Hay nervios en el partido demócrata. El primer empuje que supuso la nominación de Harris en sustitución de Joe Biden se ha quedado estancado. La carrera por la Casa Blanca está muy reñida. A poco más de un par de semanas para las elecciones, tras el debate presidencial en el que la candidata cogió algo de fuste y que hizo, parcialmente, olvidar el desastre del que enfrentó a Trump con Biden, lo cierto es que todo continua en tablas. Las dudas sobre la candidata demócrata no dejan de crecer. Y el hecho de que sea la primera candidata presidencial en más de sesenta años que no ha disputado unas primarias genera, además, muchas dudas sobre el verdadero alcance electoral de Harris.
En una elección de este calado es imprescindible una alta movilización de las bases, pero en este caso se hace difícil identificarlas. Una parte del partido demócrata se decanta por aproximarse al centro y ganarse a los votantes moderados del partido republicano que no están dispuestos a votar por Donald Trump. Ya se ha visto como el discurso de la candidata ha ido virando hacia ese colectivo abandonando propuestas más progresistas, no por nada el tema de las armas y el fracking han salido de manera explícita en campaña. El colectivo de las mujeres parece un grupo seguro, pero que no será suficiente para alcanzar la victoria y, desde luego, no compensará el fuerte apoyo que recibe Trump por parte de los hombres. Además, existe una gran preocupación por los norteamericanos árabes y los jóvenes que rechazan de plano la política de su gobierno en Oriente Medio y que son votantes esenciales en Estados como Michigan, donde hasta ahora se votaba por razones económicas, pero que, en esta ocasión, también lo harán pensando en Gaza.
Y así las cosas, los nichos donde los estrategas demócratas están apostando a una remontada son el colectivo afroamericano y el latino. En el caso del primero se ha visto como los demócratas han perdido apoyo desde las elecciones de 2020. Entonces el apoyo a Biden fue del 90% entre el colectivo afroamericano, ahora en las encuestas no alcanza el 80%. Según las últimas encuestas del New York Times el 15% de los votantes negros apoyarían a Donald Trump, esta cifra asciende al 20% cuando sólo se cuenta a los varones afroamericanos. En esa encuesta se añadía que el 40% de los votantes de este colectivo menores de 30 años dan más credibilidad a las promesas de los republicanos que a las de los demócratas.
Con estos datos, parte del partido demócrata ha entrado en pánico. Pensaron que el voto negro estaría fidelizado, y no es así. Rápidamente lanzaron una ofensiva para intentar recuperar esa masa electoral esencial si quieren ganar las elecciones. Lo primero que propusieron fue la denominada “agenda de oportunidades para los hombres negros”, dirigida explícita y exclusivamente a ese colectivo y presentada por Harris. Esta agenda proporcionaría un millón de préstamos condonables de hasta 20.000 dólares a empresarios negros para que inicien un negocio. También incluye iniciativas de educación, formación y tutoría para ayudar a los hombres negros a conseguir empleos “bien remunerados” en sectores de alta demanda, incluidas vías para convertirse en profesores. Harris también aboga por la legalización de la marihuana recreativa, abriendo así nuevas oportunidades para que los estadounidenses negros tengan éxito en la industria del cannabis y eliminando al menos una fuente de vigilancia excesiva racializada. Finalmente, también propone salvaguardar las inversiones en criptomonedas para una quinta parte de los estadounidenses negros con criptoactivos.
Los demócratas se lo están jugando todo a través de mostrar energía y la sonrisa de Kamala. Las dudas en la campaña, sin embargo, son inmensas
Este plan que intenta dar respuesta a las demandas de este colectivo, es, a todas luces un plan que no sólo no dará resultados ya que es imposible que sólo beneficie a un colectivo específico, sino que además ayuda a perpetuar los estereotipos en torno a los afroamericanos, ¿o es que nadie mas fuma marihuana en EEUU? La solución para la desigualdad y el racismo institucional que vive este colectivo desde luego no pasa por soluciones específicas sino por reformas estructurales.
El enfoque de los demócratas no puede ser más errado. Apuntan por un lado a la traición del voto afroamericano, como si fuera un voto que en ningún modo pudieran perder, y se encargan de “regañarles” por su falta de motivación y movilización, tal y como hizo Obama en un mitin en Pensilvania, donde recriminó la ausencia de participación en “nuestros” barrios y, aún es más, asumió que la razón por la que no se movilizaban “los hermanos” era porque Harris era mujer. Estas asunciones, de nuevo, perpetúan estereotipos contra este colectivo que no es necesariamente más sexista que el conformado por los hombres blancos norteamericanos.
En cuanto a los latinos también Harris está lanzando propuestas focalizadas en este grupo, que intentan movilizar el voto hacia su campo. Así, han salido propuestas como el llevar mas fondos a los bancos comunitarios para ayudar a los hombres latinos a obtener más préstamos para sus empresas, además de reivindicarse como una “capitalista pragmática”. Este colectivo no es algo menor ya que compone en torno al 15% del censo electoral y determinantes en estados como California, Florida o Texas, pero, sobre todo, en Arizona y Nevada. A pesar de que es un grupo que tradicionalmente ha apoyado a los demócratas, también es cierto que su índice de registro es muy bajo y, por tanto, su participación también. Así, en unas elecciones tan apretadas como estas, su concurso será esencial, especialmente en los swings states donde a estas horas las encuestas continúan dando un empate técnico.
Con estos datos lo cierto es que la campaña de Harris está intentando apretar en la recta final sacando toda su artillería. Así, en sus últimos mítines no han faltado estrellas del mundo del espectáculo como Beyoncé o Springsteen y está contando con la imprescindible ayuda de Obama. Los demócratas se lo están jugando todo a través de mostrar energía y la sonrisa de Kamala. Las dudas en la campaña, sin embargo, son inmensas. Se teme que vuelva a suceder lo que ya vivieron en otras dos contiendas electorales donde se ganó el voto popular pero no el Colegio Electoral, en el caso de las de 2016 con un shock postraumático del que el partido todavía no se ha recuperado. Por eso se hace imprescindible la movilización del electorado, por eso los votos de afroamericanos y latinos serán esenciales para alcanzar o no la victoria.
Hay nervios en el partido demócrata. El primer empuje que supuso la nominación de Harris en sustitución de Joe Biden se ha quedado estancado. La carrera por la Casa Blanca está muy reñida. A poco más de un par de semanas para las elecciones, tras el debate presidencial en el que la candidata cogió algo de fuste y que hizo, parcialmente, olvidar el desastre del que enfrentó a Trump con Biden, lo cierto es que todo continua en tablas. Las dudas sobre la candidata demócrata no dejan de crecer. Y el hecho de que sea la primera candidata presidencial en más de sesenta años que no ha disputado unas primarias genera, además, muchas dudas sobre el verdadero alcance electoral de Harris.