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El PP dispara en la Quinta Avenida

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Era insostenible que el PP mantuviera tapado a VOX hasta el 23J. Era políticamente inmanejable aguantar los pactos hasta agosto. VOX ha subido en votos, pero no ha ganado en ningún sitio. Sus gobiernos se los da el PP mientras los de Abascal son tan claros como lo han sido siempre. Cierran un acuerdo en Valencia y mandan a un condenado por maltrato al Congreso. En Murcia no consiguen sus sillas y amenazan con repeticiones electorales. Si alguien en el PP pensaba que legitimar a VOX era compatible con volver a la vieja esencia del PP, les están dejando claro que les van a arrinconar en la extrema derecha. 

El PP presentó un programa pionero de regeneración democrática en las Cortes que ahora se materializa en avalar que el condenado Carlos Flores sea diputado por VOX. En lugar de exigir expulsarlo de la política, ve bien sacarlo de la Generalitat para que esté en la Cámara representando a la soberanía popular. Ministerio de Igualdad, no; Carlos Flores, sí. Un año haciendo bandera de la falta de calidad democrática del ejecutivo en las Cortes y ni se inmuta cuando su ya consumado socio manda a un maltratador. O entrega la presidencia de las Cortes Valencianas, después de la vicepresidencia en Castilla y León.

En algún momento del subidón del 28-M el PP ha calculado que el cabreo con Pedro Sánchez les convierte en el francotirador de la Quinta Avenida. La metáfora de Trump que aludía al momento en el que no pierdes votos hagas lo hagas. Ha leído que a su votante le da igual y esa transferencia desde el centro, ese posible millón de votos, aguanta cualquier cosa. En este momento de la carrera solo importa que los votos del 23J no colisionen con los pactos del 28-M. Que lo hecho ahora sea borrado en pocas semanas. Una estrategia de riesgo.

El PP presentó un programa pionero de regeneración democrática que ahora se materializa en avalar que el condenado Carlos Flores sea diputado. En lugar de exigir expulsarlo de la política, ve bien sacarlo de la Generalitat para que esté en la Cámara

Feijóo dice que quiere, pero no puede. Para más evidencias, Emiliano García-Page, la excepción socialista, ha puesto de manifiesto que el pacto de los populares con VOX es una elección deliberada más acorde con la decisión de Génova 13 que los territorios, como intenta trasladar la dirección nacional. Page ha puesto encima de la mesa la lista más votada a favor de una convivencia sin la ultraderecha. Con esta fórmula, Toledo, Guadalajara y Talavera serían para el PSOE a cambio de Albacete, Ciudad Real y Puertollano para el PP. Una pérdida de poder municipal asumible para un partido de gobierno que intenta acabar con Pedro Sánchez por el pecado de sus pactos.  

Feijóo no aclara si Santiago Abascal será su vicepresidente mientras las incongruencias se multiplican según bendice gobiernos a dos bandas. ¿Qué campaña creíble queda ahora mientras sellan el poder autonómico y local de los próximos cuatro años con VOX? Es incongruente estar en el Pacto de Estado contra la violencia de género y pactar con quien la niega. Lo es acudir a un Women Summit y pactar con quien quiere obligar a las mujeres a escuchar el latido fetal. Lo es hacer bandera contra los socios del PSOE y gobernar con VOX. 

No se puede estar en contra de Nicolás Maduro y normalizar al partido que celebra sus victorias con Víktor Orban, un autócrata europeo que deroga derechos fundamentales y pone en riesgo la cohesión de las instituciones europeas. Es incongruente denunciar los señalamientos de Pablo Iglesias a periodistas y gobernar con el partido que ataca desde su cuenta oficial de Twitter al periodista Carlos Alsina por un editorial que no les gusta. Cada incongruencia, casi infinitas, son un bidón de gasolina que el PP da a VOX. Feijóo reivindica la elección de las urnas. Y esta es casi la incongruencia mayor. VOX no puede gobernar por sus votos, lo hace por sus pactos.

Era insostenible que el PP mantuviera tapado a VOX hasta el 23J. Era políticamente inmanejable aguantar los pactos hasta agosto. VOX ha subido en votos, pero no ha ganado en ningún sitio. Sus gobiernos se los da el PP mientras los de Abascal son tan claros como lo han sido siempre. Cierran un acuerdo en Valencia y mandan a un condenado por maltrato al Congreso. En Murcia no consiguen sus sillas y amenazan con repeticiones electorales. Si alguien en el PP pensaba que legitimar a VOX era compatible con volver a la vieja esencia del PP, les están dejando claro que les van a arrinconar en la extrema derecha. 

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