Considera el Gobierno de la Nación que José Julio Rodríguez, el militar que ha sido fichado por Podemos, ha cometido una falta grave, y le cesa alegando, por boca de Soraya Sáenz de Santamaría – la que ha demostrado su talante vanguardista al bailar en un programa de televisión en prime time–, por “pérdida de confianza y falta de idoneidad para el cargo que venía ocupando”.
Bueno, omite algún pequeño detalle la vicepresidenta del Gobierno, que suele ser muy puntillosa, y cuando responde, tanto en el Parlamento como en ruedas de prensa, lo hace en un tono pausado, arqueando las cejas y recalcando lo obvio como si hablara para tontos: es redicha. Omite, decía, que el cese lo solicitaba él mismo.
La que sin duda fue fiel seguidora de Barrio Sésamo y cree en la importancia de diferenciar entre cerca y lejos, ahora salta por encima de lo evidente y se sitúa al frente de una decisión que no es suya, que ya había tomado el afectado, defenestrándole y expulsándole con deshonor, para que vea cómo trata este Gobierno a los militares que no son neutrales, en lugar de contestar a su propuesta de cese con un simple “recibido”.
A nadie se le escapa que tamaña virulencia por parte del mismo gobierno que asciende y rehabilita a personal neogolpista declarado, confeso y manifiesto, viene dada por el partido que ha elegido el militar a la hora de abandonar el ejército. O a lo mejor es que somos todos idiotas y tiene razón la vicepresidenta cuando se dirige a nosotros como tales (ver Mileto).
Abandona en este acto de pataleta y mala leche ese talante de reivindicar el sentido común que practica su presidente quien, cual hematíe vive dentro del plasma y, en actos de valentía sin par, cuando se aparece físicamente, mete en el plasma a los que preguntan y se sale él. Parece que uno de los dos tiene que estar en la otra dimensión, evitando cualquier tipo de conexión con ese pueblo al que, cuando interesa, se llama “soberano”. A lo mejor le pasa como a Michael Jackson, que en paz descanse, y le da grima el personal. ¿Qué será lo siguiente? ¿Se ofrecerá a matar seis vitorinos vestido de luces metido en un plasma y utilizando drones? No me dé las gracias por las ideas señor presidente, limítese a ficharme como asesor on line con un sueldo de esos que usted sabe y sorpresita sobreañadida en navidades; a cambio, le prometo “ser fuerte” sin que me lo pida por mensajito.
No es de extrañar que ese show digno de países totalitarios diera una audiencia ridícula, fiel reflejo de la valoración que ese pueblo le otorga en su último sondeo del CIS: un 2,82 sobre 10. ¿Qué pensaría el señor Wert desde su piso de París? Ese ministro que era partidario de premiar la excelencia y exigir resultados para acceder a las becas y demás ayudas que ofrecía su Ministerio, ¿le pediría que abandonara la Moncloa retirándole el salario por necio, zoquete e incompetente? No creo, porque él mismo fue valorado en los sondeos del CIS, cuando ejercía de ministro, como uno de los peores políticos que ha tenido este país, sin perder la sonrisa, porque como buen cínico, jamás se aplicó lo que exigía a los demás.
Así, a pesar de las notas que pusieron los españoles a la gestión del señor Wert –en abril de 2013 sacó en el CIS 1,76 puntos sobre 10, nota que él calificaría como “merecedora de la expulsión del sistema”, con una mayoría, el 56,7%, que valoraba su gestión entre el 0 y el 1– se premió a sí mismo con un cargo bien remunerado que incluía piso y chófer en París, pagado por todos nosotros, para que no tuviera que hacer como el señor Monago y cogerse un avión para visitar a su media naranja que vivía allí.
Ya les gustaría a muchos de nuestros emigrantes, que son cientos de miles y que han sacado notas brillantes, que les dieran pisos en el extranjero a sus familias o sus parejas y no tener que andar buscando espacios con wifi para comunicarse. Esto parece demagogia, pero es puro y simple cachondeo contra los que se defienden de la acusación de casta, aunque a estas alturas de la película es posible que tengan razón y semejante calificativo se les quede corto. Tal vez tendríamos que empezar a hablar de “amo”, o “puto amo”, que es como mejor se puede definir a los que fluyen en ese plasma de escandalosas prebendas adjudicadas sin el menor recato, con la mayor desvergüenza, mientras se pasan el día justificando la necesidad de recortes que deterioran la calidad de vida de la población o, como en el caso de la sanidad, matan.
