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El chorro que exhala la ballena azul por el agujero en su lomo puede pasar de los diez metros de altura

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Carlos Bardem | Javier Bardem

Los días a bordo del Arctic Sunrise son apasionantes, enriquecedores. Arctic SunriseEsta es una campaña muy especial de Greenpeace, nos explica Mads Fisker, danés, campaigner y encargado de las comunicaciones, porque aúna el activismo medio ambiental y la investigación científica de una manera exitosa. Muchos de los biólogos a bordo tienen un largo currículum investigador en facultades y laboratorios, pero es ahora, a bordo de este barco y con la ayuda de lanchas, laboratorios equipados, drones y minisubmarinos, cuando pueden realizar in situ investigaciones y búsquedas que llevaban tiempo diseñandoin situ. Y al mismo tiempo generan imágenes, datos e información que refuerzan de inmediato el objetivo de la campaña. Hay,  por ejemplo, unos tipos de coral negro y esponjas que de encontrarse suponen la protección inmediata del fondo donde estén, gracias a acuerdos ya firmados. Así que cada vez que el submarino baja, existe la posibilidad de encontrar algo nuevo pero también de añadir otra pieza a un puzzle de pequeñas áreas protegidas para conformar una más grande.

Hablar con la gente embarcada en el Arctic Sunrise es siempre contagiarse de su entusiasmo por lo que hacen. Hoy me gustaría daros dos ejemplos porque, creo, a veces se comprende lo importante de un empeño, de una lucha, conociendo la talla profesional y moral de quienes la realizan. Como ya escribí, a bordo vamos treinta y seis personas, hombres y mujeres de 20 nacionalidades diferentes. Os aseguro que cada uno tiene una historia increíble, como la de Jonathan Emms, un exitoso arquitecto australiano que a una edad ya madura decidió dejarlo todo y consagrar su vida a los barcos y campañas marítimas de Greenpeace, embarcándose en ellas y solucionando cualquier problema técnico a bordo. Se le ve muy feliz, la verdad. Pero hoy me gustaría hablaros en especial de dos personas y sus historias.

Sandra Schottner es una bióloga alemana que se dedica a perseguir por los rincones más aislados del planeta, desde la cumbre de los Alpes a los picos antárticos y su nieve más pura, algo que no se ve, no se huele, no tiene sabor, algo que viaja por el aire y el agua del planeta y que por desgracia se encuentra en las muestras que recolecta por esos lugares recónditos. Busca trazas de PFC o perfluorados, moléculas de químicas que polucionan el ecosistema, entran en el torrente sanguíneo de todas las especies –¡sí, la nuestra también!– y alteran su biología llegando a causar tumores e infertilidad. Una amenaza fantasma, creada por el uso omnipresente del plástico y las fibras sintéticas que lo cubre todo y lo envenena. Sandra lo cuenta con pasión y yo, como actor y escritor, no puedo dejar de verla como una heroína embarcada en una lucha sin cuartel y sobrehumana por defendernos de algo que la mayoría ni sospechamos. Ahora mismo, mientras escribo, está tomando muestras de nieve en un islote helado, recorriéndolo a pie. Esa es la gente que te encuentras en el messroom, el cuarto donde comemos, tomamos café y escuchamos historias increíbles.

 

Me impresionó mucho también escuchar con su habla pausada a Fabio Nascimento, uno de los dos fabulosos fotógrafos y videoreporteros embarcado. El otro es Christian Almund. Ellos nos proporcionan lo mejor del material que os compartimos Javier y yo en redes. Fabio tiene 32 años y un largo historial en zonas de conflicto, desde la violencia maderera en el Amazonas a la guerra de Somalia. Nos cuenta como a veces ha sentido un pesar que le quebraba por los horrores que retrataba, una tristeza desesperanzada por la humanidad. Pero le dura poco. Claro que te pones muy triste, nos cuenta, pero entonces me repito que mi tristeza no es importante y que, sobre todo, no ayuda a solucionar el problema terrible que la causa. Lo mismo con el miedo. Claro que paso miedo, pero mi miedo no ayuda en nada tampoco, así que intento superarlo y seguir con mi misión. Lo cuenta con una calma sin alardes: ser consciente del miedo y superarlo es el verdadero coraje, que deja intuir las pruebas por las que ha pasado y su voluntad de no romperse, de actuar.

Esta es la clase de gente embarcada en esta campaña. ¿Quién no querría compañeros así? Ayer salimos en zodiac y vimos unas trece ballenas jorobadas. El chorro que exhala la ballena azul por el agujero del lomo puede pasar de los diez metros de altura. Las de ayer también resoplaban bien alto y yo no puedo evitar pensar que, de algún modo, esos animales curiosos y extremadamente inteligentes saludaban a la gente que lucha por protegerlos. _____________________________________________________________Por Carlos Bardem (Twitter e Instagram) y Javier Bardem (Twitter e Instagram)Entra, únete y firma en:protecttheantarctic.org#protectantarctic #santuarioantártico #nohayplanb porque #nohayplanetab

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Los días a bordo del Arctic Sunrise son apasionantes, enriquecedores. Arctic SunriseEsta es una campaña muy especial de Greenpeace, nos explica Mads Fisker, danés, campaigner y encargado de las comunicaciones, porque aúna el activismo medio ambiental y la investigación científica de una manera exitosa. Muchos de los biólogos a bordo tienen un largo currículum investigador en facultades y laboratorios, pero es ahora, a bordo de este barco y con la ayuda de lanchas, laboratorios equipados, drones y minisubmarinos, cuando pueden realizar in situ investigaciones y búsquedas que llevaban tiempo diseñandoin situ. Y al mismo tiempo generan imágenes, datos e información que refuerzan de inmediato el objetivo de la campaña. Hay,  por ejemplo, unos tipos de coral negro y esponjas que de encontrarse suponen la protección inmediata del fondo donde estén, gracias a acuerdos ya firmados. Así que cada vez que el submarino baja, existe la posibilidad de encontrar algo nuevo pero también de añadir otra pieza a un puzzle de pequeñas áreas protegidas para conformar una más grande.

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