Hace algo más de dos años nos constituimos como organización política en la primera Asamblea Ciudadana de Podemos. Fue un acontecimiento histórico de enorme trascendencia para nuestro país. Quienes participamos en aquel encuentro fundacional no podemos evitar recordarlo con emoción y orgullo. Emoción y orgullo porque Vistalegre demostró que era posible lo imposible y que los debates de las plazas entrarían por la puerta grande de las instituciones.
Desde entonces hemos logrado cosas hasta hace poco inconcebibles. Hemos modificado profundamente el sistema de partidos español, hemos descabalgado la mayoría absoluta del PP, hemos apoyado la formación de alcaldías del cambio en las principales ciudades del país, hemos ayudado a sacar de varios gobiernos autonómicos a docenas de corruptos y todo ello lo hemos hecho tejiendo alianzas con numerosas fuerzas sociales y políticas. Y, sobre todo, hemos ayudado a cambiar de manera irreversible los ejes sobre los que se construye la acción política en nuestro país.
Ahora bien, resultaría injusto y miope atribuirnos íntegramente esos logros. Nosotros sólo somos parte de la corriente que los empuja.
Nuestro país vive una segunda transición –una suerte de tiempo histórico acelerado– cuyo final no está escrito. Podemos asumió la responsabilidad de que esa transición no se cierre en falso y de intentar que desemboque en la conformación de una sociedad menos machista, laboralmente más justa, con una institucionalidad donde no quepa la corrupción y con una estructura territorial más respetuosa con los derechos e identidades de todas las personas. En definitiva, Podemos asumió el reto histórico de profundizar la democracia en nuestro país.
Ahora bien, la transición que atraviesa nuestro país no la resolverá Podemos ni ninguno de sus líderes. La resolverá la gente porque la desató la gente cuando el 15 de mayo de 2011 se sentó en las plazas y decidió no irse. Esta transición la desató la gente de la marea verde, de la marea blanca, de las marchas de la dignidad. Podemos nació para ser herramienta de la gente, herramienta de las mayorías al servicio del cambio. Sería por ello una profunda irresponsabilidad, en un momento como este, no estar a la altura de sus expectativas.
En estas semanas nuestra obligación es trabajar colectiva e intensamente para formular propuestas. Por eso, algunas personas hemos decidido constituir el Colectivo Mayo-2011 y pensar en abierto para así pensar con más gente y, por consiguiente, pensar mejor. Queremos aportar nuestras propuestas, alimentar el debate y animar a todas las personas que forman Podemos a que se sumen a la discusión.
Democracia y unidad
Es el momento del debate democrático de las ideas y es obligación de todas y todos esforzarnos por aportar las mejores. La diversidad debe entenderse como un valor propio de una organización plural como es Podemos. Y después, cuando hayamos elegido nuestra hoja de ruta, la tarea de todas y todos será remar al unísono en esa misma dirección. Por eso, el Colectivo Mayo-2011 se disolverá después de Vistalegre. No debatir ahora sería incumplir el mandato democrático de aportar lo mejor de nosotras y nosotros mismos; de la misma manera que poner palos en las ruedas a lo que finalmente se decida sería incumplir el mandato democrático de respetar los acuerdos de la mayoría.
Queremos oxigenar el debate y colaborar en que la próxima Asamblea no nos aboque a un choque de trenes, innecesariamente desgarrador, sin que esto signifique fundar una nueva familia. Vistalegre debe ser un espacio de construcción, un catalizador de acuerdos útiles para el país y duraderos en la organización. Para ello, la negociación entre los distintos proyectos en disputa resulta imprescindible. La unidad no debe entenderse como una demanda hueca, sino que debe construirse a partir de la pluralidad, la voluntad de generar espacios compartidos y, muy importante, a partir del respeto a los acuerdos alcanzados.
Queremos y debemos debatir nuestras propuestas y esforzarnos por elegir las mejores. Del mismo modo, queremos y debemos trabajar por la apertura de puentes de diálogo y espacios de encuentro entre compañeros y compañeras, por la construcción, en definitiva, de espacios de trabajo unitarios. Estamos obligadas y obligados a un ejercicio de cordura colectiva, que garantice a la gente de nuestro país que Podemos será, después de Vistalegre II, una herramienta aún más útil para el cambio económico, político, social y cultural de lo que ya fue el Podemos nacido del primer Vistalegre.
Nuevo modelo productivo, nuevos parámetros constitucionales, nuevo marco cultural
En tanto que miembros de Podemos nuestra principal tarea en este momento es aportar nuestra capacidad y nuestro trabajo para diseñar la ruta hacia la profundización democrática que nuestro pueblo está exigiendo. Debemos trabajar para garantizar que la nueva sociedad que está naciendo en España tendrá un mercado laboral más justo, un tejido productivo más moderno y de mayor valor añadido, un modelo energético más sostenible, menos machismo, menos corrupción, más participación ciudadana, más derechos y más soberanía. Debemos trabajar, además, para que dichas conquistas perduren, permeen las instituciones y no sean pasajeras.
Una herramienta política útil debe servir no sólo para acompañar las demandas y luchas de nuestra sociedad. Podemos debe servir además para disputar el futuro, debe ayudar a dibujar un horizonte de ilusión y cambio para la mayoría social.
Dibujar este horizonte de ilusión y cambio exige –como bien nos enseñó el movimiento 15M– transformar la indignación popular en una estrategia concreta de reformas, de proyectos a impulsar tanto en las instituciones como en alianza con los colectivos de la sociedad civil.
