Plaza Pública
Renovables sí, pero así no
La gestión realizada por grandes inversores capitalistas de los recursos fósiles (carbón, petróleo, gas), y su transformación en electricidad o combustibles líquidos es la causa del más que previsible colapso climático que amenaza la vida en la Tierra. Una razón más que suficiente para abandonar esa gestión energética cuanto antes.
Sucede que, para complicar la posibilidad de tal abandono, el desarrollo e implementación a escala global de esas tecnologías ha venido conformando un mega sistema (autopistas, aeropuertos, grandes centrales de generación, oleoductos, flotas petroleras, redes de alta tensión, etc.) de producción, distribución y consumo en las antípodas de la escala que sería adecuada para abrir camino a sus alternativas renovables.
Nos encontramos ante la paradoja de que, con frecuencia, las alternativas renovables son desarrolladas por grandes inversores y gigantes de la economía fósil, que lo harán siempre a la medida de sus cálculos de rentabilidad empresarial y de sus estrategias de amortización de inversiones previas. El resultado será una escala inadecuada y un ritmo de transición energética irrisorio.
Una pesadilla heredada
Además del regalo del tenebroso escenario de incertidumbre climática, esta economía del capital fósil es una ratonera (fruto envenenado de la historia, pesadilla estructural legada por el pasado, los llamó Andreas Malm) para la necesaria transición al mundo de no carbono.
Una ratonera de megaescalas, megamáquinas, megaredes o megapoder controlada por muy grandes inversores y grupos financieros. Un diseño tecnológico gigantesco que bloquea las alternativas centradas en lo resiliente y lo local. Ratonera de desarrollo tecnológico que, por cierto, se está replicando a lo loco en el entorno digital.
Según el análisis del citado Malm, ya en su origen esta economía fósil creció para evitar el uso de recursos renovables (agua, viento, leñas,…) y de trabajo humano directo. Pues resultaban ser recursos menos “dóciles” para grandes inversores capitalistas.
La carbonización conformó así una senda dependiente de oleoductos, petroleros, autopistas, refinerías, térmicas, etc. Infraestructuras diseñadas para alimentar enormes factorías o gigantescos centros de consumo de energía. Preferentemente asociadas a aglomeraciones urbanas gigantescas y centralizadas. Muy lejos de la escala de una fuente local renovable, descentralizada y próxima. Se supone que para rendir culto a la santa productividad.
A día de hoy eso se pone, por ejemplo, de manifiesto en el abrumador desequilibrio entre generación y consumo eléctrico en las dos mayores mega urbes de España según esta impactante infografía de Red Eléctrica Española.
Consecuencias de la mega escala eléctrica en España
Fuente: Red Eléctrica de España
Vivimos atrapados en una concentración de consumos y consumidores que condiciona y colisiona nuestra necesaria transición energética. Con lo que, por ejemplo, la electrificación de la movilidad urbana (para evitar los combustibles fósiles) en tales mega metrópolis podría incluso reforzar el recurso a aprovisionamientos lejanos no renovables (cargando nuestras baterías con recursos de centrales nucleares o térmicas). O, como mínimo, a hacerlo con centrales (hidráulicas, eólicas, solares, biomasa) de un tamaño desmesurado y desde distancias con pérdidas de transporte considerables.
Se explica así que entre nosotros Iberdrola, Endesa o Naturgy planteen reconvertir grandes térmicas en mega centrales de presunto hidrógeno “verde”, mientras no descansan para ampliar el parque nuclear (ahora nombrada como electricidad “limpia” y libre de emisiones). Parapetados en la necesidad de sensatos “puentes” de transición, consideran indispensables las centrales nucleares y las centrales térmicas con presunta captura de carbono. Incluso chantajeándonos con el precio de la electricidad.
En todo esto afloran las servidumbres de lo que se denominan estrategias dependientes de la senda. Situaciones en las que las decisiones tecnológicas del pasado condicionan los desarrollos futuros. Calificaba esto –en mi ensayo “Caminos de incertidumbre”– como un gigantismo centralizado muy querido por los inversores financieros.
Por tanto no va a ser fácil abrir camino a lo pequeño, local, resiliente, renovable… frente al chantaje de lo grande, de lo existente. Grande y existente que, ya en su día, se construyó clausurando las viejas opciones renovables.
Ejemplos de estas servidumbres –a mega productores y consumidores lejanos– los tenemos en las iniciativas British Petroleum y Shell desistiendo de sus apuestas eólica y solar en 2006, o en el mega parque solar en el Sahara (Desertec, abandonado por Desertec II y que pronto abandonaron E.ON, Bosch y Siemens) con tendidos submarinos y superredes hacia Europa. O en mega parques eólicos marinos mar adentro (Seatec en el Mar del Norte o de Iberdrola en las costas gallegas).
METÁSTASIS MEGA PARA LAS FUENTES RENOVABLES
Fuente: Desertec en Wikipedia
Alternativas de sostenibilidad
La senda fósil capitalista heredada, al tiempo que insiste en gestionar lo renovable a la escala que marca su racionalidad inversora (mega y a corto plazo) reacciona siempre como ante una amenaza frente a lo local, de largo plazo y no monetizable.
Y ello aunque cada día que pasa sean menos relevantes los argumentos que ningunean las fuentes renovables por unos costes directos se han reducido a la cuarta parte en los últimos diez años según Naciones Unidas (PNUD 2020: 83). Siendo así que, a pesar del escepticismo de esos mega inversores, habrían sextuplicado su importancia en capacidad de generación instalada. Una progresión tanto más valiosa por cuanto, hasta ahora, ni las energías fósiles incluyen sus impactos ambientales negativos como costes, ni las renovables (como la solar) reciben subvenciones directas por el monto de los daños ambientales que evitan.
El autoconsumo local, con empresas municipales de suministro, cooperativas y comunidades de productores o de vecinos, como bien señalaba Hermann Scheer (2011: 212-214), debiera ser la alternativa a una gestión mega de la transición energética diseñada por los actuales grandes productores y distribuidores. Como –con razón– se está discutiendo en Galicia o en Teruel sobre la mega solar-eólica. Renovables sí, pero así no.
Estamos ante dos sendas alternativas en el uso de los fondos Next Generation. Solo una de ellas nos conducirá a un modelo de sociedad más sostenible basado en energías renovables (ver aquí). No lo será, por ejemplo, la que simula conjugar energías renovables con hidrógeno verde en nuestro Plan de Recuperación.
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Albino Prada es miembro de ECOBAS y del Consejo Científico de Attac España. Acaba de publicar su ensayo “El regreso de China. ¿Chimérica o Telón Digital?”