A finales de 1957, antiguos miembros del llamado Ejército de Liberación Nacional marroquí, comenzaron a hostigar a los puestos avanzados que el Ejército de Franco tenía desplegados en Ifni, la entonces provincia española número 51. Las escaramuzas terminaron convirtiéndose en una guerra que finalizó con la ocupación de todo el territorio de Ifni por parte de Marruecos, salvo la ciudad de Sidi Ifni que fue cercada.
La guerra llegó hasta la frontera con Mauritania, en el sur del Sáhara, situada a más de 2.000 kilómetros de distancia de Ifni. Durante los meses que duró el conflicto, los marroquíes se movieron con total libertad por todo el desierto. La derrota del ejército de Franco fue abrumadora. Para justificar el desastre, el Régimen acudió a los tópicos de siempre acusando al comunismo internacional de ser el instigador del ataque a las “provincias africanas”. En esta ocasión la propaganda del Régimen, no culpabilizó del descalabro a la conspiración judeo-masónica, se limitó al comunismo internacional.
El Gobierno español, para salir del atolladero, pidió ayuda al Gobierno de los EEUU pero no sólo se la denegaron sino que prohibieron la utilización de las armas norteamericanas que habían sido adquiridas por el ejército franquista en base a los acuerdos de 1953. Entre ese material bélico estaban los reactores F86.
El Ejército de Franco estaba concebido para luchar contra lo que ellos llamaban “el enemigo interno”, es decir, los demócratas españoles, y para esa misión no se requerían grandes tecnicismos, bastaba con un ejército muy numeroso pero mal dotado, por eso perdió la guerra contra el Ejército de Liberación Nacional marroquí.
En la guerra de Ifni se utilizaron aviones Junker 52 y Heinkel 111, aviones alemanes de la segunda guerra mundial que a esas alturas ya estaban en los museos europeos, pero que aquí trabajaban a pleno rendimiento. La falta de medios era tal que se llegó a utilizar como bombardero al Junker que era un avión de transporte. Para ello emplearon la depurada técnica de lanzar por la puerta del avión barriles de gasolina a los que previamente se les había atado con cuerdas algunas granadas de mano para que ardiese el bidón al impactar contra el suelo.
Ante la negativa del Gobierno de EEUU a prestarle ayuda, Franco acudió al Gobierno francés.
A finales de 1957 y principios de 1958, la IV República francesa estaba en plena crisis, a punto de desmoronarse. Se acababa de descubrir que Francia, la defensora de los derechos humanos, estaba torturando a los prisioneros del FLN argelinos. Los militares destinados en Argelia no estaban dispuestos a dialogar con los independentistas argelinos y sometían a constante presión al Gobierno de Félix Gaillard que acabó dimitiendo el 15 de abril de 1958, a causa del escándalo nacional e internacional provocado por el bombardeo, el 8 de febrero de 1958, a Sakiet Sidi Youssef, en Tunez, por parte del Ejército francés.
En esta situación de crisis en Francia, apareció Franco pidiéndoles ayuda militar para recuperar las provincias perdidas en manos de Marruecos. Lo normal es que los franceses se la hubiesen denegado, dado el rechazo que provocaba el dictador entre las democracias europeas y el aislamiento internacional del que a duras penas estaba saliendo el Régimen. Lo sorprendente es que el Gobierno francés aceptó la petición de ayuda y firmó con el Gobierno español un acuerdo secreto llamado Opération Écouvillon.
A ambas partes les interesaba que el acuerdo y la subsiguiente guerra fuesen secretas. Franco no quería que la opinión pública se enterase de que no era capaz de controlar su propio territorio y había tenido que pedir ayuda a un país extranjero. A los franceses no les interesaba que las democracias occidentales supiesen que estaban prestando ayuda militar a un dictador. Hay que tener en cuenta que el 8 de febrero de 1958, justo dos días antes de iniciarse la Óperation Écouvillon, el Gobierno francés había entrado en una crisis profunda por el bombardeo de Sakiet Sidi Youssef. Era el momento más inoportuno para entrar en guerra en auxilio de Franco. De haber trascendido el acuerdo franco-español, el Gobierno de Félix Gaillard no hubiese aguantado hasta el 15 de abril, habría dimitido el mismo 10 de febrero, fecha en que comenzó la ofensiva militar en el Sáhara.
Cumpliendo los acuerdos de la Opération Écouvillon, Francia formó un ejército compuesto por unos 8.000 soldados, 600 vehículos, muchos de ellos blindados, y 70 aviones modernos, no de museo. En la operación participaron también como “voluntarios” unos 8.000 soldados de reemplazo españoles. Este ejército franco-español como digo, comenzó la ofensiva el 10 de febrero de 1958 y en poco tiempo liberó el territorio. El 1 de abril de 1958 el Gobierno de Franco y el de Marruecos firmaron el acuerdo de Angra de Cintra por el cual España recuperaba el control teórico de todo el territorio, pero cedía a Marruecos Cabo Juby, situado frente a Lanzarote.
Es difícil de saber qué ofreció Franco a los franceses y el motivo por el cual estos le prestaron ayuda. Es posible que fuesen los militares argelinos los que impusieran esa decisión al Gobierno francés al considerar la ofensiva del Sáhara como una prolongación de la Guerra de Argelia. Lo que todavía no se sabe es qué entregó Franco a los franceses para que se metieran en esa guerra, pero tuvo que ser mucho porque puso en peligro la estabilidad de la IV República francesa.
Como tantos otros asuntos, la guerra de Ifni sigue siendo un secreto. Entre los perjudicados no sólo está la opinión pública sino el olvido en que han quedado aquellos soldados españoles, ya octogenarios, que se vieron envueltos en la contienda.
A finales de 1957, antiguos miembros del llamado Ejército de Liberación Nacional marroquí, comenzaron a hostigar a los puestos avanzados que el Ejército de Franco tenía desplegados en Ifni, la entonces provincia española número 51. Las escaramuzas terminaron convirtiéndose en una guerra que finalizó con la ocupación de todo el territorio de Ifni por parte de Marruecos, salvo la ciudad de Sidi Ifni que fue cercada.