¡Vota! Por ti, por la democracia (y por Almudena)

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“Sí, ya sé que mola más el escepticismo. Sé que el distanciamiento irónico es más acorde con mi edad, que la disciplina un pelín cínica de la crítica ácida va mejor con mi profesión, y hasta que la languidez del desencanto, tan femenina, me favorecería más en los planos cortos. Lo sé, pero el domingo yo voy a ir a votar. Por encima de mi escepticismo, más allá de mi evidente afición a la ironía, con mi conciencia crítica a cuestas y a despecho de la fotogenia, voy a ir a votar. Con mis propias decepciones y con mis ilusiones maltrechas, con mis principios más firmes y con mis hijos mayores, voy a votar.

Votaré a favor de mucha gente que no lo hará. Porque no tiene derecho a hacerlo o porque se le ha olvidado que lo tiene. Votaré para que los niños de 12 años no sean tratados como delincuentes, para que los inmigrantes que sostienen nuestra riqueza sin participar de ella no sean tratados como delincuentes, para que los excluidos sociales y las mujeres que abortan no sean tratados como delincuentes. Votaré en contra de mucha gente que votará. Votaré contra los privatizadores de servicios públicos, contra la humillación de los reclinatorios, contra las juntas de escolarización que favorecen a los colegios concertados, contra los explotadores de inmigrantes. Votaré, en definitiva, contra la gente de orden, ese orden detestable, delincuente, que se afirma en la insolidaridad, en la indiferencia ante el sufrimiento ajeno y en la perpetuación de los privilegios de unos pocos. Votaré a la izquierda, con la izquierda, por la izquierda, pensando en mis convicciones laicas, progresistas y republicanas, no en mis impuestos. Todavía hay unas pocas cosas que no pueden comprarse con dinero.

Y bien, a pesar de todo, sé que mola más el escepticismo. Pero yo miro a mi alrededor y, sinceramente, creo que no me lo puedo permitir. ¿Tú sí?

Lo que usted ha leído hasta aquí no es fruto de la Inteligencia Artificial. Es la columna que Almudena Grandes publicó en la contraportada de El País el 3 de marzo de 2008, en vísperas de las elecciones generales en las que José Luis Rodríguez Zapatero revalidó el Gobierno (ver aquí). Y considero perfectamente vigente su contenido. Es lo que tienen algunos referentes certeros e inolvidables del columnismo, del compromiso y del pensamiento. Antes que Almudena, en el mismo lugar de la misma página, escribía Manuel Vázquez Montalbán, otro de esos nombres en los que uno piensa cuando se enfrenta a la cruda realidad: ¿qué diría él, qué diría ella, qué escribirían ambos de lo que nos está pasando? Y uno de los rasgos que los mantiene vivos es precisamente la intemporalidad de reflexiones vinculadas por completo a los principios, no a la inmediatez del espectáculo, al latigazo de un tuit o al minuto de oro de un busto parlante. Ir al fondo de las cosas garantiza que nos ocupemos de lo que más importa, más allá de las prisas del calendario.

No es que vengan los nazis (no somos tan idiotas), pero vienen quienes banalizan el nazismo o el franquismo o el machismo o la mentira como estrategia política. Vienen quienes dejan la democracia en los huesos

En infoLibre nunca hemos pedido el voto para unas siglas concretas. No tenemos un “pensamiento colectivo”, la opinión es personal, firmada y responsable. Compartimos en esta comunidad, eso sí, unos principios editoriales firmes, netamente progresistas, opuestos a todo lo que significa un neoliberalismo que arrasa con los derechos humanos, que ensancha la brecha de desigualdad, que establece una visión mercantil, egocéntrica y excluyente de la convivencia. Que desprecia lo común y hace bandera del “sálvese quien pueda”. Que niega la emergencia climática, la violencia machista o la necesidad de un proyecto europeo capaz de representar en el mundo una mirada propia basada en derechos y libertades, por encima de razas y religiones.

He copiado a Almudena porque conviene, en estas horas inciertas, no añadir oscuridad a lo que está claro. Si hay motivos para el escepticismo, existen muchos más para frenar la evidente amenaza de retrocesos. Tápate la nariz si eso te tranquiliza, pero no cierres los ojos ni te hagas el sordo. Si la democracia no avanza con sus imperfecciones, sólo cabe ir hacia atrás. No es que vengan los nazis (no somos tan idiotas), pero vienen quienes banalizan el nazismo o el franquismo o el machismo o la mentira como estrategia política, quienes dejan la democracia en los huesos. En lugar de balas o gases, disparan odio, desinformación y desigualdad. Son los promotores de esa “era de la vileza” que ha dibujado con precisión Antonio Muñoz Molina (ver aquí).

Vota. Por ti, por nuestras hijas e hijos… Por la democracia. (Por Almudena).

“Sí, ya sé que mola más el escepticismo. Sé que el distanciamiento irónico es más acorde con mi edad, que la disciplina un pelín cínica de la crítica ácida va mejor con mi profesión, y hasta que la languidez del desencanto, tan femenina, me favorecería más en los planos cortos. Lo sé, pero el domingo yo voy a ir a votar. Por encima de mi escepticismo, más allá de mi evidente afición a la ironía, con mi conciencia crítica a cuestas y a despecho de la fotogenia, voy a ir a votar. Con mis propias decepciones y con mis ilusiones maltrechas, con mis principios más firmes y con mis hijos mayores, voy a votar.

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