La primera vez que Pablo Iglesias le ofreció a Yolanda Díaz ser ministra de Trabajo ella le respondió que no. Pero el líder y fundador de Podemos, que no contemplaba otra opción para ese departamento que había conseguido arrancarle al PSOE, le hizo una promesa: “Podrás tumbar la reforma laboral del PP”. Y la política gallega aceptó. “Yo soy ministra de Trabajo para acabar con la reforma del PP”, suele decir la ahora vicepresidenta segunda en corrillos informales con la prensa.
Ahora, tras muchos meses de batalla política en el seno de la propia coalición y tras otros tantos de negociación con sindicatos y empresarios, Yolanda Díaz ha conseguido rubricar bajo su liderazgo la primera reforma laboral de la democracia que cuenta con el respaldo de los representantes de los trabajadores y también de la patronal. ”Acabamos el 2021 cumpliendo el compromiso del Gobierno: una nueva legislación laboral que recupera derechos en favor del trabajo decente. Gracias a las organizaciones sindicales y empresariales por todas las horas dedicadas a este acuerdo de país”, celebró Díaz en sus redes sociales.
Con la reforma laboral como evidente victoria política en su haber, todo el mundo en el Gobierno y en el entorno de la propia vicepresidenta coincide en que comienza “una nueva etapa” para la política gallega. En la hoja de servicios que mostrará como candidata contará con un capítulo muy poco habitual en los espacios políticos a la izquierda del PSOE: la de la gestión de Gobierno. Y no cualquier gestión. Sus competencias en materia laboral y el bagaje acumulado durante su paso por el Ministerio de Trabajo en forma de legislación y acuerdos del diálogo social suponen ya uno de los principales activos de la ahora líder de Unidas Podemos en el Gobierno. Algo a lo que habrá que sumar el efecto que produzca entre el electorado socialista el hecho de que haya acabado imponiéndose en la mayoría de ocasiones a los posicionamientos de la vicepresidenta Nadia Calviño, más partidaria de la ortodoxia económica.
Con el sello a la reforma laboral se cierra además la tarea de Gobierno más importante que le quedaba entre manos a Yolanda Díaz para el resto de la legislatura. La vicepresidenta segunda ha estado volcada en sacar adelante el acuerdo con una dedicación “prácticamente exclusiva” durante los últimos meses. Algo que le ha imposibilitado atender otros frentes políticos más relacionados con su propio futuro como candidata.
Solventada la legislación laboral, lo que todo el mundo espera es que, a partir de ahora, Díaz esté “más liberada” y tenga un trabajo de Gobierno “más parecido al de otros ministerios” y no tan sobrecargado de tareas diarias. Algo que posibilitará que en el primer trimestre de 2022, según lo previsto, Yolanda Díaz dé un impulso a su nuevo proyecto político. “Le han recriminado no mirar a la interna, desatender asuntos relacionados con su candidatura o no poder sentarse a explicar lo que tenía en mente, pero es que, literalmente, no le ha dado la vida”, explican fuentes de su entorno.
De hecho, en el equipo de la vicepresidenta se produjo un debate interno hace unos meses sobre si resultaba apropiado o no acelerar “el proceso de escucha” que acabará desembocando en su candidatura en paralelo a los trabajos de la reforma laboral o era mejor esperar. La propia vicepresidenta decidió personalmente que lo urgente era abordar la negociación interna con el PSOE sobre los términos de esa reforma laboral y, posteriormente, sacarla adelante con el acuerdo de sindicatos y empresarios, tal y como acaba de suceder, y dejando aparcado todo lo demás.
Ver másDíaz asegura que 2022 comenzará con una nueva reforma laboral para que "el contrato ordinario sea el indefinido"
Y lo demás parece que empieza ahora. Los planes son que en las primeras semanas de 2022 Yolanda Díaz empiece a darle forma a esa especie de “gira” por los territorios para recabar opiniones y apoyos de la sociedad civil en torno a su proyecto político. Para la concreción de su candidatura o de la fórmula que acabe empleando para llevarla a cabo aseguran en su equipo que “aún falta”, aunque nadie esconde que ese proceso organizativo se afronta de otra manera con la sensación “del trabajo hecho”.
La primera reforma acordada
Desde la Moncloa también ponen en valor la primera reforma laboral acordada con los agentes sociales. En contraste con el ambiente de crispación política y con la actitud de la oposición, el Gobierno destaca la capacidad de acuerdo de representantes con intereses tan encontrados como los de la patronal y los sindicatos. “Cumplimos. Hoy avanzamos hacia un modelo de relaciones laborales del siglo XXI. Lo hacemos con la bandera del acuerdo y el diálogo. Queremos trabajos y sueldos dignos, que garanticen los derechos de todos y todas. Gracias a patronal y sindicatos por su compromiso”, expresaba Pedro Sánchez en su redes sociales para celebrar el acuerdo.
En el PSOE y en el Gobierno están convencidos de que actitudes de diálogo como las de la CEOE y los sindicatos, que han vuelto a mostrar su capacidad de acuerdo en torno a medidas legislativas impulsadas por el Ejecutivo, vuelven a retratar la estrategia “inútil” del PP de confrontación permanente. Y eso, piensan en la Moncloa, le acabará pesando a Pablo Casado ante “la voluntad mayoritaria de la ciudadanía de que las cosas funcionen y demos respuestas a sus problemas sin estridencias”, sostienen desde el Gobierno.
La primera vez que Pablo Iglesias le ofreció a Yolanda Díaz ser ministra de Trabajo ella le respondió que no. Pero el líder y fundador de Podemos, que no contemplaba otra opción para ese departamento que había conseguido arrancarle al PSOE, le hizo una promesa: “Podrás tumbar la reforma laboral del PP”. Y la política gallega aceptó. “Yo soy ministra de Trabajo para acabar con la reforma del PP”, suele decir la ahora vicepresidenta segunda en corrillos informales con la prensa.