Las dos Españas emocionales

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¿Quién dijo que saldríamos mejores de la pandemia, que aprenderíamos la lección? Estamos en las primeras fases de la desescalada ciudadana y no deja de crecer la escalada política. Se trata de una campaña de acoso y derribo contra el gobierno de coalición en la que el propio gobierno de coalición parece empeñado en participar con algunas de sus torpezas.

La decisión de prescindir de un alto mando de la Guardia Civil, el coronel Diego Pérez de los Cobos, ha conseguido aglutinar las iras de la juez (que tiene motivos), las de la lideresa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y de su jefe de partido, Pablo Casado, que no pasa una oportunidad en mostrarse agraviado.

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha estado poco afortunado en las formas y más aún en sus explicaciones. Puede destituir a quien le dé la gana, menos interferir en una fuerza que actúa como policía judicial. El embrollo político ha dejado en un segundo plano algo grave, el contenido del informe de la Guardia Civil sobre la manifestación del 8M, un copia-pega plagado de inexactitudes, suposiciones y bulos aireados por la extrema derecha. ¿Hace así la policía todos los informes? ¿Está garantizada nuestra seguridad jurídica? Pérez de los Cobos debió pasar a un discreto segundo plano hace años, tras la catastrófica gestión policial del supuesto referéndum del 1 de octubre de 2017 celebrado en Cataluña

El Gobierno de PSOE-UP siente la presión, por eso multiplica errores. La oposición huele la sangre del herido y redobla el asalto. La semana horribilis empezó con el pacto con Bildu para “derogar íntegra” la reforma laboral de Mariano Rajoy antes de que acabe la pandemia.

1) Un grupo que se siente frágil concentra la toma de decisiones en un número reducido de personas. Los más fieles no dudan ni discuten; tampoco plantear escenarios alternativos. Sucede en las empresas y en los partidos políticos. Prima el prietas las filas.

2) La reducción del número de fallecidos por el covid-19 desempolvó el argumentario de ETA. El propio Casado lo esgrimió días antes provocando un nuevo enfado de las víctimas, hartas de sentirse utilizadas. El pacto del Gobierno con Bildu fue un regalo para la propaganda del PP. Bildu es un partido legal que representa a un sector de la sociedad vasca que ha realizado un esfuerzo político, intelectual y emocional por reconocer al otro, es decir, a las víctimas de ETA. Los hay más o menos empáticos, y Arnaldo Otegui no destaca entre los primeros.

3) Dejar fuera del contenido del pacto con Bildu a las ministras económicas es una prueba de debilidad. La rectificación posterior del PSOE debió llegar tras la amenaza de dimisión de la ministra Nadia Calviño. Ella es quien debe batirse el cobre en Europa. La reforma laboral no se puede derogar entera, y menos ahora que se negocia dentro de la UE el monto de las ayudas y las condiciones. El norte encabezado por Alemania (ya menos), Austria, Dinamarca y Holanda no quieren mutualizar la deuda ni nada que se le parezca. Consideran que no se debe premiar el despilfarro del sur a costa de los esfuerzos del norte trabajador. Son prejuicios sin una base real que funcionan en las opiniones públicas de esos países. Derogar hoy la reforma laboral ahondaría en esa imagen. Es mejor esperar a que se resuelvan las ayudas. La tendencia nos favorece. Todos entienden que esto no es la crisis de 2008. Lo dice hasta el león de la ortodoxia, el ex ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble​​​​​​.

4) Bildu aceptó la corrección. Se dio por satisfecho porque entiende que habrá derogación más adelante. El problema resucitó al día siguiente cuando Pablo Iglesias dijo en un radio que los acuerdos están para cumplirse. Por si hubiera dudas repitió el adjetivo “cristalino”. Iglesias es muy inteligente pero tiene problemas con el don de la oportunidad. Tras la tormenta tocaba silencio y achicar agua. Las diferencias se dirimen en privado. Discutir si se deroga entera o parte es poco útil porque lo esencial es pactar, si se puede, una ley mejor que sustituya a la actual. El debate no es el todo o la parte, lo esencial es lograr una reforma que funcione. Es la tesis de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, que compagina sus principios con la capacidad de diálogo.

5) Gran parte de los medios de comunicación culparon a Podemos del desastre, cuando todo indica que la iniciativa de pactar con Bildu partió del PSOE. Se multiplicaron los tertulianos que exigían la salida de Iglesias y de Podemos del Ejecutivo. ¿Por decir “cristalino”? ABC recuperó su sueño de un gobierno técnico. Los constitucionalistas no se saben la Constitución.

6) Pedir elecciones anticipadas en medio de la pandemia es una insensatez. Habrá segunda ola en otoño o antes, si somos estúpidos. Es probable que el Gobierno no aguante más allá de 2021 y que el resultado en las urnas sea similar al actual: PP robará a Vox; C's robará al PP y al PSOE; y el PSOE y UP se mantendrán en cabeza con algunos escaños menos. Es decir, más fragilidad para afrontar la depresión económica.

7) En España tenemos serios problemas estructurales, como nación y como colectividad de ciudadanos. Somos excelentes en la crítica a los demás y pésimos en la autocrítica. Existe un déficit de comprensión lectora y de aceptación de la discrepancia. Todo lo que no coincide milimétricamente con nuestra opinión produce rechazo (ver algunos de los comentarios que acompañarán a este texto). Nos gustan más los adjetivos –fascista, bolivariano etc.—que los sustantivos. No importa el asunto, sea la reforma laboral (se nos olvida la de Zapatero, que no resolvió los problemas) o la renta mínima vital, España se parte en dos bandos emocionales antagónicos que no leen ni escuchan los argumentos del otro. En esto, hay que decir que los independentistas catalanes son muy españoles.

8) Existen dos opciones: aprendemos del calor de los aplausos de las ocho, del personal de los hospitales y los mercados de abastos, de las tiendas de cercanía, de la solidaridad de millones, de las redes de socorro en los barrios, de la gente positiva que sonríe y propone, o seguimos bañados en esta mierda tóxica. Es fácil: depende de nosotros. Somos la mayoría.

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