Cerrar los ojos a la realidad suele garantizar, más tarde o más temprano, el testarazo. Mariano Rajoy venía conduciendo con los ojos medio cerrados y los oídos sordos a las calles, confiado en su letanía de la recuperación y negándose a asumir la indignación ciudadana por la corrupción y por la gestión injusta de la crisis. Este domingo, 24 de mayo, las urnas han puesto fin a un poder casi omnímodo del PP en autonomías y grandes ciudades, y han confirmado que el cambio político no era un invento de “cuatro tertulianos”, sino un clamor popular. El alcance de ese cambio depende aún de los pactos posibles en las próximas semanas, pero ya podemos avanzar algunas certezas tras unas elecciones que, históricamente, han representado en España una especie de primera vuelta o primarias de las generales. Esta vez con el añadido de una profunda transformación de la política.
1.- El mapa de una España azul que en mayo de 2011 hizo dar botes de júbilo en el balcón de la calle Génova a Rajoy y a su plana mayor se ha vuelto casi rojo. El PP ha sido derrotado en comunidades donde llevaba dos décadas gobernando con mayoría absoluta. Se diría que el 24-M ha liquidado también el mito de que la corrupción no pasa factura. Tarda, incluso aún se queda corta. Pero llega.
Ni Rajoy ni ninguno de sus barones sale bien parado. Ni Cospedal ni Feijóo ni Bauzá ni Fabra ni Rita Barberá ni Luisa Fernanda Rudi. Sólo Cristina Cifuentes, si consigue el apoyo de Ciudadanos, podrá heredar el gobierno de la comunidad madrileña que en su día Esperanza Aguirre dejó en manos de su delfín Ignacio González. Perder la alcaldía y la comunidad en Valencia es lo menos que le podía ocurrir a un PP infestado de arriba abajo por la corrupción. Compromís, que ha jugado un papel fundamental en la denuncia de esas tramas, será decisiva en la formación de gobiernos valencianos.
El gesto y las palabras de Esperanza Aguirre anoche lo decían todo. Hace sólo dos semanas creía que lograr la alcaldía de la capital sería un paseo. Abordó una campaña ruidosa, populista, dio a la exjueza Manuela Carmena la rápida notoriedad que le faltaba y en los últimos días respondió a los contundentes datos de infoLibre sobre su renta y los negocios familiares con una sobreactuación que puede haber pagado también en las urnas. “Esta semana ha sido especialmente dura para mí”, manifestó anoche tras asumir que seguiría en la oposición en el ayuntamiento durante los próximos cuatro años. Y así será si Ahora Madrid y el PSOE lo acuerdan. (Y no se cruza por medio ningún nuevo tamayazo).
Las consecuencias de esta debacle, con una cita de elecciones generales a la vista, son ahora mismo imprevisibles. Rajoy decidió una campaña tan personalista que no podrá esconder la responsabilidad. Ni la suya ni la de su secretaria general, María Dolores de Cospedal, cuyo laboratorio neoliberal en Castilla La Mancha tampoco ha resistido, y la reforma electoral que se inventó con la idea de garantizarse el poder se le ha vuelto en contra.
2.- El PSOE es primera fuerza en Asturias y Extremadura, y puede recuperar también con pactos los gobiernos autonómicos de Valencia, Castilla-La Mancha, Aragón y Baleares. Pero la gran apuesta de Pedro Sánchez y con la que pretendía simbolizar la solidez de su liderazgo era Madrid, donde impuso la candidatura de Ángel Gabilondo y eliminó a Tomás Gómez, el cartel elegido en primarias. Los socialistas ganan poder en capitales andaluzas, aunque más por la bajada del PP, y gobernará varias ciudades importantes en otras comunidades, pero su voto sigue cayendo más de dos puntos respecto a 2011. La erosión del bipartidismo es evidente.
El dibujo final del 24-M seguramente mantiene viva la competencia entre Pedro Sánchez y Susana Díaz por el liderazgo socialista, pero el calendario electoral no deja mucho margen para abrir un nuevo debate interno.
3.- Las plataformas de confluencia en las que ha participado Podemos han sido un éxito incontestable, representado con el logro de las alcaldías de Barcelona, Madrid, Zaragoza, Coruña, Santiago o Ferrol, entre otras.
