El descrédito

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Luis Fernández

El descrédito de los periodistas corre paralelo al de los políticos. En unos y otros ámbitos hay gente decente. Pero a unos les han traicionado los partidos y a otros, los medios. ¿O quizás haya sido una traición en masa, en la que unos y otros, instituciones y profesionales, han defraudado a los que les aportaban su razón de ser, los ciudadanos?

Bonito debate, y no solo teórico. No se puede echar en saco roto la reducción de la política a la lucha por el poder y la conversión de los partidos políticos en instrumentos exclusivamente interesados en esa disputa. Pero tampoco que los periodistas entendieron tan bien esa lógica que no sólo acabaron aceptándola, sino que la alentaron e incluso quisieron participar activamente en ella: por intereses, por ambición o por simple estulticia.

Y en esas, a los ciudadanos les dio por enfadarse contra los unos y los otros, empeñados a su vez en una batalla contra sí mismos. La crisis, la recesión, sus efectos, han abocado a un desconcierto definitivo. Los partidos se han dividido entre los que tratan de sacar rédito por su complicidad con los auténticos impulsores del delito, los que navegan a la deriva después de haber quemado sus propias naves y los que tratan de sostenerse aprovechando los troncos de naufragios anteriores.

Los medios de comunicación, por su parte, parecen despeñados. Con cambios formales y profundas sangrías, sus directivos mantienen los criterios de su viejos patrones, cada vez más impregnados por la disputa dentro del poder. Los ciudadanos sobreviven como pueden, a ratos, entre la indignación y la impotencia, entre la sagacidad y la demagogia. No hay otra, porque no hay rumbo.

En ese contexto surgen iniciativas parciales, pero repletas de lucidez. Y entre ellas, varias iniciativas de periodistas, que tratan de alentar la confianza en que otra información y otro periodismo son posibles, porque la información y el periodismo, como creen los impulsores de tales aventuras, son necesarios.

Personalmente me uno a esa convicción y a esa confianza, aun rehuyendo las grandes declaraciones. Un proyecto comoinfolibre.eses el resultado de un propósito plausible. Sin embargo, aunque también, más que predicar sobre la necesidad de un nuevo periodismo, de la investigación y la denuncia de todo lo que el poder oculta, más que alentar acríticamente esa nueva sociedad indignada y emergente, hace falta, como reclamaba Celaya, provocar nuevos actos.

Periodismo sin adjetivos

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Reivindicar, por ejemplo, en cada información y en cada crónica, que los hechos son más importantes que las opiniones, que el periodista es un intermediario y no un protagonista, que el rigor es mucho más importante que los egos propios o ajenos, y que la demagogia a favor de la corriente es también una estrategia de mercado, ajena, como tantas otras fórmulas que criticamos virulentamente, al derecho de los ciudadanos a la información.

Tenemos que sacudirnos muchos tics acumulados en el tiempo. Y porque estamos dispuestos a ello es posible apoyar esos esfuerzos meritorios que encontramos a nuestro paso, como este infolibre.es, convencidos de que, si transitamos ese camino, vamos a contar con la complicidad de muchos ciudadanos. Porque estamos en el mismo proceso: aprendiendo a ejercer el papel que nos corresponde. Por eso, porque “tenemos la certeza de que seguirá siendo necesario el periodismo” respaldo el proyecto infolibre.es.

* Luis Fernández, periodista, fue presidente de Radio Televisión Española entre enero de 2007 y noviembre de 2009. Fue el primer presidente de la corporación elegido por consenso entre los diferentes partidos políticos.

El descrédito de los periodistas corre paralelo al de los políticos. En unos y otros ámbitos hay gente decente. Pero a unos les han traicionado los partidos y a otros, los medios. ¿O quizás haya sido una traición en masa, en la que unos y otros, instituciones y profesionales, han defraudado a los que les aportaban su razón de ser, los ciudadanos?

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