Mientras desde el Gobierno se promueve un discurso oficial agrarista, el medio rural sigue despoblándose y depauperándose. Basado en identificar desarrollo rural y PIB agropecuario, el discurso agrarista del PP ni siquiera defiende propiamente el tejido productivo agropecuario y pesquero; simplemente se centra en los grandes productores – agronegocios de exportación, integradoras ganaderas, grandes armadores o empresas comercializadoras– afincados en los centros financieros y comerciales de las grandes urbes.
Confundir el desarrollo rural con los grandes productores agrarios equivale a identificar el desarrollo urbano con los polígonos industriales y sus grandes empresas; o confundir la economía y el progreso del país con los intereses del sistema financiero.
La Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural es una buena ley de Zapatero que Rajoy optó por desactivar y guardar en un cajón. Una ley basada en un enfoque integral en el que la gente que vertebra el territorio, la sanidad, la enseñanza, el transporte, los ríos, paisajes, patrimonios culturales y ambientales son lo fundamental. Un enfoque integral que entiende y defiende la agricultura, la ganadería y la pesca vinculadas a la gente, a los agricultores, ganaderos y pescadores, que articulan el territorio; al tiempo que promueve la diversificación productiva, impulsando una economía rural moderna y compleja en el que la industria y los servicios también son clave en el medio rural. Un enfoque integral que, aunque se dirige a 7.000 municipios y 10 millones de personas, sitúa su objetivo central en esos 3.000 municipios que están muriendo, en las 105 comarcas más deprimidas y las 84 que están en proceso de desvertebración.
Desde ese enfoque integrado, la valorización de patrimonios naturales en beneficio de la población que vertebra el territorio, coloca al medio rural en vanguardia del reto de sostenibilidad que preside el interés general de la sociedad en su conjunto; al tiempo que el principio de "soberanía alimentaria" empodera al pequeño productor desde la perspectiva de la calidad alimentaria y los productos de cercanía.
Pero quizás la clave que da más valor a esta ley es su carácter participativo, en la medida que es la población de cada territorio quien diseña los planes y prioridades comarcales, y en la medida que los fondos previstos, estatales y autonómicos, se destinan prioritariamente a las comarcas más despobladas y degradadas.
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Aunque las mega-urbes nos deslumbren, las raíces de esta sociedad del siglo XXI siguen y seguirán estando en el territorio, en el medio rural. El agua, la alimentación, la energía y los recursos en general, además de la identidad y buena parte de nuestros patrimonios naturales y culturales, siguen y seguirán estando en ese 84% del territorio al que se dirige la Ley de Desarrollo Sostenible del Medio Rural. No deberíamos olvidar que hasta el más espectacular de los árboles acaba muriendo si enferman sus raíces. ___________________
Pedro Arrojo Agudo es diputado de Unid@s Podemos por Zaragoza en el Congreso.
Mientras desde el Gobierno se promueve un discurso oficial agrarista, el medio rural sigue despoblándose y depauperándose. Basado en identificar desarrollo rural y PIB agropecuario, el discurso agrarista del PP ni siquiera defiende propiamente el tejido productivo agropecuario y pesquero; simplemente se centra en los grandes productores – agronegocios de exportación, integradoras ganaderas, grandes armadores o empresas comercializadoras– afincados en los centros financieros y comerciales de las grandes urbes.