendencia a no pagar las deudas que contrae. Y no sólo en Brasil, porque la Audiencia Provincial de Barcelona condenó a su empresa por incumplir un contrato y dejar sin pagar 53.000 euros a un acreedor. Por cierto, sigue sin pagarlos, según él porque el administrador concursal (ya que la empresa acreedora entró en quiebra) “nunca reclamó” la ejecución de esa deuda y el asunto “ya ha prescrito”. Qué curioso.
5.- Sabemos que Carlos Cuadrado sostiene que aportó a su empresa en 2013 (siete años después de empezar ya a ejercer como tesorero de Ciudadanos) nada menos que 791.000 euros, cuyo origen no quiere o no puede desvelar, como hoy mismo detalla infoLibre. Lo sabe cualquier experto fiscal, pero también cualquier ciudadano que cumpla sus deberes con Hacienda: es obligatorio acreditar que esos ingresos aportados por Cuadrado a su empresa fueron declarados al fisco.
Pretender, como parecen pretender Albert Rivera y Ciudadanos, que todas estas flamantes irregularidades acompañadas de mentiras en sede parlamentaria pertenecen “a la esfera personal” o "ámbito privado" del señor Cuadrado es simplemente ofender a la inteligencia del lector-oyente-ciudadano-votante-contribuyente. Podríamos tirar de hemeroteca escrita y audiovisual para rescatar las mil y una ocasiones en las que Rivera ha argumentado por qué el presidente de un partido político es responsable de lo que hace su tesorero, muy especialmente si lo que este hace es incompatible con la ética pública e incluso con la legalidad vigente, sea en lo civil, en lo penal o en lo fiscal. ¿Qué es eso de que los comportamientos de su empresario-tesorero (o viceversa) no afectan para nada al partido político cuyas finanzas dirige? ¿Acaso si un tesorero hubiera sido condenado o investigado por abuso de menores se le ocurriría decir al líder de la formación que no hay nada que reprochar puesto que eso pertenece “al ámbito privado" o "a la esfera personal”?
Hay que decir que Carlos Cuadrado ha respondido a lo largo de esta investigación periodística a la mayoría de las preguntas que infoLibre le ha ido planteando. Y hemos ido publicando su versión. Pero hay cuestiones a las que no ha querido o no ha sabido responder. Lo sabe Cuadrado y lo sabe Rivera. Escudarse como blindaje político en diferenciar la actividad del protagonista como tesorero y como ciudadano particular no es de recibo en ningún caso, menos aún cuando hay vasos comunicantes documentados entre una y otra faceta.
Ocurra lo que ocurra con la vía judicial que el PP ha anunciado por las mentiras de Cuadrado en sede parlamentaria, Albert Rivera está tardando demasiado en responder a una pregunta muy sencilla: ¿Se pueden confiar las finanzas de un partido (cuyos ingresos proceden por cierto en su mayor parte de las arcas públicas) a alguien investigado judicialmente en Brasil, condenado en España, que deja deudas sin pagar por todas partes y que falta a la verdad en el Senado? Si en esto consiste la regeneración política cacareada, mal pronóstico tiene ese “regenerador” proyecto.
P.D. En los medios independientes pero modestos estamos ya acostumbrados a que informaciones solventes y documentadas choquen con el silencio o el desprecio de la mayoría de las grandes cabeceras escritas o audiovisuales. Pero también sabemos que más tarde o más temprano la verdad factual termina imponiéndose y tiene consecuencias. Deberían saberlo a su vez los partidos políticos que aún no han exigido a Rivera y a Cuadrado que asuman cada cual sus responsabilidades.
Todos los estudios pre y postelectorales conocidos señalan una fortaleza (obvia) de Ciudadanos: aparece como opción limpia y regeneradora en la derecha frente a un Partido Popular encharcado en la corrupción y pendiente aún de varios procesos judiciales. Al menos así ha sido hasta la moción de censura que ganó Pedro Sánchez y que condujo a la espantada final de Mariano Rajoy y a la disputa por su sucesión en el PP que este sábado concluye (o no, que diría el expresidente y registrador). El caso es que Albert Rivera viene cabalgando su éxito político a lomos de un discurso basado en la lucha contra la corrupción, en la defensa de la transparencia y en el compromiso de liquidar de inmediato el menor asomo de irregularidades en sus filas. Pero le ha surgido un problema grave: se llama Carlos Cuadrado y es su tesorero, la mano que maneja las finanzas del partido desde su fundación hasta hoy, el Luis Bárcenas de Ciudadanos, salvando todas las distancias (o no tantas).