Como cada año, el 25 de noviembre miles de mujeres salimos a las calles para denunciar y reclamar políticas que acaben con la violencia machista y protejan a las víctimas de ésta.
El terrorismo machista ha supuesto ya en nuestro país más de 971 muertes desde que se comenzaron a contabilizar en 2003 y cada día que pasa se acrecienta el número de denuncias por violencia machista. A pesar del horror apabullante que arrojan estas cifras, muchos de los casos que se producen en nuestro país acaban en una especie de limbo al no poder ser considerados como delitos de violencia de género por no entrar dentro de los parámetros establecidos dentro de la legislación, algo que tanto los colectivos feministas como Podemos llevamos denunciando desde hace años.
Y es que aunque hablamos siempre de cifras, detrás de cada frío dato numérico hay una vida que se rompe, que se acaba. Cada uno de estos asesinatos tiene una historia detrás que debe ser contada. Cada una de las cifras, tiene un nombre y unos apellidos, un proyecto vital truncado. Y por ello es justo que a cada una de las mismas se le honre con la lucha y la defensa de las mujeres ante la violencia machista.
El compromiso de todos los partidos políticos parece ser compartido frente a la violencia machista. Sin embargo, las acciones marcan más que las palabras y a lo largo de estos años hemos podido comprobarlo. La dotación presupuestaria para combatir la violencia de género no es suficiente, como tampoco lo es la actitud de la derecha de este país, que ha contribuido a poner más piedras en el camino para acabar con uno de los principales problemas sociales de nuestra patria.
Un gravísimo problema que va mucho más allá de las escalofriantes cifras que cada año recuentan las víctimas de esta lacra. Porque no es solo el golpe, el insulto, el maltrato físico o el psicológico, son las consecuencias que van ligadas a ello. Mujeres que se ven obligadas a abandonar sus puestos de trabajo porque están abocadas a elegir entre el empleo y la vida, incluso en algunos casos son los propios empleadores quienes deciden despedirlas, antes de acreditar su condición de víctima, porque se producen problemas como el absentismo.
En Madrid el 80% de las mujeres que sufren maltrato se encuentra en situación de desempleo y es urgente que esta cifra se reduzca. Nuestro cometido debe ser garantizar una protección plena hacia la víctima, también de su estilo de vida, de su entorno y de su independencia. Es necesario proteger quienes son, y para ello deben contar con todas las herramientas posibles. La mejor manera para ello es articular un sistema de prevención en nuestra sociedad en el que se ataje el problema de raíz concienciando a nuestros jóvenes, puesto que las cifras sobre los comportamientos machistas en la juventud apuntan a que los casos de violencia de género, lamentablemente, no cesarán si no se actúa adecuadamente en materia de prevención. El dato es especialmente alarmante en este sector de la población: con respecto al año pasado, se han producido un 48% más de delitos de malos tratos en menores, algo que debe alertar a toda la sociedad, como parte importante de su educación y formación.
Lo mismo sucede con la educación sexual de nuestros y nuestras jóvenes. Recientemente el programa Salvados emitió el reportaje La mala educación en el que Jordi Évole entrevistaba a un grupo de jóvenes sobre la confianza con la que hablaban de sexo con sus padres, pasando por la educación dada a través de las aulas, hasta sus experiencias sexuales. En una de dichas intervenciones una de las jóvenes relataba con su experiencia cómo el machismo ha ocasionado que se comprendan como “normales” actitudes que no deben serlo. Dejando en el aire una pregunta clave: ¿por qué debemos ser nosotras quienes digamos no y no ellos quienes pregunten si estamos de acuerdo con ello?
El caso de La Manada supuso una conmoción social sin precedentes por las muchas y crueles connotaciones que lo definen. Las concentraciones se sucedieron en multitud de ciudades en solidaridad con la víctima ante la injusta resolución del Tribunal Superior de Justicia.
Por todo ello y porque sin un 8 de marzo histórico esto no hubiese sido posible, seguimos luchando para que el Gobierno tenga en cuenta nuestras propuestas y presente un proyecto de Ley para la protección integral de la libertad sexual y contra las violencias sexuales. Como bien defendió Sofía Castañón en su intervención ante la ministra de Justicia, es hora de que se entienda que la violación de una mujer es violencia machista, que nuestros tribunales deben tener formación de género y que la mujer debe tener recursos a su alcance, sea quien sea su agresor. Algo que cualquier persona entiende como lógico pero que en 2018 sigue sin producirse.
Es importante que este 25 de noviembre todas salgamos a las calles reclamando a instituciones y gobernantes que cualquier atentando a nuestra libertad es una agresión inadmisible e intolerable al conjunto de una sociedad justa y sana. ________María Espinosa es diputada por Podemos en la Asamblea de Madrid.Lola Amadeo es secretaria de Mediación, Respeto y Cuidados a la militancia en Podemos Madrid.
María Espinosa
Lola Amadeo
Como cada año, el 25 de noviembre miles de mujeres salimos a las calles para denunciar y reclamar políticas que acaben con la violencia machista y protejan a las víctimas de ésta.