Entre los temas preferidos por el PP (y ahora también por Ciudadanos y Vox) en su competencia con el PSOE, hay dos estrellas: la economía y la unidad de España. Entre los temas preferidos por el PSOE (y también por Unidas Podemos) en su contraste con el PP, hay también uno preferido: los derechos sociales en su más amplio sentido. La corrupción ha estado en la agenda tanto de unos como de los otros, por lo que podemos dejarla aparte.
La cosa va más o menos así en el argumentario de los conservadores: cuando gobiernan los socialistas, la economía se viene abajo (los progres despilfarran el dinero y destruyen empleo) y se hacen concesiones intolerables a los independentistas y los terroristas que centrifugan el país poniendo su unidad en peligro.
Claro que cuando, como ahora, la situación económica no puede utilizarse como argumento, porque la percepción es que las cosas no van mal, los argumentos económicos interesan menos que los de la “España una, grande y libre”. Y así, como si fuera un comodín o un resorte a mano, surge cualquier excusa que constate que los socialistas y sus “socios separatistas” están dispuestos a vender el país al mejor postor. No es una broma: lo creen de verdad. Tengo cuñados, compañeros de trabajo, amigas diputadas, amigos senadores… que se han creído la milonga: los socialistas, y Sánchez en particular, venderían al país porque no les importa España… Y bien, si la economía funciona con los socialistas gobernando… bueno… pues vete tú a saber por qué misterio… pero ¿España? España está en peligro porque ETA todavía existe… Y porque Sánchez se ha rendido, como antes Zapatero, a los “bilduetarras”.
Bildu ha votado lo mismo que el PP la mitad de las veces en la última Legislatura. Bildu y Sortu han pedido perdón –a su manera, pero lo han pedido– pero nadie les cree. ETA está desarticulada y jamás volverá a atentar. Maestros como Jon Sistiaga, Fernando Aramburu o como Mariano Barroso han descrito desde la literatura o el cine el enorme ridículo de esos jóvenes idiotas a los que convencieron de matar a otros para defender la causa de la independencia de Euskadi, que hoy suena literalmente absurda… Pero ahí están Isabel Díaz Ayuso, Alberto Núñez Feijóo y José María Aznar dispuestos a suscitar el miedo de nuestros compatriotas: el miedo irracional a la pérdida de la identidad española en manos de sus enemigos separatistas. Esta misma semana, José María Aznar ha afirmado que Sánchez prepara “una suelta general de terroristas”, a los que “veréis aquí (en Euskadi) paseando por las calles”.
ETA tiene en su sangriento currículo 42 políticos asesinados. 15 pertenecieron al PP o a AP, pero 11 fueron del PSOE. Los socialistas tuvieron que llevar escolta y mirar los bajos de su coche cada día. Fueron tan valientes como sus colegas conservadores o como los policías, los guardias civiles, los fiscales y los jueces que prestaban servicio en el País Vasco. Durante los meses anteriores y posteriores a la reunión del Gobierno de Aznar con ETA, en mayo de 1999, se produjo el acercamiento de 120 presos a cárceles próximas al País Vasco y se permitió la vuelta a España de 300 etarras fugados. Durante los años de gobiernos del PP, se produjeron 311 excarcelaciones, y Aznar, en pleno intento de negociación directa, además de llamar a ETA “movimiento de liberación nacional vasco”, afirmó reiteradamente que sabría “ser generoso” y “comprensivo” y que se abriría a “la esperanza, al perdón y a la generosidad”.
ETA lleva ya doce años desactivada, pero sigue estando muy presente en la agenda del PP, que debe creer que con la banda viva en el imaginario nacional aumentan sus opciones electorales
Sólo una década después logró la rendición de ETA, por medios muy similares de negociación, el Gobierno de Zapatero, con el impulso decisivo de Alfredo Pérez Rubalcaba y de Jesús Eguiguren. También, es un hecho objetivo, de Arnaldo Otegi. El Partido Popular hizo todo lo posible, desde la oposición, por obstaculizar el proceso, que le parecía una intolerable rendición del Estado ante los terroristas y, en palabras de Mariano Rajoy, una “traición a los muertos”.
De modo que ha existido una enorme asimetría en el trato que ambos partidos se han concedido con relación a ETA. El PSOE ha apoyado sin fisuras al PP cuando gobernaban Aznar o Rajoy y nunca ha hecho del terrorismo un asunto de lucha política. El PP ha hecho exactamente lo contrario con González, y particularmente con Zapatero y ahora con Sánchez. Las declaraciones de las últimas fechas y el uso torticero de ETA, como si la banda terrorista estuviera operativa, son la constatación.
Por si hubiera alguna duda, un usuario de Twitter (@comuflauta), ha hecho un análisis sencillo: le ha preguntado al buscador del Congreso de los Diputados cuántas iniciativas de control (preguntas orales y escritas) ha habido desde 2000 que tuvieran a ETA como asunto central. Cualquiera puede hacerlo en pocos minutos. El resultado es espectacular: ETA fue objeto de las intervenciones de control al Gobierno en 294 ocasiones entre 2004 y 2008, primera legislatura de Zapatero, y en 113 ocasiones entre 2008 y 2011 (cuando la crisis económica se convirtió en el eje central de oposición). El interés decae claramente en las dos legislaturas de Rajoy, con los socialistas en la oposición (88 iniciativas en la primera y 83 en la segunda). Pues bien, por increíble que parezca, en la actual legislatura, desde 2019, ETA ha vuelto a ser el tema elegido para el control al Gobierno ¡329 veces!, más incluso que en plena negociación de Zapatero con la banda. ETA lleva ya doce años desactivada, pero sigue estando muy presente en la agenda del PP, que debe creer que con la banda viva en el imaginario nacional aumentan sus opciones electorales.
Entre los temas preferidos por el PP (y ahora también por Ciudadanos y Vox) en su competencia con el PSOE, hay dos estrellas: la economía y la unidad de España. Entre los temas preferidos por el PSOE (y también por Unidas Podemos) en su contraste con el PP, hay también uno preferido: los derechos sociales en su más amplio sentido. La corrupción ha estado en la agenda tanto de unos como de los otros, por lo que podemos dejarla aparte.