Desde nuestro punto de vista, es necesario abrir en nuestro país tres grandes procesos de cambio –económico, político y social– para dar respuesta a los graves problemas a los que hoy se enfrentan las grandes mayorías sociales.
El cambio económico es clave. Hoy comprobamos cómo las transformaciones que trajo la crisis no eran provisionales, sino que han llegado para quedarse. Y la principal tarea del Gobierno de Rajoy, y de sus aliados (PSOE y C's), durante esta legislatura no es otra que normalizar esa excepción. En este escenario, la agenda económica de Podemos debe seguir apuntando a revertir cuanto antes los recortes en sanidad, educación, dependencia o cultura, consolidados hoy gracias al acuerdo de techo de gasto entre PP y PSOE para 2017.
Podemos debe trabajar por un cambio económico integral. Una sociedad rica y verdaderamente democrática no debería poderse permitir una tasa de desempleo del 19%, una precariedad laboral generalizada, o que el 25% de su población esté en situación de pobreza o riesgo de exclusión. Es necesario un nuevo modelo de distribución de la renta, a través de un verdadero salario mínimo, un Plan de Renta Garantizada para todos los hogares de bajos ingresos y una recuperación de la hoy erosionada negociación colectiva. No obstante, esto será difícilmente alcanzable si paralelamente no se transforma nuestro modelo productivo, garantizando su modernización, su eficiencia y su progresiva sostenibilidad medioambiental. Recuperar la inversión pública (reducida a la mitad desde el inicio de la crisis), como vector clave para este cambio de modelo, es fundamental.
Por otro lado, en los próximos meses, muy probablemente afrontaremos algún tipo de intento o debate por reformar la Constitución, un hito que, a nuestro modo de ver, atraviesa gran parte de los temas antes esbozados. El PP se moverá poco o nada, y cualquier mínima concesión buscará ser capitalizada por PSOE y C's, como responsables de meras reformas gatopardistas. Tras ser en gran medida responsables de la apertura del debate sobre la reforma constitucional, no podemos permitirnos el lujo de abandonar este terreno, porque perderíamos una herramienta fundamental para la transformación institucional de nuestro país. Debemos ser capaces de crear y mantener abierto todo un caudal constituyente que, literalmente, pase por encima de los intentos de cierre constitucional por arriba que seguro veremos. Estamos convencidas de que tenemos en nuestras manos una organización con el potencial necesario para provocar una ola democrática en todo el país. Vistalegre II también debe ser capaz de imaginar y poner en marcha esa ola.
Hay un tercer gran cambio, quizá el más urgente, en el que Podemos debe emplearse a fondo en los próximos años: el cambio cultural y, en particular, la apuesta por una sociedad igualitaria y libre de machismo. Una sociedad no puede considerarse plenamente democrática cuando somete a la mitad de su población –las mujeres– a una continua discriminación. No podremos lograr la justicia social si no es con una brújula feminista, que defienda la igualdad de las personas. Vivimos una gravísima y apremiante situación de violencia estructural cuya punta del iceberg son los asesinatos por violencia machista. En ese contexto, el feminismo no es un espacio en disputa sino el resorte cierto e indispensable para un cambio en este país.
Conseguirlo exige un cambio profundo en nuestro modelo cultural y laboral. La Historia la hacemos mujeres y hombres, pero nuestro mundo referencial es masculino porque las mujeres quedan invisibilizadas: son invisibles los sectores más precarios, que son los más feminizados; y es igualmente muy limitada la presencia de mujeres en los puestos directivos de todos los sectores. Esa invisibilidad se nutre de un techo de cristal que a su vez retroalimenta dicho fenómeno. Para romperlo, es urgente acabar con la brecha salarial, trabajar en currículos académicos que no excluyan la historia y logros de las mujeres, favorecer horarios que garanticen la conciliación de la vida laboral y personal, garantizar guarderías públicas y un verdadero sistema de atención a la dependencia, implantar los permisos de paternidad iguales e intransferibles a los de maternidad (que garantizan que las empresas no puedan penalizar laboralmente a las mujeres por el mero hecho de serlo) y extender esos mismos permisos hasta hacerlos compatibles con la crianza de los seres humanos. Avanzar hacia la igualdad exige medidas contundentes en una lucha contra el machismo que solo es posible con políticas que impliquen a las mujeres, en todos los sentidos. Una vez más, la lucha feminista no puede "esperar a mejor momento".
Finalmente, el Podemos que queremos necesita renovar su estructura orgánica, introduciendo las mejoras necesarias para garantizar que tanto el Consejo Ciudadano Estatal como la Ejecutiva sean órganos vivos en los que ser refrenden todas las decisiones. El Podemos que queremos necesita descentralizarse y ejercer el derecho a decidir de los inscritos en relación a su vinculación con nuestros aliados en todos los niveles territoriales, incluido el local. El Podemos que queremos necesita, en definitiva, seguir actuando como herramienta del cambio político, económico, social y cultural y evitar a toda costa convertirse, al modo de los viejos partidos, en un fin en sí mismo.
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Carolina Bescansa es diputada y secretaria de Análisis Político de Podemos.
Nacho Álvarez es secretario de Economía de Podemos.
Hace algo más de dos años nos constituimos como organización política en la primera Asamblea Ciudadana de Podemos. Fue un acontecimiento histórico de enorme trascendencia para nuestro país. Quienes participamos en aquel encuentro fundacional no podemos evitar recordarlo con emoción y orgullo. Emoción y orgullo porque Vistalegre demostró que era posible lo imposible y que los debates de las plazas entrarían por la puerta grande de las instituciones.