Las 18 horas que sellaron el pacto fiscal: negociadores encerrados y la llamada clave entre Montero y Díaz

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Se fueron a la cama sin acuerdo. La cosa estaba mal. Pero los tiempos apremiaban. Mucha presión: las comunidades caían en una espiral minuto a minuto de rebajas fiscales. Un gran bazar. Y todos los ojos estaban puestos en el PSOE y en Unidas Podemos. El prometido plan fiscal no llegaba. 

Los equipos negociadores dejaban el Ministerio de Hacienda a medianoche del miércoles al jueves sin un documento firmado. Había todavía flecos. Se despedían y se emplazaban a las ocho de la mañana. Sí se iban con un plan de trabajo pactado: había que buscar un acuerdo en materia fiscal primero y dejar para más tarde las otras partidas conflictivas para los presupuestos generales.

El PSOE metía presión para cerrar ya el acuerdo. La idea de Hacienda era presentarlo ante la opinión pública el jueves por la mañana. UP también quería el pacto pero con una serie de condiciones. Había líneas rojas que no querían traspasar. “La letra pequeña importaba mucho”, como comentan fuentes conocedoras de los encuentros.

El anuncio de la Generalitat Valenciana de bajar el IRPF a rentas inferiores a 60.000 euros el martes había destapado la caja de pandora, pues era una administración del PSOE la que se unía a esa carrera iniciada por el PP con Andalucía. El malestar en La Moncloa era evidente. Chocaba con la filosofía que quería imprimir al paquete fiscal. Tenían que moverse.

Había que llegar a un acuerdo dentro de la coalición. Con tres focos negociando: el Ministerio de Hacienda, del PSOE, con los de Empleo y de Derechos Sociales, de Unidas Podemos. Con dos capitanas: María Jesús Montero y Yolanda Díaz. Y con unos equipos compuestos por sus asesores más cercanos. Por parte de la sevillana estaban sentados en las reuniones el secretario de Estado de Hacienda, Jesús Gascón, y su director de gabinete, Carlos Moreno. El equipo morado llevaba como alineación a Nacho Álvarez (secretario de Estado de Derechos Sociales), Josep Vendrell (director de gabinete de Yolanda Díaz) y Manuel Lago (asesor económico de Yolanda Díaz y gran experto en temas tributarios).

Papeles, números, exigencias. Y todos los periodistas preguntando qué pasaba. En el número nueve de la madrileña calle de Alcalá se volvían a citar los negociadores a primera hora del jueves. Ya se había filtrado a algunos medios la posibilidad de una rebaja selectiva para las rentas medias y bajas, pero sin ser una deflactación como pedía el PP. Este punto se había incluido en las últimas horas de la negociación, como reconocía la ministra Ione Belarra.

"Caos" en los pasillos del Congreso... y una llamada

Dos focos paralelos: la mesa en Hacienda y los pasillos del Congreso, a poco más de 500 metros de distancia. A puerta cerrada se sigue tejiendo el acuerdo, pero no es una realidad. María Jesús Montero, en cambio, en la Carrera de San Jerónimo ya dice que se ha conseguido el pacto fiscal. Se manda rápidamente una convocatoria a los periodistas para una rueda de prensa de la ministra a las 11.30. Estupor entre miembros de Unidas Podemos, son las diez horas. Yolanda Díaz desmiente que exista ese pacto. Una hora y media de infarto queda. UP sigue exigiendo algunas medidas y traslada al Ministerio que pueden salir ante los medios si quieren pero no decir que hay pacto.

Según fuentes conocedoras de la negociación, se produce entonces una llamada entre María Jesús Montero y Yolanda Díaz que es esencial para desatascar la situación. Las dos pueden debatir y enfrentarse, pero se tienen mucho aprecio y se comprenden. Y, sobre todo, “confían en la palabra de la otra”, como indican fuentes gubernamentales.

Dentro, en el Ministerio de Hacienda, se sigue negociando. Tic tac, tic tac. Se va acercando la hora de la rueda de prensa. Empiezan a llegar los periodistas a la Real Casa de la Aduana. Todavía no hay fumata blanca. A las 11.30 tenía que aparecer la ministra, pero se retrasa. Nervios. Pero ya los equipos negociadores se miran y ven que se está llegando al final. Hay luz al final del túnel. Apretón de manos, Son casi las doce del mediodía. María Jesús Montero enfila el pasillo y se mete en la sala de prensa de Hacienda ante los flashes. El equipo de Díaz telefonea a la vicepresidenta para anunciarle el acuerdo, ella está en el Congreso en el debate sobre su decreto para mejorar las condiciones laborales de las empleadas del hogar. Respira.

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En los documentos aparecen el impuesto a las grandes fortunas (temporal y a partir de los tres millones de euros), el aumento en el IRPF en las rentas de capital a partir de 200.000 euros, rebaja en los módulos de autónomos y la rebaja del IRPF para rentas entre 15.000 y 21.000 euros.

Ya van a una. Toca explicar a los españoles lo que han acordado. Están contentas las dos partes. Se trata de un paquete fiscal que va en la dirección de subir los impuesto a los más ricos y bajárselos a las rentas más bajas. Las dos partes se conjuran también para hacer mucha pedagogía a partir de ahora en un momento en el que el PP intenta ganar terreno vendiendo disminuciones tributarias. Las negociaciones han sido muy agitadas estos días, “caóticas”, llega a calificarlas un miembro de uno de los ministerios afectados. Hacienda pisó el acelerador, ya que siempre cree que UP quiere dilatar estas negociaciones. Los de Montero dicen que si no presionan con hacerlo se alargan en el tiempo las conversaciones. Pero ya se conocen bien en los dos lados, casi tres años negociando leyes y presupuestos. Al final de la tarde del jueves, Montero y Díaz intercambiaban tranquilamente algunas palabras en el Congreso. Y, a la salida, en una conversación informal con periodistas la socialista se confesaba: "Estoy reventada".

El paquete fiscal está cerrado. Ahora toca pactar el resto de presupuestos. Este fin de semana han quedado de nuevo.

Se fueron a la cama sin acuerdo. La cosa estaba mal. Pero los tiempos apremiaban. Mucha presión: las comunidades caían en una espiral minuto a minuto de rebajas fiscales. Un gran bazar. Y todos los ojos estaban puestos en el PSOE y en Unidas Podemos. El prometido plan fiscal no llegaba. 

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