Hablar de libertad es hablar de individuos, pero también de comunidad. No se trata de ser libre frente a los otros, compitiendo con los demás. No se trata de ser libre porque eres más fuerte que el resto, porque tú lo has hecho mejor, has tenido más suerte que ellos. El verdadero camino hacia la libertad es colectivo. Cada uno de nosotros es una valiosísima tesela en un mosaico llamado sociedad. La libertad de verdad siempre será con los otros, junto a los demás, al lado de ellos. Somos únicos, y no solo por nuestra identidad irrepetible, sino porque resultamos necesarios para que ese mosaico esté completo. Cada uno de nosotros aporta algo para construir un entorno social mejor. Cada uno de nosotros debería hacerlo.
Una ciudad que no cuida a sus ancianos, que no se preocupa de los jóvenes, una ciudad que no apuesta por la cultura, que no protege a los que lo pasan mal, una ciudad así no es libre, aunque sus terrazas estén llenas de risas y brindis. Madrid necesita recuperar el sentimiento de compromiso y de solidaridad. La política local es la herramienta idónea para coser, para reparar, para fomentar, para generar una ciudad más humana, más amable, más verde.
Recordar al viejo profesor nos tiene que ayudar a soñar, sí, a soñar con una ciudad mejor. No caigamos en la deriva de pensar solo en nosotros, el yo, mí, me, conmigo supone una derrota como sociedad. La lucha por la independencia individual a costa del bienestar de los demás es una tentación del egoísmo. Si otros sufren, tú no puedes realmente sentirte bien. Nos necesitamos unos a otros. Solo los necios piensan que esa necesidad se puede doblegar a base de dinero. Hay algo más. Se trata de participar, de sentirse vivo, útil, haciendo una sociedad mejor. Cada uno de nosotros es libre haciendo que los demás también sean libres.
La política local es la herramienta idónea para coser, para reparar, para fomentar, para generar una ciudad más humana, más amable, más verde
Madrid necesita una política comprometida con la gente, no una política manoseada por el marketing, no una política frívola. Enrique Tierno Galván fue capaz de modernizar una ciudad porque logró que sus habitantes se sintieran modernos. Sigamos su ejemplo, hagamos ver a los madrileños que Madrid los necesita, logremos devolver a nuestras rutinas un sentimiento de solidaridad que acabe con las asimetrías. Madrid necesita una apuesta por la ilusión, eso debemos ofrecer los socialistas. Política local es la suma de ideas y gestión. Buenas ideas y buena gestión para sentirnos madrileños con los otros, no frente a los otros.
La única libertad real es aquella que, como un viento a favor, nos hace avanzar a todos. La única libertad real es aquella que, como un motor que ruge para que la nave avance cuando el viento sopla en contra, se preocupa por los que están peor. Nadie puede ser libre traicionando a quienes más nos necesitan. La libertad que algunos profanan es mucho más seria que el pan y circo.
Cada año nos reunimos y recordamos a un hombre extraordinario que tuvo ideas extraordinarias. Tierno Galván es nuestra estrella polar, su manera de entender Madrid, su forma de hacer Madrid es la dirección que hemos de seguir. No estamos perdidos, estamos llenos de ideas y sabemos gestionarlas. Es hora de volver a la calle, de llenarla de libertad, de auténtica libertad. Madrid es nuestro hogar, no un casino de frivolidades; nuestro hogar, no una ciudad que separa sus distritos con la alambrada de la desigualdad; nuestra casa. Madrid no es suyo, sé que me entendéis, ha llegado la hora de que les digamos basta.
Mar Espinar, portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Madrid.
Hablar de libertad es hablar de individuos, pero también de comunidad. No se trata de ser libre frente a los otros, compitiendo con los demás. No se trata de ser libre porque eres más fuerte que el resto, porque tú lo has hecho mejor, has tenido más suerte que ellos. El verdadero camino hacia la libertad es colectivo. Cada uno de nosotros es una valiosísima tesela en un mosaico llamado sociedad. La libertad de verdad siempre será con los otros, junto a los demás, al lado de ellos. Somos únicos, y no solo por nuestra identidad irrepetible, sino porque resultamos necesarios para que ese mosaico esté completo. Cada uno de nosotros aporta algo para construir un entorno social mejor. Cada uno de nosotros debería hacerlo.