¿Zorras? No, gracias

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Elena Valenciano

Soy firme defensora de la libertad de creación y de expresión, y también contraria a toda medida de cancelación o de censura. Creo que la libertad es un requisito fundamental tanto para las artes como para la política y, por supuesto, para la crítica. Sobre la creación musical se han pronunciado expertos y expertas mucho más cualificados que yo, así que me limito a recordar ese dicho tan popular que reza: sobre gustos no hay nada escrito. 

Yendo al asunto que aquí me trae, reconozco que la canción Zorra no me gusta nada, pero entiendo perfectamente que haya gente a la que le parezca una buena pieza musical para un contexto como el del Festival de Eurovisión. En mi opinión, la composición musical, la interpretación y la letra de Zorra son de tan baja calidad artística que, para conseguir que la canción “pegara”, era necesario buscarle un valor distinto: la provocación envuelta en un halo de reivindicación social. Y es esto último lo que contesto.

Al pretender que Zorra sea un himno de emancipación para las mujeres, los autores de la idea se han encontrado con un amplio rechazo entre muchas mujeres, particularmente las víctimas de la violencia machista, que nos recuerdan que “zorra” es el insulto más veces proferido por sus maltratadores, mientras las golpean o humillan. Según consta en el archivo del Consejo General del Poder Judicial, existen más de 15.000 sentencias en las que el término “zorra” cumple una función vejatoria e intimidante por parte del agresor: “Puta zorra, ven aquí”. 

Según consta en el archivo del Consejo General del Poder Judicial, existen más de 15.000 sentencias en las que el término “zorra” cumple una función vejatoria e intimidante por parte del agresor: “Puta zorra, ven aquí”

Así, la supuesta buena fe de los autores, cuya intención es “resignificar” el insulto, se da de bruces con la realidad. 

Estos días he leído argumentos en defensa de esta idea —que consistiría en hacer bandera de las agresiones verbales, sacándolas del sentimiento de ofensa que provocan para colocarlas en el espacio de las consignas liberadoras— citando el ejemplo de la palabra “maricón”, que es utilizada, a menudo, por hombres homosexuales cuando hablan entre ellos. Lo cierto es que las mujeres no nos llamamos zorras entre nosotras. Por otro lado, no creo que a los gays les parezca bien que cualquiera fuera del colectivo les llame “maricones”. Yo, al menos, no lo haría nunca, y corrijo a todos los que lo hacen delante de mí. En todo caso, estamos hablando del juicio fundamentalmente patriarcal que suele hacerse sobre las actitudes de las mujeres, y eso, precisamente, es lo que hay que transformar.

La canción Zorra del dúo Nebulossa va a representar a RTVE en el Festival de Eurovisión; la elección es de los espectadores, así que es evidente que a muchos de ellos les ha gustado. Nada que objetar. Ahora bien, que quiera hacerse de ello un canto a la liberación de las mujeres es un error y una ofensa para mucha gente, no sólo mujeres.

Mujeres libres, sí. Zorras, no.

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Elena Valenciano es patrona de la Fundación Alternativas y presidenta de la Fundación Mujeres.

Soy firme defensora de la libertad de creación y de expresión, y también contraria a toda medida de cancelación o de censura. Creo que la libertad es un requisito fundamental tanto para las artes como para la política y, por supuesto, para la crítica. Sobre la creación musical se han pronunciado expertos y expertas mucho más cualificados que yo, así que me limito a recordar ese dicho tan popular que reza: sobre gustos no hay nada escrito. 

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