'Náufragos sin tierra', auténtico periodismo

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Hay periodistas incapaces de escribir una sola línea sin ir previamente al lugar de la información, ver con sus propios ojos la realidad, oír a testigos y protagonistas, explorar todos los ángulos y entonces, solo entonces, transmitir la información. Algunos se ven en la obligación de ponerse en riesgo en lugares o situaciones peligrosas para contar la verdad. No son suicidas, ni iluminados, tan solo profesionales íntegros, periodistas que ofrecen testimonio de lo que ocurre en cualquier lugar del mundo. En este grupo se sitúa Yolanda Álvarez, corresponsal de TVE (cuando la dejan), y actualmente reportera de En PortadaEn Portada.

Álvarez ha vivido dos veranos singulares en su vida y en su oficio. El primero, en 2014, cuando seguía la guerra entre palestinos e israelíes como corresponsal en Gaza y el Gobierno de este último quiso evitar lo que la periodista contara lo que tenía ante sus ojos. Presiones ante el Gobierno español del momento consiguieron que la dócil dirección de RTVE la desplazara del territorio primero y la cesara como corresponsal después, a pesar de las protestas de sus compañeros, de organizaciones profesionales y de los premios (como el de Libertad de Expresión, o el de Derechos Humanos) obtenidos por su trabajo en esa contienda.

Cinco años después, en julio de 2019, embarca, junto al reportero gráfico Joaquín Relaño, en el buque de rescate Open ArmsOpen Arms, que se dedicaba al salvamento de náufragos entre Libia y Sicilia. La idea inicial era pasar en la embarcación una semana, que se transformó en casi un mes, para relatar ese rescate de vidas en el mar y el traslado a un puerto seguro. Una tarea que se convirtió en odisea cuando la Italia de Salvini negó el desembarco en Sicilia, resuelto, tras diecinueve jornadas, por intervención judicial. Yolanda Álvarez y Joaquín fueron contando el día a día en los telediarios de TVE y, posteriormente, en sendos reportajes de Informe Semanal y En Portada. Ahora, más de un año después, vierte al papel Náufragos sin tierra, que subtitula A bordo de la misión más dura del Open ArmsNáufragos sin tierra A bordo de la misión más dura del Open Arms, que tiene una doble dedicatoria: "A Alicia G. Montano, por la magia de hacerlo posible" y "a todas las personas que huyen del infierno, sea cual sea".

Se trata de un relato en primera persona, que se abre con una declaración de la autora: "En la vida, el sueño que perseguimos puede convertirse súbitamente en una condena. Y lo que muchos contemplan con horror, como algo insufrible, puede acabar siendo nuestra tabla de salvación. Las dos cosas ocurrieron a bordo del Open Arms el verano de 2019. Todavía hoy me pregunto quién ayudaba a quién: si con cada operación de salvamento no naufragaban nuestros valores y si aquellos náufragos no eran al fin y al cabo el único rescate posible de una Europa que está perdiendo el alma". A partir de ahí, 25 capítulos relatan la partida desde Siracusa, el avistamiento y rescate de 124 náufragos, que vagaban en sendas lanchas neumáticas, y habían emitido mensajes de socorro. En la primera viajaban 55 personas, que fueron trasladadas al buque en la jornada del 1 de agosto. En la segunda, con otras 69 personas, el rescate se produjo sobre las seis de la mañana del día siguiente. Yolanda Álvarez narra, a bordo de una de las lanchas de salvamento, el trabajoso y arriesgado traslado de los náufragos hasta las lanchas y la posterior subida al buque: "Resulta difícil creer que hubieran llegado con vida", diría en el Telediario de la noche de aquel primero de agosto y terminaba la crónica con una afirmación premonitoria ante cámara: "Ahora falta que las autoridades asignen un puerto seguro de desembarco".

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El 2 de agosto el rescate había culminado y el Open Arms había cumplido con la legalidad al realizar el socorro tras petición expresa de los náufragos, pero Malta se niega a ofrecer cobijo, mientras Salvini cierra la puerta de los puertos italianos. Ciudades como València o Barcelona se prestan al desembarco, pero en el Open Arms, donde viajaban 19 personas, se hacinan 160Open Arms. Es primordial atracar en un puerto seguro y, además, cercano. Europa se debate entre la insolidaridad de unos y los sentimientos humanitarios de otros. Mientras, entre las 124 víctimas se pasa del desaliento a la desesperación: algunos están enfermos, la falta de espacio para dormir provoca enfrentamientos y peleas y los responsables del barco temen un estallido... Por fin, a mediados de mes y en plena tormenta que amenaza con tumbar el buque, una decisión judicial permite al Open Arms buscar primero el abrigo del puerto de Lampedusa, y después, y a pesar de las negativas de Salvini, el desembarco de la totalidad de los náufragos y tripulación.

Hasta aquí podría parecer que Yolanda Álvarez relata una epopeya en el mar con final feliz. Nada más lejos de la letra y el espíritu de su obra: desde la primera línea hasta la última lo que se cuenta está centrado en las personas, en las víctimas de guerras y hambre, en mujeres y hombres que se lanzan al mar porque el riesgo de no llegar a Europa es inferior a la certeza de explotación, violencia, abusos y esclavitud, que dejan atrás. Álvarez habla con todos y de todos. Llora, se emociona y sufre al escuchar sus historias que contrasta con la falta de comprensión y humanidad de gobiernos y poblaciones que ven con rechazo a lo que califican de "avalancha inmigratoria", cualquier concepto global les vale para no reconocer en ellos a personas individuales que necesitan ayuda para, simplemente, poder vivir. No es casual que Álvarez dedique el último capítulo de Náufragos en el mar a seguir las peripecias vitales de la mayoría de ellos. Quienes siguen enfermos, los que han conseguido trabajo, los que han logrado instalarse en uno u otro lugar de Europa. El libro culmina con esta sentencia: "Nosotros podemos hacer mucho más que ellos para que deje de haber náufragos".

Pasado más de un año, Yolanda Álvarez, tras obtener varios premios profesionales por su tarea entre los náufragos, sigue trabajando para En Portada y ha sido elegida presidenta del Consejo de Informativos de TVE al ser la que más votos consiguió en las elecciones para ese órgano de representación. Alicia Gómez Montano, a quien dedica el libro, falleció a principios de año, tras obtener la mejor puntuación entre los aspirantes a la dirección de RTVE. Una y otra han sido, son, periodistas, profesionales de ir, ver y contarlo, sin las que es casi imposible conocer el mundo que nos rodea. Una y otra eran y son auténticas periodistas.

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