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La baja productividad, el último comodín de la patronal para rechazar la reducción de jornada

El plan con el que Ayuso puso fin a 123 días de huelga no sirve: medio millón de pacientes no tiene médico

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En el centro de salud de Abrantes, en el barrio madrileño de Carabanchel, faltan nueve médicos de familia y un pediatra. En el de Los Rosales, en Villaverde, hay otras seis consultas sin nadie que se ponga el fonendo. En el vallecano Vicente Soldevilla, el esquema se repite: seis plazas de medicina de familia y una de pediatría están desiertas. No son casos aislados. Los ejemplos se cuentan hasta llegar, prácticamente, a la veintena. Y ocurre por toda la región. Así lo ha denunciado este miércoles el sindicato Amyts, que habla ya, sin ningún pudor, de consultorios "caídos" o "críticos". La situación es "grave", dicen. Perjudica, cifran, a 483.774 personas.

Los profesionales piden actuar. Y piden hacerlo ya. "La situación es catastrófica, está en el límite de lo soportable", lamenta Isabel Vázquez, médica de familia y presidenta de atención primaria de Amyts. Daniel García la vive de cerca. Es médico en el Vicente Soldevilla y, según relata desde el otro lado del teléfono, él y sus compañeros llevan "mucho tiempo de mal en peor". "La situación no deja nunca de deteriorarse y la sobrecarga está provocando que muchas compañeras renuncien a su plaza o terminen de baja. No aguantan más", lamenta.

En su agenda, en teoría, debería haber 1.600 personas, pero hay 1.900. "Más las que asumo porque no tienen a ningún facultativo asignado", relata. "Ahora mismo tengo una lista de espera de un mes, si alguien necesita que le vea, tendrá que ser el 15 de enero. Al final la salud de nuestro barrio se está deteriorando y muchas veces, la gente enferma y muere sin recibir una atención adecuada", continúa. En un día, ha llegado a tener que atender hasta 79 pacientes. "No nos da la vida", remata.

Una de esas pacientes es María José García, vecina del barrio y miembro de la plataforma por la sanidad pública. "Hay que tener en cuenta que en nuestra zona, San Diego, vive gente vulnerable y con condiciones socioeconómicas muy difíciles. Y estamos abandonados", lamenta. La sensación que tienen, continúa, es de no poder ponerse malo. "No podemos enfermar. Si me pasa, ¿qué hago? ¿A dónde voy?", se pregunta. Ella ni siquiera tiene médico asignado. Si necesita atención, tiene que hacer cola tras el mostrador de administración. Y a veces llega a las dos horas. Y nunca le atiende el mismo profesional, claro.

Las urgencias del hospital tampoco son una alternativa. "Están desbordadas", señala. Ellos, "irritados, agotados, enfermos, desprotegidos".

Susana Calvo, médica en Carabanchel Alto, también saben de lo que hablan. Su zona, recuerda, antes atendía a 11.000 pacientes con siete médicos. "Ahora deberíamos ser once para 22.000, que ya es poco, pero es que además somos sólo ocho", lamenta. En pediatría, más de lo mismo. De seis que debería haber, tan sólo una pasa consulta. "Algunos tenemos que estar con tratamientos psicológicos o psiquiátricos, porque el estrés acaba pasando factura", cuenta.

"Plan de rescate urgente"

Ante esta situación, Amyts reclama "un plan de rescate específico y urgente para volver a hacer atractivas estas decenas de plazas sin profesional". Porque el problema viene de lejos. De hecho, este año, los sanitarios de la primaria madrileña protagonizaron una huelga indefinida que duró, con decenas de protestas en las calles, hasta 123 días. Consiguió acabar con ella la firma de un documento que, en líneas generales, fijaba la limitación de agendas para frenar la sobrecarga asistencial, un complemento fijo de 450 euros mensuales a todos los médicos y médicas y pediatras en sustitución del desaparecido por TSA (Tarjeta Sanitaria Atendida) y un plus de 500 euros al mes para facultativos que hagan tardes puras y de 300 para aquellos que trabajen tres o cuatro a la semana.