Por abundar un poco más en el tema, deberíamos incidir en que estas apreciaciones de los barómetros tendrían que ser tenidas en cuenta, especialmente por este señor, ya que fue fundador y presidente de la empresa más importante de sondeos de opinión de este país, Demoscopia. Y también presidió la de estudio de audiencias Sofres. Para remate tuvo un cargo relevante en el propio CIS.
Es posible que su amplio conocimiento de cómo se elaboran estos sondeos sea la principal razón por la que se los pasa por el forro. Cabe recordar que siendo presidente de Demoscopia, su empresa daba una victoria clara al PP, que perdió las elecciones de 1993, provocando que durante el recuento de votos Gallardón y Arenas, sorprendidos por los resultados que iba dando el entonces ministro Corcuera, hicieran un estrepitoso ridículo en televisión al sugerir que se estaba perpetrando un pucherazo ante el estupor de los atónitos espectadores, que temían lo peor al escuchar aquellos exabruptos de mal perdedor.
Matizando la comparecencia de Saénz de Santamaría, no deja de sorprender que, en lugar de resumir todo en un “aceptamos su petición de cese, apestoso”, alegue “pérdida de confianza y falta de idoneidad para el cargo que venía ocupando… incumpliendo su deber de neutralidad”.
Voy a arquear las cejas mientras escribo y pido que el siguiente texto sea leído lentamente, como hace ella en sus exposiciones.
Claro, Soraya, cómo no vas a perder la confianza en alguien que pasa del ejército español, compuesto por ciudadanos neutrales, a un grupo prototerrorista y antisistema. Desde luego, mucha confianza no inspira, es mejor quitarle las armas una vez evidenciado que no es de los vuestros.
Y hablando de “neutralidad”, felicita al ministro Fernández Díaz por la investigación “reservada” que ordenó con respecto a la paella que organizó el hijo de Tejero para conmemorar el golpe de Estado del 23-F, y cuyos datos “no se podían revelar”, datos secretos que le llevaron a concluir que de aquella tropelía “no se derivaba acción disciplinaria”. Entendemos, por tanto, que acciones contra la Democracia y esa Constitución que tanto aman sus señorías, sí se pueden dar dentro de la “neutralidad castrense”. Tengo que reconocer que cuando nos mira como gilis lo hace por derecho –no sé si lo somos o no–, pero sólo desde el convencimiento de estar ante disminuidos psíquicos se puede actuar con tamaña desfachatez.
Al aclarar el también neutral Fernández Díaz que los datos de aquella investigación no se podían revelar, nos ha privado de conocer los ingredientes secretos de la paella, que era lo único que nos interesaba saber de toda esa mierda. Lo demás, ya lo teníamos claro. A buen seguro aprovecharon unas latas de pimiento morrón para elaborar dos franjas rojas que cercaran una en el medio de arroz color gualda, formando una mezcla de enseña nacional y objeto volador no identificado que en sus mentes surcaría el cielo patrio, recordando a los españoles de verdad que tiemblan los estandartes cubriéndose de polvo en el cuarto de banderas, deseosos de salir de nuevo a reconquistar el imperio donde no se ponía el sol, allá donde deben habitar Zaplana y Ana Mato, razón por la cual están morenos también en invierno.
Esa es la neutralidad, ahí está el centro, ni pa ti, ni pa mí, se condena el golpe por la mañana y se asciende al que lo reivindica por la tarde. La neutralidad se premia.
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Por cierto, para evitar el cese del golpista paellero, hubo que hacer una curiosa triquiñuela: en lugar de firmar el director general del cuerpo, firmó el documento Fernández Díaz. Hombre, ¡qué casualidad!, otra vez por aquí y sin que nadie le llamara. Y por esta cuestión, que parece nimia o, si se quiere, corregible, el juez de la Audiencia Nacional decidió que el cese no debía producirse, y todos tan contentos. Soraya nos vuelve a sonreír.
Gracias señor ministro por meter la zarpa donde nadie le llama y amañar documentos evitando así la acción de la Justicia sobre elementos neutrales, como usted.
De acciones neutrales están nuestras cunetas llenas.
Considera el Gobierno de la Nación que José Julio Rodríguez, el militar que ha sido fichado por Podemos, ha cometido una falta grave, y le cesa alegando, por boca de Soraya Sáenz de Santamaría – la que ha demostrado su talante vanguardista al bailar en un programa de televisión en prime time–, por “pérdida de confianza y falta de idoneidad para el cargo que venía ocupando”.