En el barrio donde vivo desde hace muchos años, existe un edificio de cierta altura que luce, en uno de sus balcones, una bandera española con un lema superpuesto en el que se puede leer: ¡Viva la unidad católica de España! Hablo con mis vecinos y no parece que a ninguno de ellos, en su mayor parte cercanos a las opciones políticas de derechas, les haya influenciado en exceso esta proclama. El cartel lleva mucho tiempo y, a pesar de haber compartido su exhibición, entre otras, con la ley de eutanasia y matrimonio entre personas del mismo sexo, nunca se ha añadido una repulsa específica contra las mismas y tampoco contra la ley de amnistía. Quizá piensen, y no les falta razón, que, si consiguen hacer realidad su mensaje, lo demás vendrá por añadidura. Modestamente me permito recordarles que la amnistía es lo más parecido a una indulgencia plenaria, por lo que no sería lógico que un católico se manifestase en contra.
Otros católicos llevan tiempo reuniéndose, en los aledaños de la sede del PSOE, para rezar el rosario en desagravio por la afrenta que supone que una ley, votada en el Parlamento de su nación, entre en vigor y borre los efectos de delitos que según pregonan podrían se equiparables a pecados mortales. Con frecuencia reciben la visita y el apoyo de otros grupos no tan píos que hacen gala de una agresividad y baja estofa que contrasta, sin duda, con las plegarias de los devotos. Cuando el salvajismo termina quizá recen por la salvación de tan iracundos hermanos descarriados. En todo caso, no deja de llamar la atención el hecho de que los convocantes no utilicen el interior del recinto sagrado para sus rezos.
Como persona educada bajo el nacionalcatolicismo, me permito aportar algunas enseñanzas que recibí en el colegio. Sin perjuicio de sus orígenes, la difusión del rosario como práctica del rito católico se debe a los dominicos (como se sabe enemigos acérrimos de los jesuitas), que lo difundieron por nuestras colonias de América. Su implantación definitiva como un emblema del catolicismo se produce con ocasión de la Batalla de Lepanto (1571). Me contaron que Felipe II, mientras se desarrollaba el combate naval, no dejó de rezar el rosario, cuando en realidad fue el Papa Pío V. Agradecido por la ayuda divina, declaró el 7 de octubre como el día de la Virgen del Rosario.
Desde 1690, en Sevilla proliferaron los cortejos callejeros rezando y cantando el rosario. Los domingos y festivos salían de madrugada o a la aurora. Las distintas cofradías, embriagadas por las circunstancias, con frecuencia terminaban enfrentándose a farolazos, desencadenando desbandadas tumultuarias que acuñaron la expresión popular que se utiliza para pronosticar que un determinado suceso o acontecimiento va a terminar "como el rosario de la aurora".
Para el día de la votación, este domingo 9, se deben rezar los Misterios Gloriosos que se abren con la Resurrección del Señor seguida de su subida a los cielos
A estas alturas ya no causa ninguna extrañeza que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (una Sección de la Sala de lo Contencioso) anule un acuerdo de la Junta Electoral Provincial por el que se prohibía el día de reflexión (8 de junio) e incluso el día de la votación (9 de junio) el rezo del Santo Rosario en una zona próxima a la sede del PSOE. La Sala opina que un rosario ”por España y en defensa de la fe católica en todo el mundo” es algo que nada tiene que ver con la campaña electoral. ¿Habrían autorizado una carrera protestando por el cambio climático y en defensa de los animales? Causan bochorno y suscitan las naturales críticas resoluciones de esta naturaleza y otras incluso más estrafalarias. Antes de pronunciar esta insólita resolución debieron repasar las letanías y contrastarlas con las invocaciones que se hace en ellas sobre la necesidad de que la Virgen y también los jueces sean espejo de la justicia (spéculum iustitiae) y sede de la sabiduría (sedes sapintiae). Los observadores extranjeros quizá no salgan de su asombro.
Supongo que los promotores, fieles a sus creencias, conocerán las previsiones eclesiásticas para el buen orden y desarrollo de los rezos. El día de reflexión, como casi siempre cae en sábado, por lo que corresponde rezar los Misterios Gozosos que comienzan con la Anunciación del embarazo de la Virgen, la visita a su prima Santa Isabel, el nacimiento de Jesucristo, su presentación en el Templo y sobre todo su precoz sabiduría rebatiendo y avergonzando a los maestros y dejándoles estupefactos por la inteligencia de sus respuestas.
Para el día de la votación, domingo 9, se deben rezar los Misterios Gloriosos que se abren con la Resurrección del Señor seguida de su subida a los cielos. Deja la tarea en manos del Espíritu Santo que, en Pentecostés, anticipándose a las escuelas de idiomas, concede a los apóstoles el don de lenguas. Continúa con la Asunción y la Coronación de la Virgen santísima como reina de cielos y tierra, según el salmo, con un vestido recamado en oro. Estoy seguro de que sabrán que el rosario no se termina con los misterios, continúa con las letanías de exaltación de la Virgen y el rezo de la Salve. Que nadie se ofenda antes de tiempo y estén tranquilos los Abogados Cristianos, porque todo lo que estoy trascribiendo está tomado de una obra de las Siervas de los corazones traspasados de Jesús y de María, que se puede encontrar en internet bajo el link www. corazones.org
Me imagino que este domingo permanecerán en vigilia hasta que se conozca el resultado de las elecciones. Si sus plegarias han sido atendidas y triunfan los salvadores de la unidad católica de España, volverán a entonar los misterios gloriosos. También disponen de los misterios luminosos que, a pesar de mi profunda formación católica, no conocía. Son: el bautismo, las bodas de Caná, lo que provocará la indignada respuesta de los viticultores europeos, y la transfiguración, tan frecuente en muchos partidos políticos.
Las elecciones europeas terminan el domingo pero la ley de amnistía todavía no ha entrado en vigor, por lo que tienen mucho tiempo para la oración. Les recomendaría que no se envolviesen en la bandera de España porque hace mucho calor.
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José Antonio Martín Pallin. Abogado. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas (Ginebra). Ha sido Fiscal y Magistrado del Tribunal Supremo. Es autor, entre otros libros, de 'El gobierno de las togas' y 'La guerra de los jueces', editados por Catarata.
En el barrio donde vivo desde hace muchos años, existe un edificio de cierta altura que luce, en uno de sus balcones, una bandera española con un lema superpuesto en el que se puede leer: ¡Viva la unidad católica de España! Hablo con mis vecinos y no parece que a ninguno de ellos, en su mayor parte cercanos a las opciones políticas de derechas, les haya influenciado en exceso esta proclama. El cartel lleva mucho tiempo y, a pesar de haber compartido su exhibición, entre otras, con la ley de eutanasia y matrimonio entre personas del mismo sexo, nunca se ha añadido una repulsa específica contra las mismas y tampoco contra la ley de amnistía. Quizá piensen, y no les falta razón, que, si consiguen hacer realidad su mensaje, lo demás vendrá por añadidura. Modestamente me permito recordarles que la amnistía es lo más parecido a una indulgencia plenaria, por lo que no sería lógico que un católico se manifestase en contra.