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Siempre nos quedará Portugal

Fernando Reinlein

En el 35º aniversario a de la Revolución de los Claveles en Portugal, el golpe militar incruento que llevó la libertad al país vecino, cuatro antiguos miembros de la Unión Militar Democrática (UMD), organización militar antifranquista española fundada en 1974 en vida del dictador, tuvimos el privilegio de ser invitados a celebrarlo en Lisboa.  

Estuvimos con diferentes líderes del 25 de Abril que nos acompañaron a los lugares más emblemáticos del día del golpe. En el cuartel de Pontinha vimos los medios con los que contaban, casi irrisorios. A malas penas dos habitaciones con dos líneas de teléfono y otros tres aparatos de campaña para coordinar toda la acción en el país. Había unas mantas en las ventanas para evitar que la luz por la noche les delatara. 

También visitamos el cuartel do Carmo, donde el capitán Maia detuvo al presidente de la República después de llegar a la capital desde Santarem –respetando, eso sí, hasta los semáforos con sus blindados– y enfrentándose a una compañía de carros de combate de la que parte de los mandos y los soldados se pasaron a su bando. En el museo se glosa la figura de este capitán valiente y generoso. Los miembros de la antigua UMD sentimos envidia de él. Al menos, el que esto escribe, la tuvo. 

Cenamos en el cuartel de Caballería de Santarém, de la que salió Maia en 1974 para tomar Lisboa. Éramos cerca de dos mil comensales y allí anunció Luis Otero (uno de los fundadores de la UMD) un protocolo de colaboración entre la Asociación 25 de Abril portuguesa y el Foro Milicia y Democracia (FMD), herederas del MFA portugués y de la UMD española, respectivamente. Aquí hubo quien dijo entonces, según me contaron, que las relaciones con los militares del 25 de abril debían ser las justas, porque al fin y al cabo eran unos golpistas. Con su pan se coma el que lo dijo, semejante idiotez. 

Fue todo muy emotivo y emocionante y ahora, al cumplirse el 50º aniversario de la Revolución de los Claveles, dos representantes del FMD acudirán a acompañar a los portugueses en su celebración. 

Si fue emocionante entonces recorrer aquellos lugares e imaginar a miles de personas colocando claveles en las bocachas apagallamas de los fusiles, este año lo será más. Y también lo será volver a dar un abrazo de amigo a Carlos Almada Contreiras o a Vasco Lourenço y a otros y recordar a los que se fueron como Otelo o el almirante rojo Rosa Coutinho. 

Hace 50 años que los jóvenes militares portugueses devolvieron la libertad a su país y 50 de que en España se fundara la UMD que ayudaría a que llegase esa libertad también a aquí. Es, a mí juicio, un doble aniversario que no se debe olvidar. Es un aniversario de algo en el que las palabras camaradería, compañerismo, generosidad, honestidad y altura de miras, cobran de nuevo sentido en una época que tanta falta hace. 

Como se dijo entonces y puede afirmarse ahora desde el recuerdo, SIEMPRE NOS QUEDARÁ PORTUGAL.

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