Si pensábamos conocer todas las acepciones de una jornada histórica, sólo había que esperar a que arrancara esta legislatura de billar a cinco bandas. Los decretos anticrisis han sido el aperitivo de los Presupuestos. Y estos lo serán de otra negociación más tensa todavía. Así todo un mandato que acaba de empezar con una dinámica de pactos inédita hasta ahora. Si Sánchez perdía las primeras votaciones, el golpe habría tenido un impacto más simbólico que real, los decretos eran salvables en un nuevo Consejo de Ministros extraordinario. Pero los ha salvado y el símbolo de partida es que las negociaciones serán muy duras. Cada partido tiene una hoja de ruta, una cita electoral distinta, e intereses cruzados.
El salto cualitativo pasa por cómo se ha engrasado la capacidad negociadora entre PSOE y Junts. Con una discreción impuesta por los de Carles Puigdemont –cuando toca a otros partidos siempre se filtra algo– y una capacidad para salvar a las dos partes. Cada pacto traerá una polémica, pero los de Junts han llegado a acuerdos con sello independentista y social, cuidando sus intereses y su imagen. Llegan los pactos y se acaban los decretos. Tiene un debate pactar medidas de calado fuera del “perímetro” –que decía María Jesús Montero– de las leyes que se aprueban. No es inédito, pero sí una fórmula que ha llegado para quedarse y arrastrará polémicas.
En la gran primera jornada parlamentaria del año, Pedro Sánchez ha dibujado el bloque articulado de la investidura. Ha salvado los decretos con Junts y solo se han caído los morados. Podemos quiere ser Junts. El Junts de 2017 con Yolanda Díaz y el de 2023 con el Gobierno. En esa dualidad, se debate entre reventar la legislatura o negociar medidas que puedan sacar a relucir al final de mandato. En la primera gran votación del año, se ha impuesto la venganza contra Yolanda Díaz. Tumbar los subsidios, poniendo en jaque a quienes dice defender, con la excusa de que pueden esperar. No es cierto que hayan votado en contra para mejorarlos. Lo ha reconocido Ione Belarra: “Podemos negocia y consigue la suspensión de los desahucios hasta 2028” en el decreto anticrisis y vota no a una protección que afecta a 700.000 personas, más las medidas de conciliación y lactancia, entre otras muchas, por venganza. Han negociado un decreto y han podido negociar el otro.
Queda mucho para que todo caiga como espera el PP. Seguir la linde de Ayuso, del “al Gobierno ni agua” a ilegalizar partidos, no moverá a Feijóo de la frontera Vox con límite en 171 escaños
Al tiempo, Sumar no puede esperar a buscar una mesa de diálogo para los cinco escaños morados en permanente vendetta. El PSOE podrá hacer de mediador, pero será difícil que Yolanda Díaz –por liderazgo y cargo– se desentienda. Más difícil es Puigdemont para el PSOE. Tocará llamar a Borja Semper y a Ione Belarra. Después, las elecciones premiarán a cada uno. El Gobierno ahora sabe que tiene a cinco diputados descontrolados producto del nada que perder. Cinco escaños con temporizador a la espera de coger fuerzas o hundirse en las europeas. “No nos hemos equivocado de trinchera, ni de enemigo”, decía Óscar Matute desde la tribuna. ¿Cuántas veces podrá votar Podemos con el PP y Vox? En la primera gran votación, ya han marcado una equis.
El PP tenía una estrategia que solo servía si Sánchez fracasaba. Pasaba por el Gobierno ingobernable y aprovechar la ola hasta que hubieran vuelto los decretos al Congreso. El PSOE llamó tarde al PP para buscar el sí. Pero en política, solo es tarde si la votación se ha consumado y el PP no ha sabido aprovechar esa palanca. Mientras el PSOE aprende a moverse a cinco bandas para ir sacando adelante importantes políticas –ahora que han salido los decretos más urgentes puede respirar–, al PP de Feijóo le falta cintura para abrir grietas en un bloque más cohesionado de lo que parece.
Queda mucho para que todo caiga como espera el PP. Seguir la linde de Ayuso, del “al Gobierno ni agua” a ilegalizar partidos, no moverá a Feijóo de la frontera Vox con el límite de 171 escaños. Ha pasado casi un mes desde que el triple paquete legislativo pasó por el Consejo de Ministros y el portavoz Miguel Tellado no ha sabido trasladar dudas al PNV o a Junts. Tampoco ha tenido la visión de tumbar dos decretos y salvar el decreto anticrisis como mensaje a las miles de familias y empresas a las que afectan las ayudas.
La respuesta en redes del PP se ha resumido en “humillación, extorsión, ridículo, esperpento, desgobierno, mercadeo, jaque al Gobierno”. Una dialéctica plana y excluyente incapaz de desmontar el virtuosismo de los pactos a seis.
Se dijo que no había mayoría progresista y la ha habido. Se dijo que los independentistas tumbarían los decretos y había más aspavientos y escenografía electoral que ruptura real. Salvados en una negociación imprevisible, se ha cumplido lo que se intuía. Que los de Junts están de vuelta a la gobernabilidad. Las negociaciones de la legislatura se harán in extremis, incluso en los minutos de las votaciones del Congreso. Para otro capítulo queda la lección al Gobierno. Los reales decretos están contados, llegar al Consejo de Ministros sin las negociaciones hechas no se repetirá muy a menudo y se instala el pacto permanente.
Si pensábamos conocer todas las acepciones de una jornada histórica, sólo había que esperar a que arrancara esta legislatura de billar a cinco bandas. Los decretos anticrisis han sido el aperitivo de los Presupuestos. Y estos lo serán de otra negociación más tensa todavía. Así todo un mandato que acaba de empezar con una dinámica de pactos inédita hasta ahora. Si Sánchez perdía las primeras votaciones, el golpe habría tenido un impacto más simbólico que real, los decretos eran salvables en un nuevo Consejo de Ministros extraordinario. Pero los ha salvado y el símbolo de partida es que las negociaciones serán muy duras. Cada partido tiene una hoja de ruta, una cita electoral distinta, e intereses cruzados.