En una entrevista realizada recientemente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez advertía frente a los “poderes oscuros”, que tratarían de socavar los cimientos del Estado y de la democracia de nuestro país, además de debilitar, con ello, al propio Gobierno que él mismo preside. Dejando a un lado la retórica política, es importante preguntarse si realmente esos poderes oscuros existen, porque, de existir, ello sería gravísimo para nuestro sistema político.
Empecemos por desempaquetar lo que dice el presidente. ¿Cómo funcionan esos poderes oscuros? La sensación que dan las palabras del presidente es que estamos ante una especie de alianza entre el poder económico, el poder político y determinados medios de comunicación. Supongamos que el Gobierno se está planteando adoptar una decisión que afecta a una gran empresa internacional. ¿Cómo actuaría esa empresa, para ser tildada de poder oscuro? De acuerdo con las palabras del presidente, la empresa en cuestión emplearía a determinados partidos políticos para intentar conseguir que dichos partidos asumieran la agenda de la empresa, de tal manera que la propuesta de decisión del gobierno acabara paralizándose. No sería suficiente con ello, puesto que además de emplear a partidos políticos, la empresa en cuestión emplearía a “terminales mediáticas”, en palabras del presidente, para conseguir sus objetivos. ¿Cómo actuarían dichas terminales? Lo que intentarían hacer esos medios de comunicación es generar un clima de opinión favorable a los intereses de la empresa de nuestro ejemplo. No sería sorprendente, por lo demás, que tal empresa estuviera sentada en el Consejo de administración del medio de comunicación, o al menos, la apoyara financieramente. Quizá ocurriera lo mismo, incluso, con el partido político al que la empresa intentaría influir.
Como decía Ludolfo Paramio, no sabemos si existen las conspiraciones, pero desde luego, lo que sí sabemos es que existen los conspiradores. La conspiración forma parte del juego político. Pero aquí no estamos hablando de mera conspiración, no estamos hablando de mero ejercicio de lobbismo, y no estamos hablando de mera línea editorial que puede estar más cerca o más lejos de determinado tipo de intereses. De lo que estamos hablando, con la expresión “poder oscuro”, es de algo más, de algo que cualitativa y cuantitativamente es muy diferente a lo anterior. Es decir, hay que poner el acento no en “poder”, sino, efectivamente, en el calificativo, en “oscuro”.
No sabemos si existen las conspiraciones, pero desde luego, lo que sí sabemos es que existen los conspiradores
Oscuro es algo que no se ve, que actúa entre bambalinas, que por su propio color da además miedo, o lo intenta inducir al menos, es algo de lo que no nos podemos fiar, precisamente porque no lo podemos ver. Cuando decimos que Darth Vader se pasa al lado oscuro de la fuerza entendemos perfectamente lo que se quiere decir con ello. Queremos decir que empleará todos los recursos a su alcance, independientemente de que sean legales o legítimos, para alcanzar sus propios fines. Eso es lo que queremos decir con oscuro. ¿Están los poderes oscuros, en la cadena que hemos descrito anteriormente, dispuestos a hacer lo imposible, sea legal o ilegal, para alcanzar sus propios objetivos?
Estos días estamos leyendo informaciones relativas a una empresa de transporte, de rango internacional, cuyo nombre no necesito mencionar puesto que está en la mente de todos, que ha hecho lo siguiente para intentar expulsar a los demás competidores de determinados mercados de transporte público en España y en otros países: amenazar a sus competidores, ofrecer regalos y otro tipo de prebendas a representantes políticos para que a su vez estos defiendan sus intereses, infiltrar piquetes en las empresas competidoras para instigar el uso de la violencia contra la empresa a la que me refiero, con el fin de que aparezca en los medios de comunicación como una víctima indolente de una masa enfervorecida que no entiende que los tiempos han cambiado, además de otra serie de conductas que rallan, si no traspasan, lo ilegal, con el fin de alcanzar sus objetivos. We are just fucking illegal (somos jodidamente ilegales) se mofaba uno de sus ejecutivos.
El ejemplo al que me refiero es solamente eso, un ejemplo. Pero hay muchos más. La idea no es denunciar a una determinada compañía, sino elevar algo más el tiro y hacer alguna que otra reflexión de tipo teórico y político. Uno, sería importante tener en cuenta cuál es la taxonomía de estos poderes oscuros: quiénes son, cómo actúan, de qué manera ponen contra las cuerdas al poder político legítimamente establecido, y por tanto, a los ciudadanos. Dos, sería necesario entender hasta qué punto se extiende el poder de los poderes oscuros. De confirmarse una extensión considerable, estaríamos hablando de un cuarto poder, que actúa de manera invisible. Y tres, quizá la lucha contra los poderes oscuros, de ser éstos más importantes que nunca jamás en la historia de nuestros sistemas políticos, podría llevarnos a plantear una nueva concepción de la democracia, en la que el punto no sería tanto la confrontación entre distintas ideas políticas, sino la lucha sin cuartel frente a esos poderes que no se ven, pero que están ahí.
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Antonio Estella es catedrático Jean Monnet "ad personam" de Gobernanza Económica Global y Europea en la Universidad Carlos III de Madrid.
En una entrevista realizada recientemente al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez advertía frente a los “poderes oscuros”, que tratarían de socavar los cimientos del Estado y de la democracia de nuestro país, además de debilitar, con ello, al propio Gobierno que él mismo preside. Dejando a un lado la retórica política, es importante preguntarse si realmente esos poderes oscuros existen, porque, de existir, ello sería gravísimo para nuestro sistema político.