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Estancados: solo nos salva la igualdad (y solo la de género)

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Hace unos días, se publicó un exhaustivo informe sobre cómo estamos en 2024 los 193 Estados miembro de Naciones Unidas en relación al cumplimiento de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en los que se materializa. Ya superado el ecuador de los quince años que nos dimos para lograr los objetivos, España solo ha conseguido poner en verde, uno: el de la igualdad de género. Bien por nosotras. Bien por vosotros. Y que no decaiga el esfuerzo porque los derechos conquistados hay que seguir defendiéndolos.

Que no decaiga el esfuerzo porque los derechos conquistados hay que seguir defendiéndolos

Cuatro objetivos están en amarillo, o sea, que con un pequeño esfuerzo y si no nos desviamos del rumbo adoptado, estamos en capacidad de conseguirlos en tiempo y forma: los que hacen referencia al fin de la pobreza (1), a la salud y el bienestar (3), al agua y el saneamiento (6) y a la energía limpia y asequible (7).

En naranja, color que desvela retos persistentes, se encuentran ocho objetivos: educación de calidad (4), crecimiento económico y trabajo decente (8), industria, innovación e infraestructuras (9), fin de las desigualdades (10), ciudades y comunidades sostenibles (11) y producción y consumo responsables o economía circular (12), vida marina (14) y paz, justicia e instituciones fuertes (16). 

En alarmante y sonrojante rojo, permanecen cuatro objetivos: los referidos a hambre cero (2), acción por el clima (13), vida terrestre (15) y alianzas para alcanzar los objetivos (17). 

Quizá os preguntéis qué es exactamente lo que nos aleja del color verde en todos ellos, dónde se concentran los retos más complejos de resolver o cuáles son las políticas públicas que habrían de adoptarse. Pues bien, destacamos mal, en el objetivo 1, por la tasa de pobreza después de impuestos y transferencias, lo que constata que nuestras políticas redistributivas no están funcionando. 

Destacamos mal, en el objetivo 1, por la tasa de pobreza después de impuestos y transferencias, lo que constata que nuestras políticas redistributivas no están funcionando

En el objetivo 2, es el llamado nivel trófico humano, que mide la intensidad energética de nuestra dieta en función de las cantidades de plantas y animales que consumimos, el que tenemos disparado por ser excesivamente carnívoros. Además, la eficiencia o rendimiento en la producción de cultivos es muy mejorable.

En el objetivo 3, de salud y bienestar, son los condicionantes socioeconómicos y territoriales (de nuevo, la desigualdad) los que lastran nuestro desempeño, y más concretamente la diferencia entre barrios de la esperanza de vida al nacer.

En educación (4), el gran porcentaje de estudiantes menores de 15 años con bajo rendimiento en matemáticas, que empeora año a año y que además está íntimamente relacionado, como en el ámbito de la salud, con los condicionantes socioeconómicos.

Saltamos al 6, donde la escasez de agua, medida como el consumo de agua ponderado por los recursos locales de agua dulce renovable de que disponemos, nos penaliza fuerte. Del 7 es especialmente preocupante la reducida proporción de energía renovable en el consumo total de energía final. Y lo que más lastra el avance en el objetivo número 8 es el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 24 años que ni trabaja, ni estudia ni recibe formación reglada (ninis), situado en el 15 % casi duplicando el objetivo de largo plazo.

En el 9, nos pasa factura, especialmente, la escasez de las denominadas “familias de patentes triádicas” (aquellas presentadas en varios países) por millón de habitantes, que en España necesitaríamos multiplicar por veinte para aprobar. Poca I+D+i, en definitiva. 

Para reducir las desigualdades, como establece el objetivo 10, necesita mejorar, o sea, reducirse, la proporción de ingresos recibidos por el 10 % de las personas con mayor renta disponible respecto a los que recibe el 40 % de las personas con menor renta disponible (o ratio Palma, un indicador de desigualdad). 

En el 11, es la vivienda inasequible, aquella que requiere más del 40 % de la renta disponible de los hogares, es el mayor reto por superar. En el 12, nuestro talón de Aquiles son los residuos electrónicos, que nos desbordan. En el 13, las emisiones de CO2 de la producción y también las que incorporan nuestras importaciones siguen en rojo. En el 14, la pesca de arrastre. En el 15, el bajo porcentaje de superficie y sitios de agua dulce protegidos y que son importantes para la biodiversidad. El 16 muestra que adolecemos de medidas para determinar si los procedimientos administrativos a nivel nacional, regional y local se llevan a cabo sin demoras injustificadas, y también muestra que somos unos exportadores relevantes de armas. Y el 17, pues que somos excesivamente austeros en términos de cooperación internacional al desarrollo—recordemos ese inalcanzable 0,7 %—y que somos especialmente opacos y poco colaboradores en términos de secreto financiero, teniendo en cuenta nuestra participación en la actividad de servicios financieros extraterritoriales en el total mundial. 

Nos quedan apenas seis años para enverdecer muchas cosas, así que manos a la obra. 

Hace unos días, se publicó un exhaustivo informe sobre cómo estamos en 2024 los 193 Estados miembro de Naciones Unidas en relación al cumplimiento de la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en los que se materializa. Ya superado el ecuador de los quince años que nos dimos para lograr los objetivos, España solo ha conseguido poner en verde, uno: el de la igualdad de género. Bien por nosotras. Bien por vosotros. Y que no decaiga el esfuerzo porque los derechos conquistados hay que seguir defendiéndolos.

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