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La falacia de ganar perdiendo

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El panorama que se presenta para el PSOE con ocasión de las próximas elecciones al Parlamento Europeo es desolador. En 2004 votaron a los socialistas 6,7 millones de españoles. En 2009 fueron 6,1. Si en mayo hubiera más o menos la misma participación y se cumplen los pronósticos de las encuestas, el PSOE podría tener 4,5 millones de votantes. Es decir, que en diez años habría perdido más de dos millones de votos, casi un tercio. La sangría habría sido particularmente intensa en este último lustro.

Sin embargo, una extraña ensoñación parece haberse adueñado de algunos analistas. Esa alucinación hace pensar que, si el PSOE queda por encima del PP en número de votos, eso será la constatación de que “el PSOE ha vuelto” y de que comienza un “nuevo ciclo” electoral en España, marcado por la decadencia del PP y el ascenso de los socialistasla decadencia del PP y el ascenso de los socialistas.

En ese argumento hay algo real, una mentirijilla justificable y una lamentable falacia.

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Lo real es que si el PSOE ha perdido electores en la última década, el PP ha perdido tantos o más en menor tiempo: hasta dos millones puede haber perdido, casi todos con seguridad desde que comenzó a gobernar España. No se recuerda desde el hundimiento de UCD una decepción tan rápida, tan apabullante. A la dirección del PSOE actual le aplicaríamos entonces el refranero popular: “Mal de muchos consuelo de tontos”; o “en el país de los ciegos el tuerto es el amo”. Qué poco ambiciosa sería esa “victoria” tan escasa.

La mentirijilla justificable es que diciéndole a la gente que el PSOE puede ganar al PP, la dirección socialista al menos anima un poco la participación y permite alumbrar la idea de una victoria contra el adversario de siempre. Bueno, eso no está mal. Las elecciones son competiciones, carreras de caballos, y anima pensar que el tuyo, aunque sea un burrito, puede quedar primero.

Pero hay también, decía, una lamentable falacia. La que consistiría en hacer creer al público que si el PSOE gana las elecciones eso sería iniciar un cambio de ciclo. En realidad, hoy en día eso no lo cree prácticamente nadie dentro del PSOE. Hoy, la mayoría, en sus conversaciones de sobremesa y de pasillo, está en realidad esperando ya al día siguiente de las elecciones para abrir una nueva etapa. Pero alguien podría tratar de instalar la idea de que se ha ganado, aunque se hayan perdido cientos de miles de votos, y aunque se obtengan cuatro o cinco diputados menos. Yo creo que eso sería un enorme error de cálculo y una mala interpretación de lo que en este momento están ya pensando los miles de líderes orgánicos del Partido Socialista, de sus simpatizantes, y de la mayor parte de la población española. Esa gran mayoría cree que el PSOE tiene que hacer necesariamente su cambio, y es probable que no vuelva a coger la papeleta con el puño y la rosa hasta que el cambio no se haya producido. Aunque alguno de sus líderes se engañe pensando que ha ganado las elecciones.

El panorama que se presenta para el PSOE con ocasión de las próximas elecciones al Parlamento Europeo es desolador. En 2004 votaron a los socialistas 6,7 millones de españoles. En 2009 fueron 6,1. Si en mayo hubiera más o menos la misma participación y se cumplen los pronósticos de las encuestas, el PSOE podría tener 4,5 millones de votantes. Es decir, que en diez años habría perdido más de dos millones de votos, casi un tercio. La sangría habría sido particularmente intensa en este último lustro.

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