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La democracia paritaria: una deuda pendiente que podemos saldar

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La democracia paritaria es uno de los conceptos sobre los que más ha teorizado el movimiento feminista. Durante décadas, el feminismo ha detectado y analizado todas las dinámicas que hacen que las mujeres queden excluidas o marginadas en los espacios de poder a consecuencia del machismo.

Cuando hablamos de espacios de poder o influencia es importante resaltar que este ha sido diseñado bajo lógicas masculinas y se ha moldeado durante siglos de dominación del espacio público por parte de los hombres. Esto es lo que ha permitido que, por ejemplo, hasta hace menos de un siglo las mujeres no pudieran votar, abrirse una cuenta bancaria o ser libres para muchos trámites en relación a sus padre o maridos. Evidentemente, estas normas irracionales se han ido superando de forma paulatina, desde las más lacerantes hasta las menos evidentes, sin embargo, gran parte de los ecos de esta realidad siga existiendo.

A lo largo de los años el progreso en esta materia es amplio; sin ir más lejos, la ley de igualdad entre hombres y mujeres de 2005 supuso un paso de gigante porque impuso la paridad en las listas electorales y promocionó la equidad en ámbitos como la cultura. Estas leyes han traído mayor presencia de mujeres en todos los espacios, pero, como decía, no todos los obstáculos se han superado.

Las mujeres acceden menos a los espacios de poder y cuando lo hacen es en condiciones más precarias. Por ejemplo, aunque la paridad sea obligatoria, siguen existiendo fenómenos como los acantilados de cristal. Además, las mujeres lideran o encabezan menos listas electorales, suelen permanecer menos en política precisamente por depender del poder de terceros o por verse sometidas a violencia política, que adopta una forma muy específica cuando se trata de mujeres. Para colmo, existe un patrón identificado cuando los tiempos políticos son complicados: la seriedad y capacidad se asocia a figuras masculinas. Caminar en la dirección de corregir estos restos de machismo en el poder es una cuestión de calidad democrática. Fomentar la igualdad y la transparencia cuando hablamos de poder es fundamental para formar sociedades más libres.

Gracias a leyes como esta ley de representación paritaria, construimos un país más democrático, legamos un país mejor. Ninguna niña volverá a crecer sin ver referentes en todos los espacios de influencia a los que desee aspirar

Por toda esta colección de motivos, la ley de representación paritaria y presencia equilibrada de mujeres y hombres que aprobamos esta semana es un hito democrático. Esta ley ahonda en las recetas que nos permiten superar los obstáculos que aún hoy existen; se trata de una norma que exige las listas electorales cremallera, que exigirá paridad en los órganos constitucionales, en los consejos de administración, en las organizaciones sociales, en los sindicatos y un largo etcétera.

Gracias a leyes como esta construimos un país más democrático, legamos un país mejor. Ninguna niña volverá a crecer sin ver referentes en todos los espacios de influencia a los que desee aspirar. Estamos de enhorabuena. 

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Andrea Fernández es diputada del PSOE por León.

La democracia paritaria es uno de los conceptos sobre los que más ha teorizado el movimiento feminista. Durante décadas, el feminismo ha detectado y analizado todas las dinámicas que hacen que las mujeres queden excluidas o marginadas en los espacios de poder a consecuencia del machismo.

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