Manuela Carmena y Ada Colau no sólo son los nombres que demuestran el calado del 15-M, de la indignación, de las mareas, de los movimientos antidesahucios y de la articulación de una nueva política, sino que además encabezan pactos que llevan al poder institucional a quienes han sido permanentemente calificados como antisistema. Madrid y Barcelona serán en los próximos meses laboratorios de prueba fáctica de esa nueva política.
4.- Ciudadanos partía con tales expectativas y fue aupado con tanto aderezo mediático que el logro de un 10% de los votos en las principales ciudades y del 6,5% en el conjunto del Estado deja una sensación como de que “no fue para tanto”. No sólo porque finalmente su capacidad de inclinar el poder hacia la derecha o la izquierda es más limitada de lo esperado, sino también porque las prisas con las que ha hilvanado muchas de sus candidaturas parecen haber contribuido a una imagen frágil o ligera de su estructura.
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5.- UPyD parece condenada a la desaparición. Perder la representación en las principales ciudades y autonomías no es sólo un desastre político sino también económico. Las finanzas del partido de Rosa Díez no se sostienen sin representación en las instituciones. La cerrazón de su lideresa y el canibalismo ejercido por Ciudadanos vaticinan un futuro más que oscuro a una formación que no ha podido sacar réditos políticos de los méritos acumulados en la denuncia de la estafa de las preferentes o en la investigación de Caja Madrid o el caso Rato.
6.- Izquierda Unida ha sufrido los efectos de otro canibalismo, el de Podemos, pero sobre todo los de sus propias batallas internas. Después de convencer al poeta y catedrático Luis García Montero para encabezar la candidatura a la comunidad de Madrid garantizándole la unidad entre todos los sectores, esa unidad no se produjo. Al contrario, en medio de la campaña hubo manifiestos de dirigentes de IU en apoyo de Ahora Madrid en lugar de respaldar a Raquel López, su candidata al Ayuntamiento, que tampoco ha logrado representación. Y en el cierre de campaña, Cayo Lara y Alberto Garzón prefirieron estar en Sevilla en lugar de arropar a García Montero, única opción que tenían de simbolizar la “resistencia” de IU. Sólo Gaspar Llamazares ha conseguido mantener los escaños en Asturias. Los próximos meses serán claves para saber si el partido fundado en 1986 mantiene su identidad o queda diluido en el de Pablo Iglesias, muchos de cuyos líderes proceden precisamente de IU.
Conclusión provisional.- Proclamó Rajoy que los sondeos se equivocarían “como se equivocaron en Gran Bretaña con Cameron”. Ha sido Rajoy el equivocado, con la ayuda del enorme aparato mediático ligado al PP y confiado a su vez en la eficacia del discurso del miedo. Creyeron que aún salía gratis reír las gracias de Rita Barberá o de Javier León de la Riva, inefable alcalde de Valladolid durante 20 años. Las encuestas han acertado en el dibujo de un nuevo ciclo político en el que fuerzas emergentes pueden ser protagonistas y en el que el bipartidismo sigue cayendo. Hoy arranca la cuenta atrás hacia las generales, tiempo de pactos y de cintura política. Hora de comprobar si algunos seguirán conduciendo con los ojos cerrados.
Cerrar los ojos a la realidad suele garantizar, más tarde o más temprano, el testarazo. Mariano Rajoy venía conduciendo con los ojos medio cerrados y los oídos sordos a las calles, confiado en su letanía de la recuperación y negándose a asumir la indignación ciudadana por la corrupción y por la gestión injusta de la crisis. Este domingo, 24 de mayo, las urnas han puesto fin a un poder casi omnímodo del PP en autonomías y grandes ciudades, y han confirmado que el cambio político no era un invento de “cuatro tertulianos”, sino un clamor popular. El alcance de ese cambio depende aún de los pactos posibles en las próximas semanas, pero ya podemos avanzar algunas certezas tras unas elecciones que, históricamente, han representado en España una especie de primera vuelta o primarias de las generales. Esta vez con el añadido de una profunda transformación de la política.