PLAZA PÚBLICA
Marisa Paredes, la elegancia de una vida
Marisa es una grande de la cultura española. Ha sido, es y lo será siempre. Su figura ha tenido reconocimiento en todo tiempo y en todo lugar, atravesando generaciones y continentes, porque es auténtica. La representación de nuestra modernidad.
Marisa nació en una portería en el Madrid de posguerra. Criada al lado del Teatro Español, en el “barrio de las musas”, esa niña humilde soñaba con ser actriz.
Desde muy pequeña se revela su talento natural y obtiene su primer premio con 16 años en el teatro. Su carrera viene de lejos y ha representado a todos los clásicos europeos y españoles, en el teatro, en el cine, en Estudio 1.
En los años 80 se incorpora al cine, al irreverente, al de autor, y al que triunfa. El nexo feliz Almodóvar-Paredes nos ha dado momentos sublimes y culmen de la cultura de nuestro país. Pero Marisa ha triunfado con Borau, Villaronga o Trueba, con Arturo Ripstein, Guillermo del Toro, Manoel de Oliveira o Roberto Benigni.
Ha sido una mujer comprometida con su tiempo y con su país, fue la presidenta de la Academia de Cine que le plantó cara a la mentira y dijo: "No a la guerra". Ante todo, digna.
Siempre que nos veíamos mostraba su preocupación por las profesiones de la cultura, me daba muy buenas ideas y me alentaba a aprobar el Estatuto del Artista. Marisa, te hemos hecho caso, ya es de toda tu gente.
Ha sido una mujer comprometida con su tiempo y con su país, fue la presidenta de la Academia de Cine que le plantó cara a la mentira y dijo: "No a la guerra". Ante todo, digna
No soy muy capaz de hablar de Marisa en pasado, siempre ha sido porvenir. Vivía su tiempo viendo el mañana, por eso nos parece rabiosamente presente en los 60, en los 90 o en 2024.
Era elegancia vital, Marisa era saber estar, en el escenario, en la sociedad, en la vida. Una mujer que era pura dignidad y no pedía permiso.
Me ha influido mucho, no solo sus personajes o su figura pública. Su conversación era profunda e inteligente, con chispa. Hace una semana nos vimos en Fuencarral y me contagiaba su ímpetu.
Porque, además, era la alegría en persona, un prodigio de fuerza que siempre nos incitaba a ir más allá. No es que diese ánimos, es que se entregaba a aquello en lo que creía.
Para mí siempre ha sido el consejo oportuno y la energía que nos impelía a la acción.
He de confesar que, en el inicio de la campaña del 2023, pidió estar conmigo en la apertura, menudo orgullo para mí, nos levantó el ánimo a todas. Ella veía lo que estaba en juego, no eran unas elecciones más, era el progreso, la modernidad del país, el futuro.
En un puro acto de dignidad democrática nos decía: “¿Cómo pueden tener realmente tanto miedo a la libertad, a la cultura?”
No permitiremos que el miedo nos acobarde. Tu libertad y tu dignidad nos empuja.
Es muy triste tu muerte, Marisa, pero te aseguro que te haremos caso, siempre nos acompañará tu alegría y tu elegancia. Tu brillo de esperanza.
Un abrazo María y Chema.
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Yolanda Díaz es vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo.
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