El más importante, se refleja todavía hoy en los testimonios de los profesionales, era el primer punto. Pero no funciona. En concreto, el acuerdo fijó un máximo de 30 pacientes más cuatro no demorables (es decir, que precisan atención urgente) en el caso de medicina de familia y otro de 20 más cuatro no demorables en el de pediatría. A partir de ahí, se crearía una agenda de rebosamiento que atendería a los pacientes de más, es decir, a partir del número 35. A todos ellos los podría ver un facultativo que, con carácter voluntario, atendería hasta seis pacientes por hora, durante un máximo de cuatro horas, y cobrando 50 euros por cada una de ellas. Es decir, un médico con turno de mañana podría quedarse por la tarde para descargar agenda, propia o de otro médico.

Según la Consejería de Sanidad, estas agendas "están dando respuesta ya a los usuarios" en 220 centros, una cifra que se espera ampliar hasta los 262. Hay, concretan, 800 voluntarios, pero los profesionales no lo ven suficiente. "En mi centro no hay suficientes porque esas personas no cubren la falta de profesionales estructural que ya hay", explica Calvo.

Aun así, las cuentas sí le salen al Ejecutivo. Como informan sus fuentes, se ha pasado de 3.960 médicos a 4.316 en dos años, un 9% más. Pero muchos se siguen marchando. El pasado mes de marzo, los médicos internos residentes (MIR) que terminaban su especialidad de Medicina de Familia en la región advirtieron, de hecho, que el 70% planeaba hacer carrera en otra comunidad. Y la sangría de pediatras no cesa. Según el portal estadístico del Servicio Madrileño de Salud (Sermas), la Comunidad de Madrid ha perdido 251 pediatras en tan sólo dos años: en 2021 había 927; ahora son 676, un 6,2% menos.

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Hasta ellos mismos reconocen que faltan profesionales. Hace de hecho una semana, los consejeros de Sanidad de las autonomías gobernadas por el Partido Popular, como es el caso de Madrid, reclamaron a la recién estrenada ministra Mónica García una "reunión urgente" del Consejo Interterritorial del Servicio Nacional de Salud para tratar, como único punto, la "falta de médicos" en atención primaria. Según argumentaron los conservadores, este es "uno de los principales problemas" de la sanidad pública del que, sin embargo, "el Gobierno no se ha ocupado ni parece que se quiera ocupar de solucionar". El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, insistió este martes, afirmando que en la primaria "es donde tiene que poner el foco" la ministra "si es que quiere arrancar con medidas verdaderamente útiles y no con titulares".

Sin embargo, cuando las voces conservadoras pronunciaron estas palabras, García llevaba dos semanas escasas en el sillón del Ministerio y, según anunció, sí era de sus prioridades. "No vamos a aceptar lecciones de quienes han maltratado la sanidad pública", dijo este martes desde el Senado. Y señaló, desde X —antes Twitter—, que las plazas MIR no han dejado de crecer, pero que es necesario que sean las comunidades las que oferten esas plazas.

Según el último Informe Anual del Sistema Nacional del Salud del Ministerio de Sanidad, Madrid es, junto con Andalucía (ambas gobernadas por el PP que solicitó que la reunión urgente a la ministra), la que menos invierte por habitante: si la media de España está en 1.638 euros, los fondos destinados por Isabel Díaz Ayuso descienden hasta los 1.491.

En el centro de salud de Abrantes, en el barrio madrileño de Carabanchel, faltan nueve médicos de familia y un pediatra. En el de Los Rosales, en Villaverde, hay otras seis consultas sin nadie que se ponga el fonendo. En el vallecano Vicente Soldevilla, el esquema se repite: seis plazas de medicina de familia y una de pediatría están desiertas. No son casos aislados. Los ejemplos se cuentan hasta llegar, prácticamente, a la veintena. Y ocurre por toda la región. Así lo ha denunciado este miércoles el sindicato Amyts, que habla ya, sin ningún pudor, de consultorios "caídos" o "críticos". La situación es "grave", dicen. Perjudica, cifran, a 483.774 personas.

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