La manifestación del Orgullo LGTBI estaba convocada el sábado en Madrid a las 18:30 horas. Toda la ciudadanía estaba llamada a asistir, pero este año la movilización albergaba particularidades: los partidos debían quedar relegados a un segundo plano y además el desfile que le seguiría dejaba fuera a PP y Ciudadanos, que habían rehusado firmar el decálogo con los requisitos para participar. Entre las exigencias, la condena explícita de cualquier pacto con partidos ultra. Promesas que la derecha no podía cumplir. Pese a no contar con ninguna carroza propia para el desfile del Orgullo, la formación naranja sí decidió acudir a la manifestación. Pero el rechazo entre la población se hizo patente: el partido tuvo que abandonar la marcha tras los reproches de los manifestantes.
"La ciudadanía ha sido clara al evidenciar con esta sentada la incoherencia de una formación que quiere salir en una manifestación que exige, entre otras cuestiones, que se deje de dar poder mediante pactos a partidos LGTBIfóbicos, mientras están formando gobiernos con ellos", expresaron el domingo las entidades organizadoras.
Politizar la manifestación
La reacción de Ciudadanos no se hizo esperar. Desde el mismo sábado, los principales líderes del partido naranja han comparecido para condenar los hechos y clamar contra los manifestantes. "No puede politizarse una causa que es de todos", subrayó Begoña Villacís, quien aseguró que "el problema" del Orgullo "es que ha sido colonizado por movimientos políticos que deciden quién puede estar y quién no". Fefa Vila, activista feminista y LGTBI, recuerda al respecto que "el Orgullo en su origen y evolución, en tanto que expresión, recorre una memoria altamente politizada: una memoria de dolor, de gente ultrajada, de racismo, homofobia y clasismo que comienza en la revuelta de 1969 y se extiende hasta nuestros días". Y que sigue sin concluir, afirma.
En ese sentido, "cualquier protesta pública que entendamos como manifestación es una expresión altamente política de determinados sujetos que, en este caso, reivindican esta memoria y todo lo que queda por hacer". Con ella coincide Jesús Generelo, activista por los derechos del colectivo LGTBI. Resulta fundamental recordar, reflexiona en conversación con este diario, la decisión de no permitir que Ciudadanos llevara carroza "precisamente en un año en que se homenajeaba al activismo histórico, que ha sufrido violencia extrema". Era, a su juicio, "muy evidente que no se podía dejar" que los de Albert Rivera ocuparan "una posición de privilegio".
Generelo subraya que se trata de una formación que ha abierto la puerta "a un partido neofranquista, que está defendiendo terapias, que se nos quite de la vía pública, que criminaliza a las personas que trabajan por la igualdad en las escuelas...". Por tanto, asegura, era "perfectamente lógico" el rechazo de los manifestantes y de hecho "nadie en el movimiento LGTBI hubiera entendido otra posición".
La manifestación, coincide, era una expresión "política con unos lemas muy claros" y aunque el activista defiende el derecho de la ciudadanía a manifestarse, "detrás de todo esto estaba la sospecha de que alguna gente podría intentar manipular la manifestación por sus intereses particulares". Eso, asevera, "es lo que ha hecho Ciudadanos".
Y lo ha hecho confiando en poder cobijarse en un espacio para ellos seguro por su deriva mercantilista y despolitizada de los últimos años. Así lo apunta Vila, quien critica un "exceso de mercantilización" que a su vez ha propiciado como reacción toda una serie de manifestaciones paralelas abiertamente críticas. A pesar de ello, continúa la activista, siempre ha sido "una expresión política de los derechos LGTBI" donde "la participación de Ciudadanos no tenía cabida".
Patricia Aranguren es activista LGTBI, especialmente cercana a la rama más crítica del movimiento. Al otro lado del teléfono, conviene en recordar que la manifestación del Orgullo "empezó siendo una revuelta contra la represión policial", que sin embargo ha degenerado en una suerte de "despolitización del Orgullo oficial". Se ha ido convirtiendo "en una feria turística, como parte de la estrategia del capitalismo rosa de convertir a las personas LGTBI en nichos de mercado en lugar de sujetos políticos". Pero el Orgullo, afirma, es "una marcha política y no debe dejar de serlo".
"Oportunismo que crispa"
En abril y mayo de este año, Ciudadanos celebró dos actos en dos lugares cargados de simbolismo. Uno fue el municipio vasco de Errenteria (Gipuzkoa), donde la formación naranja no tiene representación. El segundo, Ugao-Miraballes (Bizkaia), el pueblo de Josu Ternera, poco después de su detención. Este lunes, El País yeldiario.es revelaron la existencia de informes internos de Ciudadanos en los que su equipo se felicita por el impacto mediático que generaron los actos en ambos territorios. ¿Responde lo sucedido el sábado a una maniobra similar?
Generelo responde rotundo: "No me cabe ninguna duda". El activista se confiesa "absolutamente convencido de que la estrategia de Ciudadanos es conseguir titulares al precio que sea, caiga quien caiga". Una estrategia que tacha de "suicida, porque no les va a beneficiar como partido, pero sobre todo irresponsable".
Vila coincide en que el partido sigue una táctica clara que consiste en "utilizar la crispación para desplazar determinadas posiciones políticas". "Sí, es una provocación", afirma la activista, "hacia la memoria de un país y de la población, frente a una historia altamente dolorosa". Para Vila, la formación de Albert Rivera cultiva un "oportunismo que crispa, poco respetuoso, demagógico y engañoso con todo un pueblo".
