Valencia-Gaza

Txema García

Veo imágenes de la Comunidad Valenciana y, solo por unos momentos, me traslado a la franja de Gaza. Paiporta, Aldaia, Massanassa... Son hoy día pueblos arrasados, no tanto como Jan Yunis o Rafah, pero en todos ellos se pueden ver las mismas huellas de la destrucción total, allá con edificios totalmente destruidos, aquí con el lodo anegando localidades, cultivos, casas, enseres y, lo peor, con más de doscientas vidas humanas perdidas y un paisaje apocalíptico que lo cubre todo.

En tan solo una semana el infierno ya no es un lugar alejado. Solo está a unos pocos cientos de kilómetros de nosotros, incluso me atrevería a decir en nosotros mismos. En solo unos pocos días hemos podido comprobar que también está aquí, en nuestras vidas, y que ya no solo son las bombas del complejo militar yanqui-sionista las autoras del mayor genocidio del siglo XXI.

Ya no es necesario que nos bombardeen con napalm, ahora se puede hacer con normativas que en nombre de un supuesto progreso permiten construir en cualquier lugar (incluso en zonas inundables), encajonar cauces y convertir localidades enteras en auténticas ratoneras al servicio de los depredadores de turno, bien sea constructoras o promotoras inmobiliarias en colaboración con sus sirvientes de siempre: políticos dispuestos a venderse al mejor postor.

Quizá haya que cambiar el modelo para que no ganen siempre los de siempre. Y quizá haya que ponerse a dejar de ver la tele, a no consumir medios de comunicación que intoxican, y a no votar a políticos que solo quieren que nada cambie

Ya no son necesarios aviones B-52 o Phantoms, o los más modernos F-15 o F-35. Ahora nos asedian por tierra, mar y aire. Se apropian de terrenos públicos, cambian normativas, los privatizan, se los entregan a fondos buitres, elevan su precio, construyen, sacan altas rentabilidades y luego, cuando llega una riada fuerte, ellos desaparecen. No es su culpa y te dicen que no es de nadie. Pero tú pagas los costes de tanto despropósito y barbarie. Eso sí, las aguas siempre vuelven a su cauce. Aunque por el camino queden muchas vidas humanas, pérdidas materiales de los de siempre, auténticas catástrofes.

Luego salen los Ferreras, los Iker Jiménez, las Grisso, Terradillos o las Ana Rosas Quintanas y te dicen que te resignes, que la monarquía te ampara y que lo que verdaderamente les importa es el «postureo de catástrofes», un nuevo género dramático de altas rentabilidades emocionales.

El problema es que va a seguir lloviendo, ya me entiendes. Y que los paraguas tradicionales ya no sirven. Quizá haya que cambiar el modelo para que no ganen siempre los de siempre. Quizás haya que anticiparse a las lluvias, a ese aguacero diario que no nos preocupa mientras no nos cale. Y quizá haya que ponerse a dejar de ver la tele, a no consumir medios de comunicación que intoxican, y a no votar a políticos que solo quieren que nada cambie.

Esta dana ha venido para quedarse y en mi mano, en la tuya, en la de todos nosotros y nosotras está que solo afecte a esos que quieren que la tormenta nunca amaine.

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Txema García es periodista y escritor.

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