Lo peor del año para Rajoy es que estamos en enero

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Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, los principales problemas que destacan los españoles en el final del pasado 2017 son el paro y la situación económica; la corrupción y el fraude; la actuación de los políticos y los partidos; y, con un significativo descenso en importancia respecto a las semanas anteriores, la situación en Cataluña. Por una vez, hay una coincidencia total de Rajoy con el resto de sus conciudadanos. Estos son los mismos problemas que a él también le martirizan. En su caso, hay un par de matices que personalizan más su particular posición. Por un lado, para muchos españoles, nuestro presidente tiene bastante responsabilidad en el desencadenamiento de estas dificultades. Además, no parece que vayan a resolverse a corto plazo. Antes, al contrario. El año 2018 pinta mal para el PP y lo peor es que sólo estamos en enero.

Hay un elemento diferencial que caracteriza el momento político que vivimos. Hasta ahora, los populares han hecho frente a las sucesivas crisis que han encarado con el clásico recurso de tocar a rebato a sus seguidores y movilizarlos en la batalla contra la izquierda. Ahora, por vez primera, esa estrategia no sirve. El principal rival de Rajoy no es el Partido Socialista, ni mucho menos Podemos. Su socio más cercano ha pasado a convertirse en la mayor amenaza que el PP haya tenido en las últimas dos décadas, desde su aparición surgida de la suma de los restos de la antediluviana Alianza Popular y la disolución de UCD.

El éxito electoral de Inés Arrimadas en Cataluña ha relanzado la imagen de Ciudadanos en toda España. El partido liderado por Albert Rivera parece dispararse coyunturalmente en los sondeos electorales y ahora aparece como una formación con posibilidades de luchar por dirigir el próximo gobierno. La inmensa mayoría de sus nuevos votantes proceden de las filas populares, aunque también parece recibir una parte de ex votantes socialistas y hasta algunos defensores de la llamada nueva política que dejan de lado el mundo de Podemos. Ciudadanos se visualiza para un buen número de tradicionales votantes del PP como una alternativa perfecta para forzar a los populares a cambiar seriamente su configuración actual, sin tener que dejar el gobierno en manos de la izquierda.

La gravedad del fenómeno político gravita en que las principales amenazas que persiguen a Mariano Rajoy, que reflejan el CIS, son fortalezas evidentes desde la perspectiva de Ciudadanos. Da la sensación de que no estamos simplemente ante un momento puntual derivado del conflicto catalán. Las perspectivas del año que empieza dibujan un negro panorama para el PP y abren el territorio para un posible asentamiento del crecimiento de Ciudadanos.

Hace ahora casi un año, el PP celebraba su 18º congreso. En él aparecían serenos y claramente dominadores del tablero político. Nadie en la oposición parecía tener capacidad de hacerle sombra. La economía empezaba a aportar datos macro de sensible recuperación. Frente a la corrupción, el discurso oficial era claro: se trataba de casos del pasado alejados de la realidad del momento del partido. Era una etapa superada que quedaba en manos de los jueces, pero que en nada afectaba a la estructura del partido presidido por Rajoy. Los responsables de los casos de corrupción ya no estaban en el PP. Asunto cerrado. Cataluña apenas estaba en la agenda mediática.

Todo el discurso se vino abajo en muy poco tiempo. En primer lugar, enseguida se comprobó que el triunfalismo económico no cuajó como percepción social. Hoy en día, sólo el 7% de los españoles cree que la situación económica es buena. Sólo el 22% piensa que la situación actual es mejor que hace un año. Apenas un 23% cree que dentro de un año la situación será mejor. Entre los votantes del PP, únicamente un 17% de ellos califica como buena la situación económica actual. El elevado índice de desempleo es sólo una parte de la negra visión general. Unos niveles salariales indignantes, unas fórmulas de contratación abusivas, la pérdida de calidad de los servicios de asistencia social, la amenaza de insostenibilidad de las pensiones, el aumento escandaloso de la desigualdad, la falta de sensibilidad ante fenómenos como la inmigración o la política energética son algunos de los elementos condicionantes de una opinión pública manifiestamente descontenta con nuestro modelo económico. Para muchos votantes del PP, Ciudadanos representa una derecha más sensible con la realidad social existente. Muchos de ellos ven un estilo más actual, menos retrógrado y más alineado con las políticas económicas liberales que mejor funcionan en su opinión más allá de nuestras fronteras. El hecho de que desde la izquierda se insista en calificar al partido de Rivera como derecha pura siempre le fortalece en ese importante sector del electorado. Le certifica como una alternativa creíble ante Rajoy.

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En el caso de la corrupción, este año puede ser un auténtico infierno para el PP. Su argumento de que se trata de casos del pasado alejados de la realidad actual ha estallado por los aires en los últimos meses. La caída del presidente de Murcia abrió un periodo de sucesivas reapariciones de diferentes escándalos que tuvieron en la detención de Ignacio González su punto culminante. Este año se van a producir distintos procesos y sentencias que van a colocar a Rajoy y a su partido en el foco de la atención nacional. De nuevo, Ciudadanos tiene una gran ventaja en este terreno. El hecho de no gobernar en ninguna administración le permite mantener un discurso virginal y combativo que de cara a los votantes populares dolidos con la extendida corrupción vivida tiene especial fuerza.

Por último, lo ocurrido en Cataluña tiene pocas interpretaciones. Arrimadas se comió ella sola al Partido Popular. Ciudadanos ha monopolizado y liderado el discurso constitucionalista españolista. La arrasadora ventaja obtenida sobre García Albiol ha convertido al PP en una fuerza irrelevante en el territorio catalán. La dificultad es que todo parece indicar que el conflicto y la confrontación van a seguir protagonizando la actualidad entre Bruselas, Barcelona y Madrid. Y en ese espacio, da la sensación de que nos espera vivir más de lo mismo. En términos del combate político, nada hace pensar que la posición dominante de Ciudadanos respecto al PP vaya a amortiguarse.

Rajoy no es que tenga la espada de Damocles ante él. Tiene un puntiagudo y afilado tridente formado por la desigualdad económica, la corrupción y el desafío catalán. Si la imagen no resulta de por sí suficientemente gráfica, aún se agudiza más si abrimos el plano y contemplamos que el que controla el arma es Albert Rivera.

Según el Centro de Investigaciones Sociológicas, los principales problemas que destacan los españoles en el final del pasado 2017 son el paro y la situación económica; la corrupción y el fraude; la actuación de los políticos y los partidos; y, con un significativo descenso en importancia respecto a las semanas anteriores, la situación en Cataluña. Por una vez, hay una coincidencia total de Rajoy con el resto de sus conciudadanos. Estos son los mismos problemas que a él también le martirizan. En su caso, hay un par de matices que personalizan más su particular posición. Por un lado, para muchos españoles, nuestro presidente tiene bastante responsabilidad en el desencadenamiento de estas dificultades. Además, no parece que vayan a resolverse a corto plazo. Antes, al contrario. El año 2018 pinta mal para el PP y lo peor es que sólo estamos en enero.

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