La misma hipótesis defiende Aranguren, quien además sostiene que en el momento en que "el movimiento LGTBI plantea hacer una acción contra Ciudadanos sabe lo que va a pasar". Sabe, continúa, que el partido se vale del "victimismo ante cualquier ataque" y que de hecho "es parte de su estrategia de campaña porque es lo que le hace ocupar portadas". Si no, recuerda la activista, Ciudadano no habría "dado un mitin en un pueblo como Altsasu, que por supuesto es una provocación absoluta".
Pero Aranguren repara en una diferencia esta vez. "Victimizarse frente al movimiento LGTBI no cuela", asegura, "sobre todo cuando se está manifestando de manera pacífica". Esa diferencia tiene que ver, opina la activista, con que "los medios de comunicación ya no criminalizan al movimiento LGTBI, igual que tampoco lo hacen con el feminista". Plantar cara a un movimiento abiertamente pacífico y con un alto grado de aceptación podría resultar perjudicial para el partido, opinan los activistas.
Activistas contra la presencia de Ciudadanos en la manifestación del Orgullo LGTBI.
Acusación de agresiones
Tras lo ocurrido el sábado, diversos miembros de Ciudadanos aseguraron haber sufrido una serie de agresiones perpetradas por los manifestantes. "Vivimos momentos complicados. Un grupo de violentos nos increpó escupiéndonos y tirándonos objetos. Podría haber ocurrido algo más grave y la organización no hizo nada", clamó Patricia Reyes, responsable del área de Mujer y LGTBI en la Ejecutiva de Ciudadanos. En esta misma línea, la diputada Marta Rivera de la Cruz dijo haber sido objeto de "lanzamiento de botellas con orines, escupitajos, insultos, amenazas…".
El pasado mes de abril, tras su visita a Errenteria, Ciudadanos anunció su intención de denunciar ante Fiscalía injurias, amenazas y odio por parte, supuestamente, de la izquierda abertzale. Este diario ha preguntado al partido si ha presentado o prevé presentar alguna denuncia formal después de lo sucedido el sábado, pero no ha obtenido ninguna respuesta.
"Ciudadanos ha utilizado un momento precioso de homenaje para usarlo para otros intereses, a sabiendas de que el ambiente estaba caliente y la gente muy irritada por sus políticas", valora Generelo, quien rechaza justificar cualquier presunta agresión que se haya podido producir. No obstante, observa, "era previsible que el ambiente se caldeara. Ciudadanos lo sabía y decidió echar gasolina". El activista asegura además que "se les ofreció marcharse en un momento en que la tensión no era alta, pero Ciudadanos decidió no irse porque quería sacar rédito de la situación".
El País sacó a la luz este martes un informe elaborado por la Jefatura Superior de Policía de Madrid en el que las autoridades contradicen la versión del partido: "No hay constancia" de que se produjeran agresiones físicas. El documento también recalca que Ciudadanos no siguió "en ningún momento las instrucciones policiales ni sus consejos" El mismo día, Albert Rivera comunicó que denunciará lo ocurrido ante la Fiscalía.
La mirada puesta en Cataluña
Otra de las constantes de Ciudadanos tiene que ver con desviar la mirada hacia Cataluña. El mismo domingo Inés Arrimadas se apresuró en pedir la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, vinculándolo con el líder de los catalanes, Quim Torra. "Nos puso la diana el señor Marlaska para que vinieran cuatro radicales a tirarnos botellas", lanzó Arrimadas, para enseguida afirmar que "es la versión sanchista de Torra".
Ver másTorra sobre la presencia de Ciudadanos en el Orgullo LGTBI: "Vayan donde vayan provocan el rechazo de todos"
La comparativa no es nueva. Ya en el acto organizado por el partido en Errenteria, el presidente de Ciudadanos se dirigía a los vascos para manifestar: "Euskadi no es vuestro, sino de todos los españoles, como Cataluña tampoco es de Puigdemont y Torra".
Esa reacción, reflexiona Vila, "responde a su pérdida de tejido político en Cataluña, que es donde surge". A su parecer, en la medida en que la formación "se ha implantado en el resto del Estado, ha perdido suelo político en Cataluña y ha ocupado el espacio reservado al PP". Además, repara la activista y socióloga, los de Rivera tampoco consiguen representación significativa en Euskadi ni en Galicia, precisamente en "las tres principales nacionalidades históricas".
Aranguren cree además que la estrategia de Cataluña y de "apelar al nacionalismo español" ha funcionado bien al partido. Esa estrategia se conjuga con otra maniobra clara: responsabilizar a la izquierda de lo ocurrido. "A Ciudadanos le sale mucho más rentable decir que detrás de eso estaba el PSOE o Podemos", comenta Aranguren, "porque se le cae la cara de vergüenza si tiene que reconocer que detrás de aquello había simplemente gente".
La manifestación del Orgullo LGTBI estaba convocada el sábado en Madrid a las 18:30 horas. Toda la ciudadanía estaba llamada a asistir, pero este año la movilización albergaba particularidades: los partidos debían quedar relegados a un segundo plano y además el desfile que le seguiría dejaba fuera a PP y Ciudadanos, que habían rehusado firmar el decálogo con los requisitos para participar. Entre las exigencias, la condena explícita de cualquier pacto con partidos ultra. Promesas que la derecha no podía cumplir. Pese a no contar con ninguna carroza propia para el desfile del Orgullo, la formación naranja sí decidió acudir a la manifestación. Pero el rechazo entre la población se hizo patente: el partido tuvo que abandonar la marcha tras los reproches de los manifestantes.