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Un 90% de condenas y un 0,001% de denuncias falsas: 20 años de la ley que puso nombre a la violencia machista

Frenar la misoginia, tarea pendiente

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Lídia Guinart

El avance de la misoginia, especialmente entre las generaciones más jóvenes, es un hecho que constatan diferentes estudios. El último se acaba de hacer público y señala a los gurús, youtubers y a los foros machistas como instigadores del odio a las mujeres. Los memes se suceden y pasan de chat en chat de la misma manera que hace unas décadas lo hacían de boca a oreja los chistes machistas en ambientes masculinizados. Todo ello aderezado con fake news, esto es, mentiras y falsedades que en muchas ocasiones pretenden beber de fuentes científicas, aunque nada esté más lejos de la realidad. El estudio en cuestión lleva por título “Jóvenes en la manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepción que tienen los hombres jóvenes de la violencia sexual”, y ha sido elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, con la colaboración de la Fundación Fad Juventud (FAD). Ya el año pasado, otro estudio de las mismas organizaciones revelaba que uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género no existe y que se trata de un invento ideológico. Es decir, que el 20% de los hombres jóvenes están claramente influenciados por las tesis negacionistas de Vox.

Se produce esta reacción tras años de auge del feminismo, de movimientos como el Me Too y del avance legislativo que consolida los derechos de las mujeres en España. La hostilidad hacia las mujeres y en especial hacia las feministas se produce en el seno de una amalgama de grupos que aglutinan desde los seguidores de la extrema derecha negacionista a partidarios de fenómenos como el movimiento Incel, de celibatarios involuntarios. Este último reúne a varones que se sienten rechazados por las mujeres, por diferentes motivos, y desarrollan un sentimiento de odio hacia el sexo femenino, e incluso hacia los hombres que sí tienen relaciones, que en ocasiones deriva hacia postulados y actitudes violentas.

Ante este avance del machismo, podemos rendirnos y sentirnos fracasados como sociedad o poner en marcha estrategias que aminoren y en todo caso contrarresten los mensajes misóginos que la juventud recibe a través de las redes sociales. Desde luego, bajar los brazos no es una opción. No lo es al menos para nosotras, las feministas y, en general, para todos y todas los que empujamos, cada quién desde sus posiciones y con sus posibilidades, para conseguir una sociedad más igualitaria. Así pues, la tarea será ardua, pero hay que ponerse ya, sin demora, manos a la obra a menos que queramos que nuestras hijas y nuestras nietas hereden un mundo peor que aquel en el que crecimos nosotras.

Ante este avance del machismo, podemos rendirnos y sentirnos fracasados como sociedad o poner en marcha estrategias que aminoren y en todo caso contrarresten los mensajes misóginos que la juventud recibe a través de las redes sociales

La educación es el arma primordial que siempre se esgrime en estas cuestiones. Evidentemente, el refuerzo de la educación por la igualdad entre hombres y mujeres, contra la violencia de género y de la educación afectivo sexual, es imprescindible. De hecho, la nueva ley de educación o la de libertad sexual abundan en ese camino. Pero no basta con eso. La responsabilidad es de la educación reglada pero también de las familias y, por supuesto, de la sociedad en su conjunto. Y, dentro de esa sociedad, los medios de comunicación tradicionales, así como cualquiera que comunique a través de cualquier red social, tienen una responsabilidad indiscutible. Potenciar referentes en redes que apuesten decididamente y de manera explícita por el respeto por la igualdad y por una masculinidad no encajonada en los cánones de la ortodoxia machista son vías que debemos explorar de manera decidida.

Cada vez que un cantante incluye en sus temas estrofas que incitan a la violencia contra las mujeres, cada vez que un youtuber utiliza el humor con tintes sexistas para ganar audiencia, cada vez que alguien reenvía un chiste o un meme con carga misógina, contribuye a lo que las autoras del estudio recientemente publicado llaman la “memética de la manosfera”, es decir, el círculo vicioso del universo machista que se retroalimenta gracias a esos gestos. Son, todas ellas, actitudes que banalizan la violencia contra las mujeres y que reproducen bulos machistas.

Desde el Legislativo no nos detendremos, estamos obligados a tener muy en cuenta el auge de este fenómeno reactivo contra el feminismo, contra las mujeres, a la hora de actualizar el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, algo a lo que ya nos hemos puesto manos a la obra en el Congreso de los Diputados. El objetivo: frenar el avance de la misoginia y avanzar en la igualdad real para conseguir una sociedad mejor.

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Lídia Guinart Moreno es diputada por Barcelona, portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Seguimiento y Evaluación contra la Violencia de Género del Congreso y secretaria de Políticas Feministas de la Federación del Barcelonès Nord del PSC.

El avance de la misoginia, especialmente entre las generaciones más jóvenes, es un hecho que constatan diferentes estudios. El último se acaba de hacer público y señala a los gurús, youtubers y a los foros machistas como instigadores del odio a las mujeres. Los memes se suceden y pasan de chat en chat de la misma manera que hace unas décadas lo hacían de boca a oreja los chistes machistas en ambientes masculinizados. Todo ello aderezado con fake news, esto es, mentiras y falsedades que en muchas ocasiones pretenden beber de fuentes científicas, aunque nada esté más lejos de la realidad. El estudio en cuestión lleva por título “Jóvenes en la manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepción que tienen los hombres jóvenes de la violencia sexual”, y ha sido elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, con la colaboración de la Fundación Fad Juventud (FAD). Ya el año pasado, otro estudio de las mismas organizaciones revelaba que uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 29 años considera que la violencia de género no existe y que se trata de un invento ideológico. Es decir, que el 20% de los hombres jóvenes están claramente influenciados por las tesis negacionistas de Vox.

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